Así lo afirmó monseñor Pietro Parolin, recientemente designado por el
propio papa Francisco para reemplazar al cuestionado Tarcisio Bertone
como secretario de Estado del Vaticano, durante una entrevista al diario El Universal de Caracas.
“El celibato no es un dogma de la Iglesia y se puede discutir porque es...
una tradición eclesiástica”, afirmó Parolin al ser consultado sobre las reformas que se quieren introducir en la Iglesia Católica.
“Se puede hablar, reflexionar y profundizar sobre estos temas que no son de fe definida y pensar en algunas modificaciones, pero siempre al servicio de la unidad y todo según la voluntad de Dios. No es lo que me plazca sino de ser fieles a lo que Dios quiere para su Iglesia”, agregó el futuro número dos de la Santa Sede.
Sin embargó remarcó que existen dogmas definidos e intocables, instituidos por Jesús y que no se pueden cambiar pues de lo contrario se pondría en peligro “la esencia de la Iglesia”.
“La Iglesia nunca podrá cambiar al punto de adaptarse completamente al mundo. Si lo hiciera y se perdiera en él, ya no cumpliría su misión de ser sal y luz para todos”, refirió.
"Hay que tener en cuenta que tenemos dos mil años de historia. Ahora, esta historia no ha pasado en balde. No se trata sólo de volver al pasado, por lo menos en las formas externas, sino de volver a los principios fundacionales de la iglesia. Se cree que el Papa lo va a revolucionar todo, pero los contenidos de fe no se pueden cambiar", puntualizó.
“El celibato no es un dogma de la Iglesia y se puede discutir porque es...
una tradición eclesiástica”, afirmó Parolin al ser consultado sobre las reformas que se quieren introducir en la Iglesia Católica.
“Se puede hablar, reflexionar y profundizar sobre estos temas que no son de fe definida y pensar en algunas modificaciones, pero siempre al servicio de la unidad y todo según la voluntad de Dios. No es lo que me plazca sino de ser fieles a lo que Dios quiere para su Iglesia”, agregó el futuro número dos de la Santa Sede.
Sin embargó remarcó que existen dogmas definidos e intocables, instituidos por Jesús y que no se pueden cambiar pues de lo contrario se pondría en peligro “la esencia de la Iglesia”.
“La Iglesia nunca podrá cambiar al punto de adaptarse completamente al mundo. Si lo hiciera y se perdiera en él, ya no cumpliría su misión de ser sal y luz para todos”, refirió.
"Hay que tener en cuenta que tenemos dos mil años de historia. Ahora, esta historia no ha pasado en balde. No se trata sólo de volver al pasado, por lo menos en las formas externas, sino de volver a los principios fundacionales de la iglesia. Se cree que el Papa lo va a revolucionar todo, pero los contenidos de fe no se pueden cambiar", puntualizó.
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