Nos toca ahora ser uno de tantos observadores, acaso simples lectores
de los más cínicos, pobres y débiles sujetos, que son a su vez Malos
elementos, reunidos en una antología de cuentos sobre la corrupción y el
temor desenvueltas como crisis en medio de nuestra
Sus personajes se exhiben con el whisky en la mano, sudando, habiendo
aceptado y celebrado su mediocridad, siendo entre otros una ruma ilícita
de piezas que dialogan sin desparpajo. Se multiplican, rompen la mano
de quien sea y claro, la mayoría está presurosa por deshacerse de...
lo
poco que tiene -integridad, honestidad- y cambiarla por lo mucho que
desea: satisfacción.
Y después de tanto bajo el empacho del poder, su obscenidad ha cobrado
sudor frío, sin embargo, ese mismo hedor es algo que han decidido
tolerar y cubrir de ropa cara, putas que salen en la tele, restaurantes
finos y más. Esto sucede en «El festín del cordero» de Carlos Rengifo,
quien retrata a un político en medio de chantajes y una accidentada
campaña de reelección. En «Pecera» de Susanne Noltenius, una madre se
prepara para luchar por la custodia de sus hijos cercada por los mismos
sistemas que la rodean, tan sucios como intocables.
De pronto escuchamos la voz de un asesino convertido en héroe bajo una
política que limpia y premia sus actos. «Mío. Este país es mío», dice el
jefe de policía en la crónica de Florencia Abbate «En memoria de
tantos». En su relato cada uno de sus crímenes cobra una mirada propia
del otro lado de la moral, jactándose como uno más entre tantos
valientes, mostrándose obvio y repulsivo pero libre de sí mismo, quizá
sólo hasta que la vejez lo alcance y pague la consecuencia de una
perspectiva final, que lo apunte y dispare.
La corrupción aparece así como la caricia y la promesa de venganza por
todo lo que nos fue negado, empezando incluso por la familia como primer
espacio para reconocer armas, secretos, muertes y amenazas, como en
«Disparos al aire», de Diana Ospina; «La madre del monstruo», de
Patricia Suárez; y «Seguridad vecinal», de Luis Hernán Castañeda. Esa
misma caricia se convierte en el tacto execrable de un pedófilo en
«Muñequita» de Eduardo Halfón. En este relato, podemos escuchar en la
voz de una niña que acaba de sufrir una violación el más inocente pedido
que se confunde con un reclamo o un acto lúcido sobre lo que acaba de
pasarle.
Salvador Luis (Lima, 1978) quien compila estos cuentos, hace referencia
en su prólogo al miedo y la incertidumbre que nos controlan; por lo
tanto, caer en la masa corrupta es una clara consecuencia de asumirla y
justificarla. Esto parece ocurrirle al protagonista de «Pájaros que
llegan a Moscú», de Sergi Bellver, que encuentra comprador para su ira
después de defender a una anciana de unos skinheads, convirtiéndose en
matón de uno de tantos mafiosos. Tiene entonces finalmente un solo
patrón, quien admirado por la violencia que observó en la calle como si
fuera un escaparate, eligió a un asesino para lo sirva.
El temor de las imágenes carcelarias en «Las especies extinguidas» de
Octavio Vinces y en «Proximidad» de David Miklos, junto al encierro
clandestino en «Terminal 3», de Juan Francisco Ferré, irán revelando el
discurso siempre ambiguo de los malos elementos que desbordan el libro y
también señalando ese silencio que rodea y otorga, que poco a poco
huele a nosotros mismos.
La mayoría de autores son latinoamericanos, y dan cuenta de la
violencia de nuestros países bajo distintas situaciones, políticas y
contextos tantas veces compartidos. Si bien el libro no llega a tener
una calidad uniforme, llega a picos intensos y logra importantes
resultados como conjunto, ya que se convierte en un ensayo de
reconocimiento sobre la violencia común.
Queda decir que este no es un comienzo para reconocer todo lo torcido, a
pesar de haber tenido bajo la nariz el esplendor de la miseria de cada
uno de estos personajes, tan parecidos a muchos de los que ya conocemos y
a los que les hemos permitido demasiado. Todos ellos fueron tentados
–como lo seremos nosotros en algún momento, si no ha pasado ya– y se
convirtieron en personajes ofrecidos obscenamente al poder, al sexo y al
dinero bajo la adicción absoluta a la consecuencia: la peligrosa
violencia de un pusilánime.
RECUADRO
Sobre el antologador
Salvador Luis
Editor, narrador y crítico cultural. Fue director de la publicación
online Kitsch, columnista de la revista de crítica cinematográfica
Miradas de cine (Madrid) y actualmente tiene a su cargo la columna
SITUACIONES INCÓMODAS en el portal español Koult, donde entrevista con
tono irónico y espíritu jovial a reconocidos autores iberoamericanos.
Como editor ha seleccionado y prologado varias antologías para
editoriales de América y España. En el año 2012 fundó la revista de
literatura Specimens.
EL DATO
Malos elementos (Relatos sobre la corrupción social).
De venta en librerías
VVAA / Casatomada (2012) / 198 páginas / 30 soles
cpodesta@diario16.com.pe
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.