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Las cosas que uno medita mucho o quiere que sean 'perfectas', generalmente nunca se empiezan a hacer...
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"Cada mañana, miles de personas reanudan la búsqueda inútil y desesperada de un trabajo. Son los excluidos, una categoría nueva que nos habla tanto de la explosión demográfica como de la incapacidad de esta economía para la que lo único que no cuenta es lo humano". (Ernesto Sábato, Antes del fin)
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domingo, 9 de enero de 2011

2010: el año de la ciberguerra

Por David Cuen 
El 2010 nos dejó una guerra de una naturaleza diferente, una cuyo campo de batalla fueron los circuitos y los bytes.
El año que termina trajo consigo las primeras ciberguerras, batallaspor controlar al enemigo a través de una nueva arma: la tecnología informática.
Primero fue Stuxnet -el virus múltiple destinado a atacarfábricas-, más tarde la lucha por la regulación de internet entre los "hacktivistas", los "hackers patrióticos" y las empresas de la red.
Y, cual espectadores, los internautas fuimos testigos de una nueva pugna que parace haber llegado para quedarse.
Hay quienes piensan que hablar de una guerra es una exageración, un invento mediático por atraer la atención. Quizá piensen así por el tremendo peso que los seres humanos damos a esas seis letras.
Según el diccionario, la palabra guerra proviene de la lengua germánica, específicamente del término werra que se traduce como pelea o discordia.
Entre sus múltiples acepciones el castellano se encuentran: "Desaveniencia yrompimiento de la paz entre dos o más potencias", "pugna", "lucha o combate, aunque sea en sentido moral", "oposición de una cosa a otra".
Cualquiera de dichas definiciones sirve para justificar el uso de la palabra guerra en el contexto de la batalla informática. Stuxnet pudo significar el enfrentamiento entre dos potencias, y los ataques de Anonymous representan, sin duda, un combate "aunque sea en sentido moral".
Lo que ocurre es que llegamos a un nuevo campo de batalla, uno que no cuenta conreglas, que presenta giros inesperados y que está en constante evolución. Uno que apenas se va moldeando.
Stuxnet es un gusano malicioso compuesto por diferentes códigos con el objetivo de sortear distintos obstáculos y atacar varios objetivos antes de llegar a su destino final: boicotear plantas industriales como fábricas, o instalaciones para enriquecer uranio.
Stuxnet se salta a internet y se esparce a través de memorias USB u otros medios extraíbles. Por ello el Departamento de Defensa de EE.UU. habría ordenado que se prohibieran dichos medios en las computadoras de su red.
Las posibilidades que Stuxnet abre son muy peligrosas. Irán reconoció que el gusano se infiltró a sus instalaciones, aunque no causó mayor daño. Los especialistas en seguridadcreen que su lanzamiento fue apurado y que si se hubiera incubado durante más tiempo las potenciales consecuencias habrían sido catastróficas.
La batalla de WikiLeaks, por su parte, representa un combate completamente distinto.
Se trata de una guerra de activismo, de una lucha de guerrillas en la que por una parte hay potencias (PayPal, Visa, Amazon, Mastercard) que niegan un servicio en la red alegando violaciones a sus reglas, y por otro, un grupo de "defensores de la libertad de internet" agrupados bajo el manto de Anonymous, una organización de "hacktivistas". Súmele "hackers patrioticos" que atacan a su vez a los hacktivistas y a WikiLeaks, y el conflicto está servido.
Esta otra guerra pone de manifiesto lo que algunos internautas están dispuestos a hacer con tal de mostrar su inconformidad ante lo que consideran acciones despropocionadas de algunas empresas y que interpretan como un atentado a la libertad de internet.
En dicha pugna no hay reglas, todo se vale. El fin parece justificar los medios.
Por ahora los hacktivistas y sus contrapartes lograron tirar durante horas sitios en internet, pero la interrogante es ¿qué más podrían lograr si los ataques coordinados continuaran y fueran llevados a un nuevo nivel? ¿hasta dónde se puede regular y hastá dónde se puede batallar en la red?
Parece claro que las companías y algunos gobiernos están dispuestos a hacer lo que sea necesario para que sus términos y condiciones sean respetados. Pero también parece cierto que los activistas están dispuestos a defender sus ideales atacando cuantas veces sea necesario.
Quizá, como sugirió Michael Chertoff, ex director del Departamento de Seguridad Interior de EE.UU., lo que se necesitará en el futuro es una Convención de Ginebra para internet. Una especie de pacto de caballeros que supervise las batallas cibernéticas porque estas parece que seguirán entre nosotros por un buen tiempo.

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