Fines de los años cuarenta y Lima era conducida por Manuel Odría. General, golpista, enemigo de los comunistas y de los apristas de antaño. Era un hombre de medidas drásticas y odios sinceros. A sus adversarios políticos y opositores los desterraba o los encarcelaba en la Penitenciaría de Lima, pero con los militares aliados era...
mucho más condescendiente.
Juan Gonzalo Rose era muy joven cuando se introdujo en la política, al poco tiempo de ingresar a la Universidad de San Marcos. La Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) fue el primer partido al que perteneció, en su lucha por encontrarse en las causas sociales. Juan Gonzalo era un hombre histriónico, sensible, entrañable; sus amigos lo describen como una persona brillante, comprometida con su partido.
Pero el APRA, que entonces estaba próximo a convertirse en el partido que hoy conocemos, se alejaba lentamente de los ideales que defendía en un inicio. El poeta no pudo soportar que, al llegar una delegación de puertorriqueños a nuestro país en una gira de propaganda a favor de su independencia, los líderes del APRA los acusaran de comunistas y se resistieran a apoyar su lucha. El vate creía en la causa que los visitantes defendían, y no toleró la indolencia de sus copartidarios. Renunció y se enlistó en la Juventud Comunista.
En 1950 fue expatriado. Odría, que ya lo había encerrado con anterioridad, optó por desterrarlo a México, país que albergaba a cientos de opositores argentinos, chilenos, cubanos y peruanos. En Distrito Federal se reencontraron comunistas y apristas. Si bien la brecha ideológica los separaba, la soledad en una ciudad ajena los convertía en compañeros de la nostalgia.
Luis de la Puente Uceda, quien luego fundaría el APRA Rebelde, era uno de los peruanos en esa ciudad. El sanmarquino Juan Pablo Chang Navarro, quien luego murió en 1967 junto a Ernesto ‘Che’ Guevara en territorio boliviano, también pisaba México obligado por el gobierno peruano. “Destierro o cárcel”, le habrían ofrecido. Eligió, como es lógico, la primera opción. El escritor Manuel Scorza, Gustavo Valcárcel y su esposa, Violeta Carnero, e Hilda Gadea, aprista y primera esposa del ‘Che’, conformaban el clan peruano en México.
Víctor Raúl Haya de la Torre había llegado a México a reunirse con un viejo líder del Partido Comunista del Perú, Eudocio Ravines, y a conversar con los miembros de su partido. En una reunión previa, donde estaban presentes los peruanos desterrados, coincidió con Juan Gonzalo Rose. El primero fue frontal y, como era su estilo, lo encaró. Era sabido que Rose, al salir del APRA, se refería a los apristas con palabras de grueso calibre y los acusaba de ir en contra de los intereses del pueblo. Haya de la Torre caminó hasta el asiento del poeta y, con desaprobación, como quien le habla a un traidor dándole una lección de fidelidad, le dijo: “Usted fue aprista”.
Juan Gonzalo lo miró con esa paz sin tregua que transmitía su rostro incluso en los momentos de soledad o confusión y le respondió, sin siquiera haberlo pensado demasiado, como quien tenía la respuesta guardada en algún rincón de la boca desde hace varias horas. Fue entonces que le dijo: “Usted también, ¿verdad?”.
ROSE Y MARIÁTEGUI
Otro episodio particular que tiene a Juan Gonzalo Rose como protagonista es durante la inauguración de un local cultural que servía, además, como fachada del Partido Popular Cristiano. Esa noche se iba a develar el retrato de José Carlos Mariátegui, realizado por la pintora Etna Velarde, y él, como se había hecho costumbre en ciertos actos culturales, era el maestro de ceremonias.
Esa noche estaban presentes la viuda del pensador socialista, Ana Chiappe, y, en representación de sus hijos, asistió Sandro Mariátegui Chiappe, quien no siguió los pasos socialistas de su padre y se enlistó en Acción Popular, partido del que era dirigente. Incluso llegó a ocupar cargos ministeriales en los dos gobiernos de Fernando Belaunde Terry.
Pero esa noche, al develarse el retrato del Amauta, Sandro no pudo controlar su molestia y, mirando con enojo a los presentes, principalmente a Rose, que era el anfitrión, dijo: “Este no se parece a mi padre”. “Tú tampoco”, le espetó Juan Gonzalo.
MILAGROS OLIVERA
molivera@diario16.com.pe
Fuente: http://diario16.pe/noticia/23488-el-poeta-que-dejao-sin-palabras-a-haya-de-la-torre
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.