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Las cosas que uno medita mucho o quiere que sean 'perfectas', generalmente nunca se empiezan a hacer...
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"Cada mañana, miles de personas reanudan la búsqueda inútil y desesperada de un trabajo. Son los excluidos, una categoría nueva que nos habla tanto de la explosión demográfica como de la incapacidad de esta economía para la que lo único que no cuenta es lo humano". (Ernesto Sábato, Antes del fin)
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viernes, 16 de noviembre de 2012

Amenazas reales e imaginarias

Gustavo Gorriti, director de IDL-Reporteros  
(Foto: Christian Osés)
LA semana pasada escribí sobre la estridente campaña contra el ex embajador Nicolás Lynch, por haber hablado con una delegación del Movadef en Argentina. Dije que los decibélicos aullidos, sobre todo de fujimoristas, intentaban, con gran deshonestidad intelectual, hacer aparecer ese evento como una derrota en la lucha contra Sendero Luminoso.
La campaña, como era evidente, utilizaba la lucha contra el senderismo como un pretexto y a la vez un instrumento para presionar al gobierno a fin que conceda el indulto a Alberto Fujimori.
Recordé que si alguien negoció, habló, paseó, hizo concesiones a Abimael Guzmán y al Sendero de entonces fue precisamente el...
fujimorato.
Un aparente fujimorista charapa (¿no es esa una contradicción de términos?) llamado Carlos Cumandá, intentó explicar eso en una carta a Caretas. Según Cumandá, “no se puede comparar la estrategia post captura de la cúpula senderista con recepciones diplomáticas que buscan legitimar a un movimiento para el cual la lucha de clases y la violencia son los medios para obtener el poder”.
Según Cumandá, una torta de chocolate, un concierto de Frank Sinatra en el que Montesinos hizo de DJ, un paseo en lancha o unas llamadas internacionales son, ahí sí,  ‘estrategia post captura’, mientras que recibir a un grupo para que entregue una carta es una ‘recepción diplomática’ cuyo objetivo, nada menos, es ‘legitimar’ un movimiento terrorista.
Una de dos: o cortedad de luces o deshonestidad intelectual. ¿Las dos juntas? Podría ser, aunque no me parece.
El problema de esa campaña disfrazada de una indignación tan falsa como un billete de trece soles, es que busca presentar al Sendero del VRAE y al Movadef como dos caras de un mismo fenómeno: el viejo Sendero Luminoso que coordina planes para debilitar al Estado y la sociedad mediante las acciones no violentas del Movadef mientras agrede con la más letal violencia en el VRAE y La Convención.

"El SL-VRAE y el Movadef tienen entre sí los mismos vínculos de fraternidad que existieron entre Caín y Abel".
Ese no solo es un razonamiento falaz sino peligroso, porque no percibe correctamente la realidad y por ello no diagnostica con acierto ni las amenazas que tenemos ni los medios adecuados para enfrentarlas.
El Sendero que dirige Abimael Guzmán, al que pertenece el Movadef como un ‘organismo generado’; y el Sendero del VRAE fueron una sola organización entre 1980 y 1992. Ahora son dos organizaciones diferentes que tienen entre sí los mismos vínculos de fraternidad que existieron entre Caín y Abel.
El Sendero de Guzmán llama ‘mercenarios’ al servicio del narcotráfico a los miembros del SL-VRAE, mientras este acusa a Guzmán de ser parte de una “confabulación contrarrevolucionaria y anticomunista” en “triunvirato” entre él, la CIA y el SIN. Los seguidores de Guzmán, de ‘Gonzalo’, son denominados con una adjetivación estándar: la de “ratas embaucadas”. Entre los Quispe Palomino, según parece, el último escalón es un roedor estafado, una rata monse,.
El odio que separa ahora a ambas organizaciones no ha hecho sino crecer a lo largo de los años y tiene ahora intensidades y negruras que trascienden las diferencias políticas, los diagnósticos de situación y las evaluaciones estratégicas. Cuando dirigentes senderistas de VRAE hablan de Guzmán, como hizo Jorge Quispe Palomino en la entrevista que dio a Fernando Lucena hace poco más de un año ( y que se puede ver en IDL-Reporteros), revelan una mal disimulada conmoción emocional, la que puede sentir quien siguió a un profeta al que ahora repudia con pasión. En esa entrevista, Jorge Quispe Palomino dice que Abimael Guzmán debería fusilado “por terrorista”.


