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Las cosas que uno medita mucho o quiere que sean 'perfectas', generalmente nunca se empiezan a hacer...
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"Cada mañana, miles de personas reanudan la búsqueda inútil y desesperada de un trabajo. Son los excluidos, una categoría nueva que nos habla tanto de la explosión demográfica como de la incapacidad de esta economía para la que lo único que no cuenta es lo humano". (Ernesto Sábato, Antes del fin)
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martes, 11 de diciembre de 2012

Sodalicio y fascismo

Tomado del blog Las líneas torcidas, de Martín Scheuch.- El Sodalicio de Vida Cristiana siempre se ha preciado de seguir a pies juntillas las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia, aunque –a falta de una hermenéutica adecuada– no se hayan hecho esfuerzos suficientes para distinguir en los documentos vaticanos lo que corresponde a circunstancias históricas concretas y lo que tiene validez universal. La aproximación a los documentos emanados de la Santa Sede ha sido, por lo general, fundamentalista, dándole la misma validez a lo que es enseñanza firme de la Iglesia que a lo que puede ser mera opinión de...
un Pontífice.
Respecto a determinadas ideologías del siglo XX, el Sodalicio ha seguido las enseñanzas sociales de la Iglesia, rechazando el capitalismo liberal, el comunismo y el marxismo, el nazismo y, por supuesto, el fascismo, cuyas ideas básicas fueran condenadas por el Papa Pío IX en su encíclica Non abbiamo bisogno (29 de junio de 1931). Sin embargo, parece como que en el Sodalicio se hubiera interpretado que las frases condenatorias se aplicaban sólo al fascismo de Benito Mussolini y no a otros tipos de fascismo, si tenemos en cuenta que la figura de José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange Española y admirador del fascismo italiano, fue muy apreciada en el Sodalicio de los inicios, e incluso algunas de sus ideas pasaron a formar parte del ideario sodálite.
Corneliu Zelea Codreanu
Otro personaje que también era muy admirado fue Corneliu Zelea Codreanu (1899-1938), rumano, líder de la Legión de San Miguel Arcángel, organización fascista, ultraortodoxa, antisemita y ultranacionalista, que a la vez contó con una rama paramilitar, la Guardia de Hierro. A diferencia de otros movimientos de corte fascista que se desarrollaban en aquel entonces en Europa, adoptaron una postura fuertemente religiosa, con tintes de misticismo, centrada en la defensa de la Iglesia Ortodoxa Rumana y en una concepción medievalista del estado como comunión religiosa. Tuve la oportunidad de conocer la historia de Codreanu a través de una biografía que me prestó Germán Doig allá en el año 1978 –Carlo Sburlati, Codreanu el Capitán: Vida y muerte de Codreanu, fundador y Jefe de la Guardia de Hierro rumana (Editorial Acervo, Barcelona 1970)– cuando yo sólo tenía 15 años de edad. Era un libro que también recomendaba Luis Fernando Figari, sobre todo para que aprendiéramos la actitud que debíamos tener ante la vida y el mundo que nos rodeaba, una actitud combativa que implicaba la posibilidad de llegar incluso al sacrificio supremo de la vida por defender la fe cristiana.
Desde sus orígenes el Sodalicio, siguiendo el Magisterio de la Iglesia, condenó el fascismo en cuanto a su doctrina y su ideología, pero aparentemente asumió varios aspectos de su mística a través de la mediación del pensamiento de personajes de impronta cristiana pero que encajan en líneas generales dentro del modelo fascista.
Recientemente me topé con una colección de preceptos o mandamientos del fascismo italiano, agrupados en decálogos para facilitar su memorización (ver http://www.thule-italia.net/fascismo/IlDecalogoFascista.html). De entre todas esos preceptos me llamaron la atención las siguientes, que presento aquí traducidos:
¡Un compañero debe ser un hermano!
1° Porque vive contigo. 2° Porque piensa como tú.
…quien sabe obedecer, puede después mandar.
El voluntario no tiene atenuantes cuando desobedece.
