Les respondí, siempre, que eso no era verdad, que la alcaldesa Villarán había hecho una serie de cosas, pero que...
antes de hacerlas había tenido que poner en orden la cueva de ladrones que era la Municipalidad de Lima a la salida de Luis Castañeda. También les dije que el argumento era estadísticamente falso y que ya varios habían probado que el volumen de obras públicas de Villarán en sus primeros dos años era perfectamente comparable con el de sus antecesores y en varios casos superior.
Entonces, invariablemente, vino la réplica, la misma réplica en todos los casos: "Bueno, eso puede ser cierto, pero no lo ha sabido comunicar".
El argumento coincide con la forma en que juzgan a Villarán muchos que han votado en favor de ella, desde la izquierda y en los niveles socioeconómicos altos. Se dice que ha hecho tantas cosas como cualquier otro alcalde pero "ha sido torpe en las formas", "mete la pata en los detalles", "no se ha sabido vender", "tiene pésimos asesores de imagen", "no les saca el jugo a sus obras".
Tal parece que hemos estado a punto de expulsar de su cargo como alcaldesa de Lima a Susana Villarán porque "no ha sabido decirnos" algo que ya la mayoría de nosotros sabemos. Como si las elecciones fueran un programa de concurso y nuestra función fuera expulsar del juego a los que no nos canten la canción como queremos escucharla.
Hemos llegado a un extremo de banalidad alucinante. No nos importan las obras de los servidores públicos sino su envoltorio. No nos interesan los discursos políticos sino los comerciales de televisión y los videos virales y los memes que han reemplazado a esos discursos. Nos importa un pepino saber quién es el ideólogo de un partido pero nos interesa mucho saber quién es su publicista. El elector peruano es como uno de esos reporteros de la alfombra roja en la entrega del Oscar, que no les preguntan a las actrices por su trabajo pero sí les preguntan qué diseñador les hizo el vestido.
Aunque no llegamos a sacar de su cargo a Villarán, sí la hemos convertido en una alcaldesa sin mayoría propia y quizás sin siquiera concejales que estén de su lado. Es el resultado nada trivial de un proceso electoral enteramente trivial.
Fuente: http://gustavofaveron.blogspot.com/2013/03/y-usted-quien-la-viste.html
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