El director de Semana Económica,
Gonzalo Zegarra Mulanovich, escribió sobre el nuevo discurso de algunos
sectores del Sí y su intento por señalar que un eventual triunfo del No
en la revocatoria
potenciaría a la “izquierda marxista” y antiminera con miras al 2016.
Para Zegarra esta posición apela al miedo lejos de...
todo argumento
racional ya que la gestión de Villarán no tiene una imagen de
“izquierda” para los electores.No sólo Lima está polarizada por la revocación de autoridades edilicias (Lima polarizada), también lo está la derecha. Los defensores intelectuales del Sí han virado su discurso de la incapacidad de gestión hacia una narrativa que se enfoca más en las consecuencias políticas de mediano plazo de un eventual triunfo del No. Tal cosa no sólo empoderaría a la alcaldesa –han dicho–, sino también a sus peligrosos aliados políticos. Sería el triunfo de la izquierda marxista, ha pronosticado Francisco Tudela en el flamante diario online Altavoz, y la casi segura garantía del advenimiento de un gobierno de izquierda radical en la próxima elección presidencial, han confirmado Alfonso Baella Herrera (en Facebook) y Julio Favre (en Correo). Este último sostiene, además, que hay que ser un “nerd” para no darse cuenta.¿Resulta tan obvia, entonces, la racionalidad del Sí? Hagamos el mismo ejercicio que proponen estos revocadores racionales, pero al revés. ¿A quién empoderaría la revocación? A Marco Tulio Gutiérrez, a Luis Castañeda Lossio, a Alan García y al Apra. Son agentes políticos que, en la derecha, no deberían despertar demasiado miedo. Son lo ‘malo conocido’, porque si bien pesan sobre ellos múltiples cuestionamientos –recuérdese el gravísimo escándalo Comunicore (La vieja Lima de Lourdes) –, ninguno de ellos parece poner en riesgo la viabilidad del país, como sí lo haría Tierra y Libertad, aliado de la alcaldesa.Pero la ecuación “triunfo del No = marxismo en el 2016” es harto discutible. El electorado no relaciona inmediatamente a Fuerza Social con Tierra y Libertad ni con todos los agitadores que Miguel Santillana prolija y diligentemente enumera como aliados directos o indirectos del villaranismo también en Correo. La prueba es que sus enemigos tengan que insistir tanto para hacer notar el vínculo. Por tanto, la eventual ratificación de Villarán no puede ser fácilmente capitalizada por la izquierda radical, especialmente si su gestión no se caracteriza precisamente por haber sido radicalmente izquierdista. Mi amigo José Luis Sardón podría replicarme que él pronosticó, en las páginas de esta revista (2010-2011), que el triunfo municipal de Villarán podría precipitar el presidencial de Ollanta Humala. Pero para que ello sucediera fue indispensable que Humala se moderara. Igualmente, en la derecha se tiene que modernizar el liderazgo superando a los viejos caudillos cuestionados, propiciando la renovación y la transparencia.Más que rigor lógico, entonces, lo que hay detrás del renovado silogismo que propone el Sí es la vieja invocación al miedo. Y en mi opinión la superioridad moral del liberalismo –que, aunque no me guste, se etiqueta en el Perú como derecha– consiste en la preminencia del cerebro sobre la glándula (Por qué sigo siendo liberal). Hay que ponderar riesgos racionalmente. Hoy lo más probable es que incluso si se revoca a Villarán no se logre lo mismo con 13 regidores más, ya que son desconocidos y no tienen un fuerte voto negativo. No habría entonces nuevas elecciones y un desconocido –el primero de Fuerza Social que sobreviva– quedaría como alcalde. ¿Hay algo racional en hacerle el juego a tan costoso capricho? (Vacar y revocar en una democracia inmadura).
Artículo publicado en el reciente número de Semana Económica (SE 1362).
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