Si
busca fortalecer el vínculo con sus hijos y que éstos lo obedezcan no
por temor sino por convicción, aprenda más sobre la Disciplina Positiva
conocida también como la disciplina del amor.
Una
madre o padre que corrige a su hijo parado y señalándolo con el dedo
acusador no es la figura que se promueve como parte de la Disciplina
Positiva, sino más bien al adulto que se agacha y se pone al nivel del
niño cuando lo corrige, lo coge de las manos y lo mira a los ojos.
Esta metodología desarrollada en 1920 por Alfred Adler y Rudolf Dreikurs, “busca fortalecer el vínculo entre padres e hijos mediante...
una relación respetuosa y horizontal”,
explicó la psicoterapeuta y coach familiar, Rossana Maggi, quien es una
de las personas acreditadas en el Perú para enseñar la Disciplina
Positiva.
“En
nuestra generación obedecíamos a nuestros padres por autoridad o temor.
Las consecuencias han sido chicos temerosos con sus padres y con poca
confianza hacia ellos. En cambio, para que un niño obedezca a su padre o madre es necesario que se sienta importante y amado por ellos”, aseveró Maggi.
Sin
embargo, la especialista explicó que muchos padres creen que la
Disciplina Positiva, conocida también como disciplina con amor, es un
permisivismo. “Desde el año y medio hay que ponerle límites al
niño, aprender a decirle no y mantenerlo., pues cuando cedemos a las
pataletas, reforzamos la conducta negativa”, explicó.
El padre que pone en práctica esta metodología “tiene la facultad de contener al hijo que está desbordado emocionalmente”
diciéndole que entiende su fastidio para luego explicarle el por qué de
su decisión cuando ésta le incomoda al menor. “Las emociones son
validas, pero no lo que uno hace con su emoción”, dijo.
La Disciplina Positiva y el niño rebelde
Según
Rudolf Dreikurs, un niño desobediente es un niño desmotivado. Para
Maggi, “cuando el niño no se siente amado ni importante en la vida
familiar se porta mal y reclama atención negativamente. Como no sabe
verbalizar sus necesidades, los adultos tenemos que identificar qué es lo que está diciendo con esa conducta”.
Y agregó que “el mal comportamiento de un niño viene de una creencia equivocada, que no lo quieren o que no es importante. La Disciplina Positiva saca lo mejor de niños, uno debe entregarles calidad de tiempo y evitar darles solo órdenes”.
“La
respuesta ante el comportamiento inadecuado no es avergonzarlos ni
culparlos, sino tratar de entender por qué está llamando mi atención”,
explicó Maggi, quien recomendó a los padres tener espacios de juego con sus hijos para que estos también puedan dirigir o decidir y los adultos no siempre los manden.
Finalmente, la experta recalcó la
importancia de la comunicación con el niño, decirle qué esperas de él,
que tenga una rutina y que participe en la vida familiar. “Los
padres queremos hacerle la vida fácil al niño y no solicitamos su
colaboración o responsabilidades fuera de los estudios o alguna
actividad extra académica”, dijo.
“Cuando cada hijo tiene un rol, la familia funciona con más armonía. Si tienden sus camas, uno pone la mesa, el otro ayuda a calentar la comida y otro saca al perro a la calle, les enseñas a desarrollar mayor capacidad de empatía, piensan más en sus padres y no solo en ellos”, puntualizó.
Habilidades que desarrolla el niño
Algunas de las destrezas que el infante o adolescente desarrolla a través de la Disciplina Positiva son:
- Le enseña a resolver problemas. Los padres o educadores le enseñan a identificar el conflicto o problema, le da alternativas de solución y el adulto negocia.
- Se siente capaz, útil, llegando a identificar sus emociones y controlarlas.
- Le enseña habilidades interpersonales como compartir con familiares o personas que lo quieren. Además, responde con limites y responsabilidad.
- Tiene la capacidad de emitir un juicio en base a sus valores.
- Ve los errores como oportunidades de aprendizaje y para mejorar.
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