Tenían la facultad de matar y, de la misma forma, asfixiar con nuestra propia muerte a los que más amábamos, perseguirlos para cansarlos y aterrarlos aún más, exhibiéndose como impunes después de la amenaza, el crimen y el poder. No se describe en lo anterior otro escenario que no sea el que albergó la silla presidencial de Alberto Fujimori Fujimori, aunque se parezca tanto en la repetición a... los mismos escenarios corruptos de tantos otros presidentes a los que la memoria debe regresar y señalar constantemente.
Durante estos días muchos de los familiares de las víctimas mortales
del gobierno de Alberto Fujimori volvieron a sentir el vértigo de la
primera noticia de la ausencia de quienes después fueron encontrados
bajo tierra, sin la voz con la que se despidieron. La posibilidad del
indulto estremece y trae todo de regreso. La memoria parece frágil. Pero
no basta haber perdido a alguien cercano para exigir justicia o para
saber que el destino de los asesinos no puede ser otro que el encierro.
Fujimori en el arte político
Hace algunas semanas, la artista peruana Lucía Cuba presentó “Artículo
Nº 6: Narrativas de género, fortaleza y política”, un proyecto que
busca, a través del diseño de prendas de vestir, visibilizar nuevamente
el caso de las esterilizaciones forzadas realizadas en el Perú entre los
años 1996 y 2000. Como hemos visto por este y otros casos, el arte
político viene tomando distintos espacios y haciéndose cada vez más
fuerte en su discurso y necesario como un puente entre el pasado y la
creación, para que las nuevas generaciones puedan indignarse y
convertirse por lo menos en activistas de sus propios derechos.
Buscando un antecedente al trabajo de Cuba, y ante la coyuntura de un
indulto que obviamente es un trato bajo la mesa, volvemos a la obra
“Kimono para no olvidar”, realizada en el 2003 por el artista Jorge
Miyagui, irónicamente para una exposición en el Centro Cultural Peruano
Japonés. Dicha institución había lanzado una convocatoria a varios
artistas para la intervención de kimonos, prenda típica japonesa, y su
posterior exhibición en su sala como una celebración de sus costumbres.
La respuesta de Jorge Miyagui sería una denuncia contra todos, censurada
y atacada.
Vistiendo de Fujimori
Jorge Miyagui puso en evidencia a ciertos sectores de la colonia
japonesa en el Perú como cómplices en su silencio frente a los crímenes
de la dictadura fujimorista. “Kimono para no olvidar” lleva impresos los
rostros de Alberto Fujimori, Vladimiro Montesinos, Santiago Martín
Rivas, Juan Luis Cipriani, entre otros personajes.
Para el espectador no fue necesario alcanzar la pieza en la exposición o
usarla para llevar en el cuerpo la denuncia que marcó la muerte y la
desaparición de otros, y asumirla como un intento por sobrevivir a los
actos que parecieron hacernos más pequeños e impotentes frente a un
monstruo corrupto que se drogaba del poder que emanaba la banda
presidencial sobre su pecho.
La obra de Miyagui no pudo ser exhibida en dicha exposición porque la
directiva de la APJ (Asociación Peruano Japonesa) decidió desmontarla
unas horas antes de la inauguración. Una segunda censura a la misma obra
ocurrió en el 2006 en la muestra “Encuentro de zorros” en el Cafae-SE.
Posteriormente y a lo largo de casi diez años se ha ido exhibiendo en
varios espacios, sobre todo con el proyecto colectivo Museo Itinerante
Arte por la Memoria.
¿Por qué llevar a Alberto Fujimori sobre la piel como si fuera el sudor
ajeno de un asesino y que el agua no puede arrancar? ¿Por qué llevarlo
sobre el cuerpo, o a la representación de este, junto a sus frases y sus
actos?
“El kimono plantea una interpelación al espectador y busca confrontarlo con nuestra memoria colectiva”, comenta el artista.
“Una de las cosas que más llama la atención de los espectadores es el
espejo que se encuentra donde debería ir su propia cabeza y se confronta
así con su imagen para cuestionarse a sí mismo hasta qué punto el no
intervenir termina haciéndote parte del crimen”, agrega Miyagui.
“Los derechos humanos son una cojudez”
La frase salta nuevamente desde el kimono, precisa para retratar a
quien la dijo y gozó de los brazos asesinos de la dictadura y, claro,
desde el lado de quienes fueron protegidos por su propia corrupción, sin
convicciones e ignorando los cadáveres de los que se iban rodeando.
Ahora la misma persona se suma cínicamente a la campaña por un indulto
que de otorgarse no hará más que volver a asesinar y desaparecer a las
víctimas del gobierno de Fujimori, arrastrando a sus familias a la
frustración en su búsqueda de la justicia que como país les debemos.
Así es, el kimono que confeccionó Jorge Miyagui hace casi diez años es
otra piel sobre la nuestra, que la ataca para encararnos y exigir el
deber que tenemos de encerrar a nuestros asesinos y no canjearlos por
intereses políticos, ni vendernos a lo que nos ofrecen por su libertad.
Abiertas las rejas, la impunidad y la vergüenza serán una corona sobre
la cabeza de quien se sienta ahora en la silla presidencial.
Jorge Miyagui comenta sobre su pieza:
“Se plantea el ‘Kimono para no olvidar’ como un re-significado en el
acto de ‘vestirse’ con el de asumir una actitud crítica y
autorreflexiva, sensible al dolor humano y a la injusticia social. No
podemos construir la tranquilidad de nuestras vidas en base a la
negación de nuestro semejante. Lamentablemente, esta práctica social se
vuelve muy cotidiana: un ominoso sentido común dispuesto a asumir el
costo de la violencia mientras sean otros quienes la paguen”.
cpodesta@diario16.com.pe
Fuente: http://diario16.pe/noticia/19485-vestirnos-de-los-cuerpos-que-arrojan-la-memoria-y-la-violencia
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