Tenía que haber un cambio de gobierno para que se imponga la sensatez y se supere la política de “cuerdas separadas” en las relaciones con Chile, como ha anunciado el presidente electo, confirmando que comienzan tiempos de renovación, sin que ello signifique manejo irresponsable, belicosidad ni quiebra de las relaciones fluidas y de contenido de reciprocidad que debemos mantener con los países vecinos, máxima con los limítrofes, con los que nos necesitamos mutuamente.
En adelante, ha dicho el ganador de la Presidencia por voluntad popular, las relaciones con el país del sur serán integrales, lo que entendemos como una visión de conjunto en la que estarán todos los problemas históricos y vigentes, las soluciones posibles, los desarrollos y todo lo concerniente a tan importante vinculación.
Ha dicho atinadamente el próximo gobernante de todos los peruanos que la mejor manera de mejorar las relaciones bilaterales es abordar los temas históricos y resolverlos, porque es así como nuestros dos países se van a hermanar, de cara al futuro y con la convicción de que “tenemos que llevarnos bien y que eso implica mejorar nuestras relaciones económicas, culturales y comerciales”, agregó.
Tal visión es más realista que la de enterrar la cabeza como la avestruz y creer que es realmente posible mantener, por ejemplo, “encapsulado” el diferendo de límites marítimos con Chile y desarrollar al mismo tiempo las relaciones en otros ámbitos como si el diferendo no existiera, sobre todo en el terreno económico, de manera tan conveniente para nuestro vecino del sur.
Nuestro vecino ha aplaudido esa política, pero no la ha practicado, sobre todo cuando reaccionó irritado porque el Perú buscó una solución jurídica y civilizada al diferendo de límites marítimos y llevó el diferendo a la Corte Internacional de La Haya, una decisión tomada por el gobierno bajo la presión social y casi a desgano, lo que es menester recordar, por si alguien lo hubiera olvidado.
Para Chile no hubo cuerdas separadas, pues su gobierno no solamente congeló y demoró la aprobación de un acuerdo comercial ampliado, sino que suspendió las importantes reuniones “dos más dos” de cancilleres, ministros de defensa y jefes militares, cuyo contenido es establecer mecanismos y medidas de confianza mutua en materia política y de defensa. Peor aún, lanzó una operación de espionaje, como si fuéramos un país enemigo.
No hubo entonces “cuerdas separadas” y el gobierno que hoy vive sus últimas semanas tuvo que redoblar esfuerzos para descongelar esos aspectos de la relación bilateral.
Habrá, pues, mayor sentido de la realidad en las relaciones con Chile, una mayor franqueza, con una perspectiva integral que considera que todos los temas de la relación bilateral están interrelacionados. Y esto no afectará, en absoluto, el desarrollo del diferendo en La Haya ni a la vinculación bilateral, a la que le hará bien que los problemas sean abordados y discutidos hasta solucionarlos, uno a uno, en aras del reencuentro histórico de dos pueblos que deben hermanarse.
Fuente: http://www.diariolaprimeraperu.com/online/la-primera-palabra/nuevas-relaciones-con-chile_87899.html
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