Un camarada es para ti un hermano: vive contigo, piensa como tú, lo tienes al lado en la batalla.
La obediencia consciente y total es la virtud del legionario.
Usa toda tu inteligencia para comprender las órdenes que recibes y todo tu entusiasmo para obedecer.
…no ames la felicidad del vientre y desdeña la vida cómoda;
desafía el peligro y busca la lucha;
considera el trabajo un deber y el deber, una ley;
mira el sacrificio como una necesidad y la obediencia como una alegría;
concibe la vida sólo como un esfuerzo continuo de elevación y de conquista;
mantente dispuesto a cualquier renuncia, incluso a la suprema.
Cumple siempre tus deberes de hijo, de hermano, de estudiante, de camarada.
Ser intransigentes, dominicanos. Firmes en el propio puesto del deber y del trabajo, cualquiera que éste sea. Igualmente capaces de mandar y de obedecer.
No tengo la más mínima duda de que si se le presentaran estas máximas a un miembro de vida consagrada del Sodalicio de Vida Cristiana, sin mencionarle la fuente, las suscribiría de inmediato, pues yo mismo he escuchado con frecuencia frases similares durante mi paso por comunidades sodálites, especialmente aquellas referentes a la disciplina de la obediencia y a la fraternidad que se deriva de la camaradería, y que en el Sodalitium confunden con amistad.
Hace ya algún tiempo un adherente sodálite que tenía la intención de seguir perteneciendo al Sodalicio –al igual que yo en ese momento– me escribió, desarrollando el tema del “fascismo” presente en la estructura disciplinar de la institución. Si bien se trata solamente de una opinión, que probablemente esta persona no suscribiría actualmente en todos sus detalles, considero que estas reflexiones sinceras pueden servir para dar inicio a una fructífera discusión sobre el tema.
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“EL CORAZÓN FASCISTA” (10 de marzo de 2004)
No se puede negar este espíritu en los inicios y el presente del SCV [Sodalitium Christianae Vitae]; es parte de su historia y de la historia de la humanidad. El SCV surge en un tiempo relativamente similar al del Opus Dei, es decir, ambas respuestas desde la fe se dan en una situación “histórica concreta” y desarrollan -parafraseando a Maritain- un “ideal histórico concreto” desde su fe, desde su juventud, desde su situación donde el avance marxista era evidente, donde la teología de la libeación ejercía su influjo y donde las respuestas fascistas nacionales/religiosas fueron una respuesta a los momentos de la humanidad.
Por lo tanto, hay que reconocer el influjo que tuvo en LF [Luis Fernando Figari] la situación histórica y el desarollo de un ideal, una respuesta “asimétrica” en unos casos, en otros paralela a los movimientos ideológicos del momento; y esto marcó profundamente a LF, como marcaría profundamente a Escrivá.
Esta impronta fascista ha marcado para siempre al SCV y es parte -evidentemente en mi opinión- de su misma esencia, del atractivo que ejerce sobre un joven líder que busca cambiar el mundo.
Evidentemente, estas frases pueden escandalizar a más de uno, pero yo digo: ¿qué es el fascismo?
Aspectos saltantes son: ante todo un intento político revolucionario, transfomador de la sociedad, conservador, de corte militar y dictatorial, que tiende a engrandecer al líder (superhombre) y que es capaz de atraer masas y comprometerlas en ideales desde los más terribles (fascismo) hasta los más ¿nobles?, quizás…
Sin embargo, más que quedarse en su análisis, hay que analizar el “espíritu del fascismo”, tarea difícil. Tan sólo me limitaré a delinear algunos aspectos de su “espíritu” tal como yo lo entiendo:
Valores tipo A:
Un sentido muy marcado de misión.
Misión que tiene como culmen la transfomación radical de la sociedad.
Misión que demanda para dicha tansformación radical la eficiencia; aspecto que demandan a su vez necesariamente la vivencia de la virtud, entre las cuales destacan: el heroísmo, el liderazgo, la fortaleza, la entrega, el ideal caballeresco.
El cumplimiento de la misión pasa por la disciplina férrea y por una estructura que la facilita y que la haga eficiente.
