Obama se prepara para otra guerra
El presidente Obama tiene hoy un gran problema nacional: el déficit. Estados Unidos tiene una deuda de más de 14 billones de dólares, y crece sin parar. En los dos primeros años de presidencia, el reto de Obama fue la crisis. Ahora la economía mejora y el paro baja. Pero las medidas de gasto público que se tomaron para solucionar la crisis aumentaron el déficit; mucho más allá de donde el presidente George W. Bush lo había dejado.
Ayer Obama dio un discurso importante sobre el déficit: explicó qué haría para bajarlo en 4 billones de dólares en la próxima década. Sus medidas son básicamente cuatro: reducir gastos no esenciales sin dejar de invertir en educación, energía e infrastructura (770 mil millones de recortes); reforma fiscal y subir los impuestos al 2 por ciento más rico de americanos (1 billón de ingresos), rebajar el gasto en defensa (400 mil millones) y ajustar el presupuesto sanitario para que no sea una sangría (500 mil millones).
Ayer Obama dio un discurso importante sobre el déficit: explicó qué haría para bajarlo en 4 billones de dólares en la próxima década. Sus medidas son básicamente cuatro: reducir gastos no esenciales sin dejar de invertir en educación, energía e infrastructura (770 mil millones de recortes); reforma fiscal y subir los impuestos al 2 por ciento más rico de americanos (1 billón de ingresos), rebajar el gasto en defensa (400 mil millones) y ajustar el presupuesto sanitario para que no sea una sangría (500 mil millones).
El congresista republicano Paul Ryan presentó días antes su propuesta, que la mayoría de miembros de su partido -no todos- han asumido. No se parece a la de Obama. Ryan apuesta por recortar más -5,8 billones en una década- sin ingresar más por impuestos. Las diferencias se pueden resumir así: Ryan privatizaría la sanidad para los ancianos (Medicare), recortaría el gasto no esencial en 1,6 billones y la ayuda sanitaria para pobres en 771 mil millones y traspasaría su gestión a los estados (Medicaid), no tocaría el gasto en defensa y
no solo no subiría los impuestos, sino que bajaría un 10 por ciento el impuesto más alto de 35 al 25 por ciento.
Los dos planes ocultan en una expresión una subida de impuestos; de distinto calado. Tanto Obama como Ryan hablan de “reforma fiscal”. Su objetivo es aclarar los modos que hay para evitar pagar impuestos. Obama dijo en su discurso que pagar menos impuestos no debe depender en la calidad del contable que hace las cuentas y se sabe las trampas. Una medida así -al eliminar trucos fiscales- aumentaría los ingresos por impuestos. No es lo mismo que subir los impuestos directamente.
Obama prefiere el Estado del bienestar
Las dos visiones son claras y contradictorias. Tanto demócratas como republicanos elogian el bipartidismo y la necesidad de llegar a acuerdos. Pero las dos propuestas son tan opuestas que ahora es difícil ver quién cederá y cómo.
Obama dijo en su discurso que él prefería el estado del bienestar. Según algunos de sus admiradores, fue su defensa más radical de ese sistema. La frase clave estaba al principio. Hablaba de los valores tradicionales en la historia reciente de Estados Unidos: “Reconocemos que no importa con cuánta responsabilidad vivamos nuestras vidas, tiempos difíciles o mala suerte, una enfermedad terrible o un despido pueden golpear a cualquiera de nosotros”. Si eso ocurre, el estado debe procurar una “red de seguridad”: la sanidad en la vejez, una pensión, el subsidio de desempleo, la sanidad para pobres o incapacitados. “Somos un país mejor por [haber tomado] esos compromisos. Iré más allá: no seríamos un gran país sin esos compromisos”, dijo Obama.
Los republicanos lo ven de otra manera. Su gran punto clave es: no a subidas de impuestos. Su argumento: los más ricos activan la economía; si se les suben los impuestos tendrán menos incentivos para invertir en negocios y gastar, que producen empleos, lo que beneficia a todos los americanos. En suma, la riqueza se crea, no se distribuye.
Por tanto, si el país no ingresa más, habrá que recortar. Los republicanos prefieren que el estado dé menos subsidios. La riqueza de un país es su industria privada y de ahí llegarán los beneficios. “Todo plan que empiece con subidas de impuestos que destruyen empleo no sirve para empezar ningún debate”, dice el líder republicano del Congreso, John Boehner. La mayoría de subsidios, para los republicanos, alargan el ciclo de la pobreza.
La diferencia entre los dos partidos es abismal. La próxima batalla por este asunto será a principios de julio. El gobierno americano necesita entonces que el Congreso permita subir el techo de la deuda del país. Si el Congreso no permite al gobierno que emita deuda, no podrán devolver los intereses ni pagar sus deudas. Sería un desastre. Los republicanos ya han dicho que no aumentarán ese techo si el gobierno no promete más recortes. A ver quién cede.
Obama no solo tiene un problema con el partido rival. Muchos miembros del suyo dicen que ha cedido demasiado. En el presupuesto que aceptó el viernes para lo que queda de este año fiscal -hasta septiembre- Obama firmó tres dólares de recortes por uno de ingresos, aunque parece que la relación más exacta, dicen aquí, es de dos a uno. Sea como sea, los demócratas a su izquierda creen que Obama no ha luchado bastante hasta hoy.
Además, como recordó Obama en el discurso, el último presidente demócrata, Bill Clinton, dejó el país con superávit. Su sucesor, George W. Bush, quiso repartir ese dinero con todos los americanos y recortó los impuestos. Luego llegaron dos guerras y un programa muy caro de medicamentos para la sanidad de los mayores. El déficit se disparó sin que nadie pusiera remedio. Los demócratas dicen que la crisis económica también fue heredada. Sus soluciones -que aumentaron el déficit- fueron obligadas. Por tanto, la culpa de lo que pasa es de los republicanos.
Después de todo, encima, los demócratas ven cómo los republicanos quieren aprovecharse y reducir el estado del bienestar americano, más débil que el de los países europeos. La opinión pública está ahora a favor de los demócratas en la subida de impuestos a los más ricos: 59 por ciento a 37. Pero el argumento republicano de “no a las subidas de impuestos” es potente en Estados Unidos.
Obama ha entrado en una guerra nueva. Ha llegado tarde, cuando ya los republicanos habían puesto su propuesta en la mesa. Las peleas serán teóricas hasta principios de julio. Pero entonces llega el primer asalto de este plan a largo plazo. Luego vendrá el debate del presupuesto para 2012, después del verano. Serán meses de un debate arduo. Casi una lucha.
Fuente: http://www.obamaworld.es/2011/04/14/obama-se-prepara-para-otra-guerra/
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