OSCAR UGARTECHE| La integración estratégica es aquella que hacen los intereses empresariales que luego son ratificados o formalizados por los Estados. Se reúnen en Lima cuatro presidentes el 2 de mayo a firmar el acuerdo del Bloque del Pacifico. En lo que podría entenderse como un contrapeso a la influencia brasileña en Sudamérica, los tres países que han resistido a otras formas de integración sudamericana ahora consolidan esta posición anti sudamericana.
Los tres gobiernos sudamericanos del grupo (Chile, Colombia y Perú) tiene en común no haber firmado el acta de constitución del Banco del Sur, no tener acuerdos comerciales con el MERCOSUR vigentes –son observadores–, tener TLCs firmados con Estados Unidos que aseguran arancel de 0% – lo que impide el acuerdo con el MERCOSUR cuyo piso es 5% – y carecer de un sector industrial nacional significativo.
México tiene un sector industrial trasnacional muy importante que está buscando mercados nuevos a la luz del muy pesimista horizonte económico de su socio principal y vecino del norte frente al dinamismo de los sudamericanos. El principal y más dinámico socio comercial de México en Sudamérica es Brasil.
Los tres países sudamericanos tienen las bolsas de valores interconectadas a través del Mercado Integrado Latinoamericano (MILA – que solo incluye a estos tres) y hacen cotizaciones en común, con lo que el peso de los grupos financieros inversionistas en la política internacional de esos tres es grande.
El valor de capitalización de las tres bolsas suma 338,000 millones de dólares. Operadores importantes en estas tres bolsas son los fondos de pensiones privados vinculados todos a la gran banca de estos países y a España, centralmente. Al ser un mercado integrado, ninguna inversión es extranjera y lo que facilitará a partir de mayo del 2011 el movimiento de los fondos de pensiones entre los mercados sin restricciones.
Actualmente hay restricciones nacionales a las inversiones en el exterior de los fondos de pensiones privados. Un horizonte hipotético sería la incorporación de las bolsas de Sao Paulo y Buenos Aires al MILA con lo que se conformaría un mercado sudamericano de valores. Otro es que se alíen con México, que ya está interconectado con las bolsas de Nueva York.
La división en América del Sur es clara entre países con alguna industrialización y ampliación del mercado interno, y los que no. Los cuatro del bloque están entre los que no. La intriga es qué hace México en ese bloque.
Con una política exterior debilitada y muy fuertemente relacionada a la voluntad de Washington, según se ha podido ver en los correos de Wikileaks; y con América Latina desaparecida de su agenda publica; tiene en común con Colombia y el Perú al narcotráfico. También en segundo lugar tiene en común con los tres países las inversiones en telefonía del mexicano Carlos Slim a través de Claro-América Móvil y Comcel en Colombia.
De los cuatro países del bloque, solo México tiene empresas multinacionales de gran talla con inversiones repartidas en todo Americe Latina, según un estudio reciente efectuado en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM por Basave y Gutiérrez Haces. Los tres miembros sudamericanos exportan capitales vía inversiones en bolsa.
Mientras hay una visión estratégica empresarial del área del Pacifico en común entre los tres países de América del Sur, los mexicanos tienen una visión de la Cuenca del Caribe como su mercado natural y se ha resistido en el plano empresarial con bastante éxito a ampliar su campo de visión a horizontes asiáticos. Dijo un empresario mexicano, “No queremos ser África”, en referencia a inversiones chinas en México. Las trasnacionales estadounidenses asentadas allí, han puesto sus miras en Centro y Sudamérica, igual como lo han hecho las empresas trasnacionales mexicanas.
Quizás lo que más se aproxime a este acuerdo, dados los sendos TLCs existentes con Estados Unidos, sea el difunto ALCA. Para completar un ALCA sin gobiernos independientes de Washington solo faltarían los países centroamericanos. Este acuerdo ciertamente quiere contrapesar la influencia de Brasil en Sudamérica, pero contraproponiéndole no a México, que es el grande de los cuatro, sino a Estados Unidos, que sin duda es potencialmente el mayor exportador industrial a estos cuatro países.
Este es un triunfo temporal para Washington si bien habrá que ver si los parlamentos nacionales lo ratifican. Marco Aurelio García, asesor internacional de Dilma Rousseff, señala en una entrevista en la Folha de Sao Paulo que este bloque no es una amenaza para Brasil, lo que es verdad.
El error es pensar que esta es una iniciativa para beneficio de uno de los cuatro miembros y no de un quinto siguiendo el principio de a río revuelto. El Bloque del Pacifico no está hecho para competir sino para bloquear la expansión económica y política, en especial en el contexto actual, a través del Perú, ahora virtual socio político de Brasil.
Termina Marco Aurelio García su entrevista diciendo “Para saber cuál será la trascendencia de ese bloque, deberíamos aguardar las elecciones del 5 de junio en Perú. Cualquier decisión allá tiene validez de dos meses”, dijo el funcionario brasileño, al aludir a la inminencia de un cambio de mando en el Perú después de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales entre el nacionalista Ollanta Humala y la derechista Keiko Fujimori.”. Y tiene razón.
Lo que es menos claro es cuan reversibles son los intereses económicos de este bloque y, sobre todo, cuan reversibles son los intereses de las corporaciones multinacionales estadounidenses por ampliar sus mercados en Sudamérica a través de México. Todo está por verse. ¿Puede Brasil regresar a México a Latinoamérica? Para algunos importantes analistas internacionales mexicanos esto sería un error.
La única movida posible es Washington y ni en el equipo de López Obrador hay otra idea. Hay que entender que México está en este bloque del Pacífico por su visión política del norte y no del sur aunque los empresarios estén mirando al sur. Por cierto, México tiene TLCs con los tres países del sur, y existen acuerdos análogos entre ellos igualmente.
¿Puede el MERCOSUR algún día ser de interés para Chile que no obstante todo sigue siendo exportador de cobre básicamente? La principal fuente de importaciones de Chile es Argentina. El Perú y Colombia comparten la Amazonía con Brasil y deberían de tener agendas ambientales convergentes además de tener intereses infraestructurales en común. El juego político de este bloque es a favor de Washington, y el juego económico básicamente para las corporaciones estadounidenses. No nos confundamos.
El bloque sirve no para competir sino para bloquear, valga la redundancia. No es un “building block” (ladrillo) sino un “stumbling block” (obstáculo) en el camino de la integración en marcha. Con suerte, la dinámica de UNASUR seguirá su curso, con sus ausentes habituales. Ahora toca consolidar el consejo económico y financiero del MERCOSUR lanzado en Buenos Aires a inicios de marzo con la ausencia del Perú.
*Economista peruano del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, México. Es presidente de ALAI y coordinador del Observatorio Económico de América Latina (OBELA) www.obela.org
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