La hermandad o “fellowship” resulta un eje y medio para su cumplimiento; dejar de ser parte del “fellowship” es un acto que atenta directamente contra la misión.
Este espíritu, antes que fascista (aunque se identifica con éste), prefiero llamarlo “espíitu del caballero”, conservador y radical, el cual resalta la vivencia de la virtud y que es capaz, por su atractivo, de atraer a jóvenes, especialmente aquellos con mayor capacidad históricamente comprobada de cambiar la historia, como es la burguesía (basta analizar su rol en la Revolución Francesa).
Sin embargo, este espíritu caballeresco deviene en fascismo cuando con él surgen los siguientes problemas:
“Valores” tipo B:
La misión y el cambio social pasa a ser un proyecto político.
Se tiende al culto de la imagen del líder.
Aquellos que no comparten el ideal del “Duce” o que por su condición de vida no lo pueden vivir, pasan a ser ciudadanos de segunda categoría.
La reciedumbre física y la fortaleza de carácter resultan sustanciales y su logro admite cualquier práctica física o psicológica.
Se cae en el error de sentirse superiores, libres de todo error de fondo.
Creo que nuestro querido SCV en un sentido tiene este “espíritu caballeresco” que en su expresión errada ha asumido aspectos del tipo B. El SCV jamás renunciará a sus valores de tipo A; dejaría de ser él mismo, dejaría de ser y de contener lo que hizo que yo me acerque a él, pero tiende a su vez a caer en el tipo B, tipo en el cual cayó en sus inicios, aunque luego Dios y sus “superiores” con sabiduría han sabido aproximarlo más al tipo A.
El reto está en que no devenga en el tipo B, y su grandeza está en que sea él mismo, el tipo A. Por algo Dios los llamó (al SCV y al Opus Dei) en una situación similar, dando una respuesta similar, donde hoy se requieren valores tipo A para una Nueva Evagelización, siendo sin duda algunos de estos valores los que llevaron a los jesuitas a evangelizar el Nuevo Mundo.
El SCV tiene en su corazón esos dos enormes potenciales de los valores tipo A y de los “valores” tipo B. Dependiendo de la santidad de sus miembros, será lo que Dios quiere. De lo contrario, prevalecerán los “valores” tipo B y la misión no será cumplida.
¿Qué es lo me atrajo a mí al SCV? Su “fellowship spirit”, su “espíritu caballeresco”, los “hombres de azul”, y a la vez su “espíritu fascista”, tan enormemente atractivo en un mundo que sigue esperando a un Salvador. Quitarle ese espíritu sería su muerte.
En síntesis, urge centrarnos cada día más en la “espiritualidad de María”, y que ella, la Reina del Universo, la “Doncella de Nazaret”, la “Stella Maris” nos enseñen a ser auténticos sodálites.
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Quisiera terminar citando dos preceptos fascistas:
Desobedecer a un comandante tuyo, quiere decir desobeder a toda la jerarquía de tus superiores, a la cabeza de la cual está el Duce.
Mussolini siempre tiene razón.
Si reemplazamos “el Duce” y “Mussolini” por “Luis Fernando Figari”, obtenemos una breve descripción de la obediencia tal como se practicó en el Sodalicio de Vida Cristiana. Lo cual nos lleva a preguntarnos si la disciplina de la obediencia que siempre ha pregonado Figari tiene raíces fascistas, asumidas –consciente o inconscientemente– a través del pensamiento de José Antonio Primo de Rivera, recibiendo después una justificación teológica, o si se trata de una reflexión que se originó a partir de un encuentro con la Palabra de Dios. Por las características que ha tenido esta obediencia en la práctica -–de estilo militar, recurriendo a veces a la manipulación, sin respetar la conciencia y libertad de las personas, prescindiendo del diálogo–, uno termina teniendo sus dudas. Por el bien de los sodálites y de la Iglesia, espero que estas sospechas carezcan de fundamento.

Fuente: http://lamula.pe/2012/12/10/sodalicio-y-fascismo/pedrosalinas

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