luis de vega
Varios miles de personas han asistido este mediodía a los funerales por las víctimas de los enfrentamientos que tuvieron lugar este miércoles en Brega, al este de Libia, entre tropas leales a Muamar Gadafi y milicianos rebeldes. "¡Alá es grande!", gritaban infatigables una y otra vez en medio de la polvareda y los disparos al aire.
El cortejo fúnebre, integrado por decenas de vehículos que acompañaban los cuerpos, ha atravesado la ciudad desde el hospital hasta el cementerio haciendo parada en la mezquita. Disparos incesantes al aire y gritos de venganza.
La morgue se había quedado pequeña para acoger los catorce cuerpos: siete milicianos insurgentes, tres vigilantes del complejo industrial, tres jóvenes leales al dictador y un pastor de trece años al que el Ejército mató a las afueras de Brega cuando trataba de tomar la ciudad al amanecer. Cuidadosamente los han ido lavando y los han envuelto en un lienzo blanco antes de ponerlos en la parte trasera de coches todoterreno tipo «pick up».
Gadafi bombardea Brega
Brega está en manos de la oposición al régimen de Trípoli, pero este jueves han vuelto los ataques en forma de bombardeos desde el aire. No hay noticias de víctimas mortales, pero con su insistencia Gadafi deja claro que se resiste a perder este punto esencial para el comercio de los hidrocarburos, pilar de la economía del país magrebí.
Los insurgentes obligaron a las tropas oficialistas a replegarse en la tarde del miércoles hasta más allá de la localidad de Adjelah, unos 40 kilómetros al oeste de Brega. Este lugar marca en estos momentos la frontera entre el territorio controlado por los rebeldes del este y por los hombres de Muamar Gadafi.
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