Hallazgo. Caminos y albergues de la única rebelión indígena que nunca se rindió. Expedición de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos exploró las selvas de chanchamayo y comprobó la existencia de construcciones y caminos de piedra utilizados por los rebeldes. Vea fotos del último refugio de Juan Santos Atahualpa.
Roberto Ochoa B.
Covakitzi–el gavilán– era un guerrero que habitó las alturas del río Tulumayo, en el distrito de Vitoc, y luchó al lado de Juan Santos Atahualpa en la guerra de guerrillas contra los españoles. Covakitzi vivía en una cuesta empinada desde donde vigilaba a las tropas del virrey. Conocía caminos secretos y se refugiaba en las cumbres cubiertas de selvas impenetrables. Covakitzi nunca se rindió. Antes de morir se transformó en gavilán y sigue vigilando a los hombres.
La leyenda de Covakitzi es una de las numerosas tradiciones guerreras de Chanchamayo recopiladas por Pablo Macera y Enrique Casanto en el libro El poder libre asháninka, Juan Santos Atahualpa y su hijo Joselito (*), donde se pueden leer las hazañas de guerreros míticos que lucharon en la larga e inconquistable rebelión indígena que sacudió el Virreinato del Perú a mediados del siglo XVIII.
Casi 250 años después de la misteriosa muerte de Juan Santos Atahualpa, una expedición organizada por la Escuela de Arqueología de la Universidad Mayor de San Marcos, dirigida por Daniel Morales –experto en arqueología de selva– recorrió las montañas de Chanchamayo para descifrar un misterio: la existencia de...
caminos y construcciones de piedra en medio de la selva virgen.
Guiados por el poblador Vidal Tito Medina, los arqueólogos Daniel Morales, Gori Tumi y José Bastante, y 42 alumnos de la Escuela de Arqueología partieron desde San Ramón, a orillas del río Chanchamayo. Antes de partir, Vidal Tito señaló una cumbre lejana cubierta de selva y oculta tras nubarrones de aguacero. “Ahí donde nace la lluvia, ahí tenemos que subir”, dijo sin advertir su difícil acceso.caminos y construcciones de piedra en medio de la selva virgen.
“El pico se llama Huacrash (‘cuerno’), pero mi padre decía que los antiguos lo llamaban ‘el Mirador de Atahualpa’, porque desde ahí se puede controlar el movimiento de toda la zona”, agregó Tito Medina.
La caravana llegó hasta el poblado de Vizcatán luego de pasar por el poblado de Vitoc–el más antiguo de la zona– y de un accidentado ascenso por la quebrada del río Tulumayo. En el camino pasamos por la enorme “relavera” de una antigua mina.
La caravana con los expedicionarios solo pudo llegar a Vizcatán, donde se acaba la accidentada trocha carrozable. Casi de inmediato se inició una ardua caminata en ascenso de aproximadamente diez kilómetros, pasando por algunas chacras de cacao y de “monte alzado” para el ganado hasta internarse en el bosque nuboso tropical.
Al amanecer del día siguiente y luego de pernoctar en el campamento base ubicado en las faldas del “Mirador” –soportando hasta ocho aguaceros nocturnos que inundaron carpas y equipos–, los expedicionarios comprobaron el imponente paisaje que rodea al monte, solo comparable con el que rodea a Machu Picchu.
Morales organizó varios grupos que fueron registrando los numerosos restos arqueológicos (hasta 200) cubiertos por la densa vegetación. La sorpresa mayor fue durante el ascenso a la cumbre del “Mirador”, donde los arqueólogos identificaron muros de piedra ocultos bajo la implacable maleza del monte, incluyendo un camino escalonado con piedras.
A decir de Morales, el sitio arqueológico ocupa las colinas y la cumbre de un cerro boscoso nuboso tropical de difícil acceso desde los 2.113 a 2.700 msnm. Se han observado viviendas circulares con muros de piedras canteadas . El sitio ha tenido un gran camino trajinado en bajo relieve a manera de zanja y en las cuchillas del cerro es aterrazado a manera de los caminos epimurales. El sitio se asocia a una cueva que parece una falla geológica donde enterraban a sus muertos (ver ilustraciones).
El último día de la expedición, y cuando nos disponíamos a regresar a Vizcatán, un gavilán sobrevoló el campamento. Vidal Tito nos dijo: “Debe ser el guerrero Covakitzi que vigila el último refugio de Juan Santos Atahualpa”.
La clave
Epicentro rebelde. Vitoc, Tulumayo y la mina, fueron el epicentro de la rebelión de Juan Santos Atahualpa Huayna Cápac Apu Inca, un cusqueño mestizo, instruido por los jesuitas, que encabezó una sangrienta, mesiánica e inconquistable rebelión en 1742.
Uno de sus méritos fue convocar a las etnias asháninkas, matsiguengas, yaneshas, shipibas y nomatsiguengas –hartas de los abusos de los encomenderos y misioneros españoles– en una rebelión que provocó una crisis política virreinal y que abarcó los actuales departamentos de Junín, Cerro de Pasco, Cusco, Apurímac, Ucayali y Madre de Dios. El “Mirador de Atahualpa” sirvió para observar el movimiento de las tropas españolas.
Fuente: http://www.larepublica.pe/25-06-2011/conozca-el-ultimo-refugio-de-juan-santos-atahualpa
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