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Las cosas que uno medita mucho o quiere que sean 'perfectas', generalmente nunca se empiezan a hacer...
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"Cada mañana, miles de personas reanudan la búsqueda inútil y desesperada de un trabajo. Son los excluidos, una categoría nueva que nos habla tanto de la explosión demográfica como de la incapacidad de esta economía para la que lo único que no cuenta es lo humano". (Ernesto Sábato, Antes del fin)
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lunes, 22 de abril de 2013

Testigo de la poesía cantada

Testigo de la poesía cantada Sesenta y siete años tiene Silvio Rodríguez, aquel cubano al cual le dieron el título de “Mejor compositor del siglo” y que hace un par de noches, en la explanada sur del Estadio Monumental de Lima le cantó a 10 mil personas entre las que muchos se sabían las canciones, que coreaban los versos, y...
otros que acompañaban la melodía con timidez.
" Silvio Rodríguez cantó para 10 mil personas y le dedicó una canción a Nicolás Maduro. "
La cita en el coloso de Ate empezó con ese tema llamado “Segunda Cita” que va algo así como “Quisiera enmendar los comienzos / de todas las brumas. Quisiera empezar cada lienzo / con mejor fortuna.”, y aunque no muchos la conocían, se pudo sentir el calor en una noche algo fría. “Buenas noches Lima. Después de 5 años gracias a ustedes por prestarnos atención”, fueron sus primeras palabras hacia el público, que le recordó que son seis años de ausencia y le dijo que ha sido mucho tiempo.

Guitarra en mano, sombrero en buena pose y unas canas nostálgicas, con esa imagen de abuelo sabio, supo proyectar “El Escaramujo”, ese padre de siete hijos, que en 1964, poco, después de la revolución en la isla, empezó una carrera que todos, hasta los miembros de las derechas más conservadoras de América Latina, han sabido reconocer, incluso hasta a regañadientes.

Luego ofreció “Días y Flores”, que dice “…Pero si un día me demoro, no te impacientes, yo volveré más tarde / Será que a la más profunda alegría me habrá seguido la rabia ese día: la rabia simple del hombre silvestre…”. Después de esa, Silvio se mandó con una anécdota del Nobel Colombiano Gabriel García Márquez.

“Hace unos años tomé un avión de La Habana a México y cuando entré al avión me encontré con que había solo otra persona que resultó ser Gabriel García Márquez. Él me dijo que a veces se le ocurrían historias muy cortas y me contó una acerca de una mujer abandonada el día de su boda. Con los años pensé en la posibilidad de que esa historia hubiera ocurrido en la Rusia antigua con una joven llamada Elena. Esta es su historia”. Luego, interpretó “San Petersburgo”.

La herencia de ese movimiento llamado “La Nueva Trova Cubana”, del cual también formaban parte Pablo Milanés y Noel Nicola, aún existe y se pudo sentir al escuchar “Mujeres”, “De la ausencia y de ti”, “La maza”, “Escaramujo”, “Sinuhé”, “Cita con ángeles”, “Mariposas”, “La era está pariendo un corazón”, “Te doy una canción” y “Ojalá”.

Luego, Silvio amagó con irse, pero el aplauso del público pudo más, así que volvió, y volvió con “Playa Girón”, aquel tema dedicado a los pescadores de un barco con este nombre en el que estuvo trabajando en 1969 y 1970, y que tenía como destino la Isla de Terranova pero terminó llegando a Cabo Verde.

Casi a las once y treinta de la noche el concierto fue llegando a su fin con canciones como “Sueño con serpientes” y “Ángel para un final”. Poco antes de eso, Silvio ya se había dado la licencia de hacer una dedicatoria, nada más y nada menos que al presidente electo de Venezuela, Nicolás Maduro, a quien le cantó, solidario, “El necio”: “Yo quiero seguir jugando a lo perdido, yo quiero ser a la zurda más que diestro, yo quiero hacer un Congreso del unido, yo quiero rezar a fondo un hijo nuestro. Dirán que pasó de moda la locura, dirán que la gente es mala y no merece, más yo seguiré soñando travesuras (acaso multiplicar panes y peces)”.

Tras eso, y luego de que los asistentes, jóvenes y viejos, abuelos, padres y nietos, se dieran cuenta de que la trova aún vive, todos se fueron a sus casas…o a algún otro lugar. Como ocurre siempre tras una noche de amor, se fueron con el sabor del disfrute y con unas ganas enormes de que se repita. Y cuanto antes, mejor.

Leonardo Ledesma W.
Redacción
 

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