Por Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe
Lobby brasileño en el Perú : O mais grande do mundo.
El domingo pasado fue declarado por el gobierno el día nacional del chicharrón y, como no podía ser de otra manera, ese mismo día se conoció la denuncia de una empresa brasileña –Andrade Gutiérrez– contra otra de su mismo país –Odebrecht, la del Cristo del Morro– por supuestas irregularidades en la licitación por US$583 millones para la construcción del tramo dos del tren eléctrico.
Como se comentó la semana pasada en esta columna, el gobierno del presidente Ollanta Humala y la inversión privada se necesitan mutuamente para tener éxito en sus respectivos espacios. Ninguno podrá triunfar sin el otro. Sin embargo, un obstáculo para lograr una relación articulada y positiva entre los dos es la gran desconfianza mutua que se tienen.
Algo se ha avanzado en las últimas semanas. Mientras Humala mantuvo su discurso moderado, Confiep se tragó algunos sapos tras su desmedido e infructuoso esfuerzo para poner a Keiko Fujimori en Palacio de Gobierno. Esto incluyó una visita al presidente electo, luego de la cual sus directivos apoyaron –sin siquiera ruborizarse– la creación de una aerolínea de bandera, y la divulgación de un comunicado difundido el domingo –‘Por un país con crecimiento e inclusión social’– que, por todo lo que hicieron durante la campaña, parece un mea culpa.
Sin perjuicio de eso...
lo cierto es que el nuevo gobierno y la inversión privada se necesitan mucho uno al otro, y que el presidente electo tiene la responsabilidad de ejercer liderazgo para conducir y acelerar dicho acercamiento.
Hay, sin embargo, el riesgo enorme de que, en medio del desorden propio de un cambio de mando, algunos lobbies indebidos aprovechen esta necesidad de relacionamiento para capturar a integrantes de la nueva administración con el fin de penetrar al sector público para que este sirva a sus intereses particulares antes que los objetivos generales de la sociedad.
Este problema se ha agravado malamente durante el gobierno aprista. El caso más escandaloso fue el de los ‘petroaudios’, que reveló cómo medio gabinete y el equipo del despacho presidencial acabaron metidos en la suite de Fortunato Canaán, pero no es el único pues esto ha sido una danza de lobbies.
En este contexto, es imposible que pase inadvertido el agresivo lobby desarrollado por empresas brasileñas como Odebrecht que, en opinión de varias personas de la comunidad empresarial y estatal, se pasó con frecuencia de la raya.
Este lobby potente cuenta, incluso, con el refuerzo de su gobierno, lo cual le ha permitido avances robustos durante al menos la última década y que, por la creciente vinculación de Humala con Brasil, podría agravarse durante el lustro que viene, generando más chicharrones que ahora. Al paso que vamos, pronto vendrá el día nacional de la feijoada.
Fuente: http://www.larepublica.pe/21-06-2011/chicharron-del-pais
alvarezrodrich@larepublica.com.pe
Lobby brasileño en el Perú : O mais grande do mundo.
El domingo pasado fue declarado por el gobierno el día nacional del chicharrón y, como no podía ser de otra manera, ese mismo día se conoció la denuncia de una empresa brasileña –Andrade Gutiérrez– contra otra de su mismo país –Odebrecht, la del Cristo del Morro– por supuestas irregularidades en la licitación por US$583 millones para la construcción del tramo dos del tren eléctrico.
Como se comentó la semana pasada en esta columna, el gobierno del presidente Ollanta Humala y la inversión privada se necesitan mutuamente para tener éxito en sus respectivos espacios. Ninguno podrá triunfar sin el otro. Sin embargo, un obstáculo para lograr una relación articulada y positiva entre los dos es la gran desconfianza mutua que se tienen.
Algo se ha avanzado en las últimas semanas. Mientras Humala mantuvo su discurso moderado, Confiep se tragó algunos sapos tras su desmedido e infructuoso esfuerzo para poner a Keiko Fujimori en Palacio de Gobierno. Esto incluyó una visita al presidente electo, luego de la cual sus directivos apoyaron –sin siquiera ruborizarse– la creación de una aerolínea de bandera, y la divulgación de un comunicado difundido el domingo –‘Por un país con crecimiento e inclusión social’– que, por todo lo que hicieron durante la campaña, parece un mea culpa.
Sin perjuicio de eso...
lo cierto es que el nuevo gobierno y la inversión privada se necesitan mucho uno al otro, y que el presidente electo tiene la responsabilidad de ejercer liderazgo para conducir y acelerar dicho acercamiento.
Hay, sin embargo, el riesgo enorme de que, en medio del desorden propio de un cambio de mando, algunos lobbies indebidos aprovechen esta necesidad de relacionamiento para capturar a integrantes de la nueva administración con el fin de penetrar al sector público para que este sirva a sus intereses particulares antes que los objetivos generales de la sociedad.
Este problema se ha agravado malamente durante el gobierno aprista. El caso más escandaloso fue el de los ‘petroaudios’, que reveló cómo medio gabinete y el equipo del despacho presidencial acabaron metidos en la suite de Fortunato Canaán, pero no es el único pues esto ha sido una danza de lobbies.
En este contexto, es imposible que pase inadvertido el agresivo lobby desarrollado por empresas brasileñas como Odebrecht que, en opinión de varias personas de la comunidad empresarial y estatal, se pasó con frecuencia de la raya.
Este lobby potente cuenta, incluso, con el refuerzo de su gobierno, lo cual le ha permitido avances robustos durante al menos la última década y que, por la creciente vinculación de Humala con Brasil, podría agravarse durante el lustro que viene, generando más chicharrones que ahora. Al paso que vamos, pronto vendrá el día nacional de la feijoada.
Fuente: http://www.larepublica.pe/21-06-2011/chicharron-del-pais
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