ENTONCES, si ambas organizaciones están separadas por un abismo de odio además de fundamentales diferencias políticas, ¿podemos seguir suponiendo que colaboran directa o indirectamente entre sí? ¿que el odio que se profesan es meramente histriónico? No. Todo indica que no existe el menor grado de colaboración y sí, más bien, el mayor de hostilidad entre el SL-VRAE y el Sendero que sigue a Guzmán.
Si no colaboran sino se enfrentan entre sí, ¿se trata de dos peligros diferentes, cada uno de los cuales debe ser tomado individualmente en serio? ¿Es tan peligroso el Movadef como el SL-VRAE?
Tengo, por cierto, una opinión, pero decidí hacerle la pregunta al mayor PNP José Luis Gil. Hay pocos analistas, en el Estado o fuera de él, que tengan el grado de conocimiento de Sendero que posee Gil. Veterano del GEIN (fue, con el hoy comandante PNP Guillermo Bonilla, uno de los dos ‘mordedores’ principales cuya experta vigilancia fue decisiva para no abandonar el lugar que llevó a la captura de Guzmán en 1992), Gil desarrolló su capacidad operativa con el estudio constante del senderismo y devino prontamente uno de los mejores conocedores y analistas en el tema. Sufrió, como tantos otros de sus compañeros, la ‘maldición del GEIN’, que atolló su carrera y lo mantuvo, pese a sus méritos, en el grado de mayor. Gil, de paso, es una persona que dice lo que piensa, y eso ayuda poco en los ascensos.
¿Son igualmente peligrosos el SL-VRAE y el Movadef? pregunto a Gil.
“Veamos primero a los del VRAE” dice este. “No debemos creer que el grupo del VRAE es pequeño e insignificante”. Por lo contrario, añade, es peligroso.
Si examino los indicadores, dice Gil, veo que “desde el 2003 en adelante, las acciones del grupo del VRAE han crecido en calidad y cantidad. Han desarrollado su área de influencia [siguiendo] una lógica de desarrollo, crecimiento, expansión”.
De otro lado, continúa Gil, “me pregunto: ¿cuántas acciones armadas ha realizado el Movadef en los últimos 18 años? Respuesta: ninguna”.
Entonces, sigue Gil: “¿Por qué combatimos tanto al Movadef? El desgaste de energía del Estado en la lucha contra el Movadef mediante las fuerzas de seguridad, es inútil. No digo que no se mantenga una vigilancia adecuada, pero eso no se resuelve con acciones de seguridad sino políticas”.
“No lo digo yo” concluye Gil, “son los hechos, mi postura no es sentimental sino técnica, científica”.
¿Qué puede esperarse del SL-VRAE si continúa con su poco uniforme pero visible proceso de expansión? “Puede hacer acciones efectistas en las ciudades”, dice Gil, pero no en cualquier ciudad sino “en centros urbanos próximos a lugares donde tengan un dominio rural efectivo. Eso fluye de sus documentos”.


AHORA, en efecto, se puede tener una visión más clara de la doctrina insurreccional, la estrategia y la política del SL-VRAE a través de las entrevistas que han dado sus líderes y de algunos de los documentos que han producido.
Coincido con la evaluación del mayor PNP Gil. El SL-VRAE se desarrolla con cierta lentitud, pero crece. Su estrategia insurreccional es claramente diferente a la que utilizó SL entre 1980 y 1992 y resulta por eso más difícil de prever. Por ahora representa solo una amenaza regional, pero en una región especialmente importante.
El Movadef, de otro lado, no representa un peligro de seguridad en un plazo previsible. Debe ser precautoriamente vigilado por los organismos especializados, como es natural que ocurra, dado su origen. Pero no es una amenaza.
Los seguidores de Abimael Guzmán no perdieron la disciplina frente a ‘Gonzalo’ cuando este tuvo un cambio dramático de pensamiento luego de su captura en 1992. Guzmán y su esposa, Elena Iparraguirre, concluyeron que habían sido derrotados. Que no se trataba de ningún ‘recodo en el camino’ sino de una derrota estratégica que cambiaba absolutamente todo. Siguió la decisión de abandonar las armas y buscar mejorar o por lo menos paliar sus condiciones penitenciarias mediante conversaciones de paz.
Abimael Guzmán y Elena Iparraguirre estuvieron dispuestos a negociar desde la posición del derrotado. Es decir, de quien sabe que debe conceder mucho para obtener poco. Quisieron rendirse mejor y nadie quiso hablar con ellos. Fue un error. Tengo la impresión que aún tienen la disposición de formalizar su derrota y rendición. Pero nadie quiere aceptarla. Es otro error.

Fuente: http://idl-reporteros.pe/2012/11/15/columna-de-reporteros-107/

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