Por Homero Ríos Mija
A Clemente Palma (1872-1946) le tocó ser hijo de Ricardo Palma, lo
más cercano que tiene la literatura peruana del siglo XIX a un autor
fundacional. También tuvo la mala suerte de no gustarle un poema
temprano de Vallejo (llamó a sus versos “burradas más o menos
infectas”). Así, Palma hijo se convirtió en una anécdota en la historia
de la literatura latinoamericana. SusCuentos malévolos (1904), sin embargo, merecen ser... más conocidos; son necesarios para entender el desarrollo del cuento moderno en el continente.
En los modernistas, la corriente decadentista era parte de un amplio
espectro de opciones formales y temáticas; en Clemente Palma, el
decadentismo aparece de una forma tan explícita, tan sin matices -quizás
hay más humor negro que entre los europeos–, que uno podría pensar que
lo que quería el hijo era simplemente estar lo más lejos posible del
padre prócer de la patria. Puede que algo de eso haya, pero importa más
que los Cuentos malévolos, con su ataque a las convenciones de
la moral burguesa (el amor romántico, el tabú del incesto, el rechazo a
la droga), su fascinación por lo macabro y su gran manejo del ritmo
narrativo, están muy vivos hoy.“Estoy contentísimo: mi buena Luty se muere”, escribe el misógino autor del diario encontrado en “Idealismos”, que presenta cínicamente sus acciones para librarse de su mujer como gestos paradójicamente necesarios para que así ella escape de su amor por él (“ese anodadamiento del alma de Luty”). Se trata de un cuento efectivo, con tensión desde la primera frase. “Los ojos de Lina”, “La granja blanca” y “La leyenda del haschish” son otros cuentos recomendables. Su Narrativa Completa fue publicada en el Perú en 2006, en una edición de dos volúmenes a cargo de Ricardo Sumalavia. Los interesados también encontrarán allí XYZ (1934), una tan interesante como fallida novela de ciencia ficción.
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Por: Edmundo Paz Soldán (Cochabamba, Bolivia, 1967)
Fuente: http://www.elboomeran.com
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