“Si algo realmente me ha llenado de orgullo como tal es haber colaborado decisivamente a parar a Humala” (Aldo Mariátegui, Correo, 2 de octubre de 2006)
Un momentito: ustedes han ganado con las justas (Aldo Mariátegui, Correo 7 de junio de 2011)
En el 2006, el director de Correo estaba orgulloso de su victoria de 52.6% a 47.4% (alrededor de 600 mil votos), corriendo con el caballo de Alan García sobre Ollanta Humala. Pero el 2011, el mismo tipo levanta la mano y dice que se detengan las máquinas que aquí casi hubo empate: 51.5% versus 48.5% (alrededor de 500 mil votos), como si hace cinco años la estrechez de votación hubiera tenido algún significado real y hubiera sido tomado en cuenta por los que tomaron el gobierno.
En el 2006, el Perú era una mitad volviendo a elegir al que había sido señalado como “el peor presidente de nuestra historia”, para cerrarle el paso a la otra mitad cuyo candidato recibió el mote de antisistema, y cuyos electores provenientes de los sectores populares y de las provincias del interior del país fueron motejados de ignorantes, descontentos, amargados y con ganas de joder, cuyos votos no valían nada y terminaron embolsados en la fórmula del perro del hortelano.
García explicó que el mandato que había recibido sólo se debía al 20% derechista que le ayudó a triunfar en segunda vuelta, con lo que quería anunciar que el inmenso aparato que se armó tras la fallida candidatura de Lourdes Flores sería cooptado para su gobierno.
Hoy, el periodista favorito de García se esconde tras un asunto de números, para indicar que el aparato está por fuera del gobierno: los bancos y las grandes empresas, los principales medios de comunicación, la tecnocracia y el militarismo, los partidos de derecha y las embajadas amigas, empezando por la que todos visitan, están ubicados en el campo de los perdedores. Así que casi la mitad con todo este poder es bastante más, que casi la mitad con Ollanta Humala el 2006. Entender esto es apreciar la magnitud de lo que ha ocurrido el 5 de junio y tomar conciencia de cómo será la pelea de los siguientes años para realizar el programa de cambios.
En el balance del gobierno que acaba se suele decir que no escuchó la voz de los pueblos que se había hecho sentir en las anteriores elecciones. Increíblemente el escenario que permitió al inmovilismo ganar con las justas el 2006, se repitió en el 2011, pero con el resultado inverso. Esto puede parecer la obra de un perfecto pelmazo; pero si se ve bien, la indiferencia hacia la presión social y la repetición de Baguazos, chalazos, islayazos, espinarazos, cuscazos y puneñazos, iba de la mano con la apertura sin condiciones a las inversiones, que se arreglaban de espaldas al resto del país, como si los gobernantes pudieran disponer del país libremente.
El voto de junio ha censurado ese orden de prioridades y ha marcado la ruta que debe seguir el país. Lo ha hecho de manera democrática. Y si fuéramos coherentes habría que decir caballero, ustedes ganaron, nosotros nos preparamos para la siguiente vez. Pero nada permite creer que los derrotados de esta vez actúen como los de otras veces. Los primeros editoriales de la prensa de la guerra sucia lo preanuncian.
Fuente: http://www.diariolaprimeraperu.com/online/columnistas/las-dos-mitades-del-per_88020.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.