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Las cosas que uno medita mucho o quiere que sean 'perfectas', generalmente nunca se empiezan a hacer...
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"Cada mañana, miles de personas reanudan la búsqueda inútil y desesperada de un trabajo. Son los excluidos, una categoría nueva que nos habla tanto de la explosión demográfica como de la incapacidad de esta economía para la que lo único que no cuenta es lo humano". (Ernesto Sábato, Antes del fin)
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miércoles, 15 de junio de 2011

El gordo es ancho y ajeno

Publicado: 15 de junio del 2011
No se ha comentado el interés personal de Alan García en la colocación de un monumento a Cristo en el Morro Solar de Chorrillos. Lo que persigue es que en el pedestal de la estatua figure su nombre.

Ese afán no es dictado por fervor religioso. Basta saber que la escultura será financiada por la empresa constructora brasileña Odebrecht, privilegiada por García en contratos multimillonarios, facilitados por arreglos y dólares bajo la mesa.

El homenaje supuesto significa entonces un agravio, porque presenta a Cristo como protegido por la inmoralidad.

Hace cerca de un siglo, Abraham Valdelomar fingió una entrevista con el Señor de los Milagros. Mi imaginación me llevó a parodiar la invención del poeta.

Confieso, pues, que mi diálogo con el Crucificado no es creación original. Pero recuérdese que el propio Cristo de García no es escultura recién creada: es copia fiel del Cristo de Copacabana, que preside el paisaje entero de Río de Janeiro.

Se produjo por mi imaginaria vía el siguiente diálogo:

-Señor Jesucristo: ¿qué opina usted de esa gigantesca estatua que quieren dedicarle?

-No me gusta, porque, como usted sabe, prediqué la humildad y llamé a mis discípulos a abandonar riquezas y propiedades. ¡Cómo voy a aceptar que en un país donde muchos pobres se mueren de hambre se gasten millones para un monumento pensado con segundas intenciones!

-¿Quiere decir, Señor, que éste es un homenaje insincero?

-En efecto. En verdad, en verdad os digo: en materia de fe, el gordo es ancho y ajeno. Si realmente creyera en mí, debería abandonar su hábito de favorecer a los ricos contra los pobres, de encarecer en lugar de multiplicar el pan, de ordenar matanzas de gente que reclama derechos y de enriquecerse con el pretexto de que la plata viene sola. También debería ordenar que su nombre no aparezca en el monumento. Eso, en el caso de que su capricho se materialice.

La efigie que García quiere plantar me trae a la memoria el gigantesco monumento a Pachacútec que el entonces alcalde cusqueño Daniel Estrada mandó colocar a la entrada de la Ciudad Imperial. Muchos creyeron ver en el rostro del inca pétreo un curioso parecido con la cara del burgomaestre.

En el caso presente, el mandatario aprista tendría que perder muchos kilos para que su físico guarde alguna semejanza con el delgado cuerpo de Cristo.

Esa delgadez, signo de una vista ascética, se pondrá de manifiesto el próximo 26 de junio, el día del Corpus Christi. El doctor García podría aprovechar la ocasión para prometer a Cristo que después de abandonar el poder no se dedicará al goce de las riquezas mal habidas –que llegaron “solas”–, o a velar por la impunidad para él y sus cómplices, sino que se someterá a la justicia nacional e internacional, que lo requiere.
 

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