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Las cosas que uno medita mucho o quiere que sean 'perfectas', generalmente nunca se empiezan a hacer...
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"Cada mañana, miles de personas reanudan la búsqueda inútil y desesperada de un trabajo. Son los excluidos, una categoría nueva que nos habla tanto de la explosión demográfica como de la incapacidad de esta economía para la que lo único que no cuenta es lo humano". (Ernesto Sábato, Antes del fin)
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lunes, 25 de abril de 2011

Realidad y programa

Algunas modificaciones en el programa de Gana Perú se han convertido en tema de debate o de áspera crítica. En verdad, la política nacional y mundial está repleta de casos de cambio de programa antes de llegar al poder o después.

Lenin impulsó una nueva política económica moderada luego de una primera etapa de la revolución rusa. Franklin Delano Roosevelt, presidente de Estados Unidos, había prometido, como candidato, que continuaría el sistema de amplia libertad económica, pero el gran crash lo obligó a implantar un sistema de fuerte intervención estatal.

“No se llegó a una economía planificada pero sí se hizo del gobierno federal una de las fuerzas decisivas de la industria norteamericana”, ha escrito Hedley Donovan en su libro De Roosevelt a Reagan. En Estados Unidos hay marxistas que creen que Roosevelt salvó, gracias a sus reformas, al capitalismo estadounidense, que se había venido abajo y que arruinó a economías a él ligadas, inclusive la del Perú.

En 1940, en campaña presidencial, Roosevelt prometió a sus conciudadanos: “Vuestros hijos no van a ser enviados a ninguna guerra extranjera”. Pero el 7 de diciembre de 1941, 183 aviones japoneses bombardearon durante dos horas la base norteamericana de Pearl Harbor y destruyeron 152 de los 231 aviones estadounidenses, averiaron siete de ocho destructores y mataron a 2,403 soldados.

¿Tenía Roosevelt que ser fiel a su promesa?

Lo cierto es que los programas políticos tienen que responder a la realidad, no la realidad a los programas. Me refiero aquí a la realidad nacional e internacional.

Lo exigible es una opción clara: ¿con el interés de la mayoría o con la minoría de los oligarcas? ¿por el cambio o por el continuismo? (Fujimori cambió en 1990, pero no debido a la realidad, sino a la voluntad del Fondo Monetario Internacional).

Los programas electorales, que no son la sagrada Biblia, tienen que adecuarse, además, a la coyuntura. Han de tomar en cuenta, por ejemplo, emergencias como catástrofes naturales, desafíos militares o crisis global de la economía.

Tiene razón, por otra parte, el doctor Fernando Vidal, presidente del Tribunal de Honor del Jurado Electoral, cuando precisa que la Constitución no prohíbe los cambios en un plan de gobierno. Es una disposición del Jurado Nacional de Elecciones la que establece esa prohibición. Pero es ésta una medida de menor jerarquía y que, para más señas, contraría la Ley Orgánica de Elecciones y la Ley de Partidos Políticos.

Por eso mismo, yerra el doctor Vidal cuando anuncia que al final del proceso electoral pedirá que se dicte una norma con categoría constitucional para que el cumplimiento programático sea obligatorio.

Lo que sí resulta razonable y democrático es exigir precisiones sobre lo programado y respeto por las promesas centrales.


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