Se hacían extrañar en Caretas este tipo de editoriales históricos: HASTA AQUÍ NOMÁS. "Rechacemos a un régimen propenso a convertir en prostíbulos a los medios de comunicación".
Hasta Aquí Nomás
Hasta los últimos días de este proceso, Keiko Fujimori y la gente de Fuerza 2011 habían logrado mantener una cierta distancia con el pasado más oscuro del fujimorato. Algo parecía prometer su juvenil candidatura, acompañada como estaba con una figura como Jaime Yoshiyama, tan humillado por Montesinos, y, entre bambalinas, por el buen hermano Santiago.
Pero a partir de su manifestación de cierre de campaña, Keiko no solo ha dado vivas filiales a su encarcelado padre sino que lo ha subido al estrado en calidad de prócer nacional y proclamado reiteradamente a su régimen como el “¡mejor gobierno de la historia del Perú!”.
¿Cómo? Aquí debe frenarse este sushi.
Esa candidatura implica ahora un humillante agravio a la Nación que se debe rechazar, y la proyección es peor.
¿Puede tener algún lugar ejemplar en nuestra historia el Presidente de la República que fugó del país de Grau, Cáceres y Bolognesi en circunstancias bochornosas, y que se refugió en la tierra de sus ancestros postulando incluso, aunque infructuosamente, a la Dieta en representación de una facción fascista?
¿Merece alguna consideración el reo que, condenado después de un ejemplar y meticuloso juicio público, que ningún observador internacional ha objetado, con cargos que ya previamente habían sido evaluados como delitos comunes por la Interpol, fue extraditado de Chile al determinar la justicia de allá que el caso de ‘Chinochet’ no era político sino criminal?
¿Es ese el personaje el que lideró el “mejor gobierno de la historia del Perú” y es su familia la que resguardará en el futuro la seguridad ciudadana?
¿Qué se cree la dinastía Fujimori, que este es un país de quita y pon, y sin memoria alguna?
¿No terminó el fujimorato con casi todos los miembros de su alto mando militar y policial en prisión, convictos y confesos por grandes latrocinios en la adquisición de armas y operaciones de pillaje auténticamente mafiosas?
¿Las atroces y estúpidas matanzas de los Barrios Altos y La Cantuta se explicarán en el futuro, como ya lo está volviendo a hacer Martha Chávez, como incidentes menores y daños colaterales comprensibles?
¿Se destruirá el monumento al Ojo que Llora y se anulará el proyecto del Museo (o Lugar) de la Memoria, ignorando el apoyo de las Naciones Unidas, del Premio Nobel Vargas Llosa y del actual Presidente Alan García para respetar la mentalidad del Grupo Colina?
En estos días, y ante la disyuntiva electoral planteada, hay que recordar e insistir en que la Patria es más que la administración de su economía y el bienestar de sus empresas, por más vitales e importantes que sean para el desarrollo. Un país es historia, dignidad, cultura, identidad y sobre todo futuro.
Cuidado con esta segunda vuelta. Rechacemos a un régimen propenso a convertir en prostíbulos a los medios de comunicación.
Evaluemos integralmente, con serenidad e inteligencia, a los candidatos y sus programas, y encontremos las formas de amarrar compromisos que respeten los procedimientos democráticos y administren racionalmente el proceso de nuestro auspicioso desarrollo económico y distributivo sin los desplantes de una izquierda que es anacrónica en todo el mundo.
Después de todo, ya se pueden comprobar los desastres y el desgobierno que hunden a Bolivia y convierten a Venezuela en un circo.
Mientras tanto, en aras de un clima menos dubitativo en los círculos de la inversión extranjera y nacional, nada de volverse a humillar por un polo naranja que salga de la Diroes. Quienes los usan ya sacan pecho para refregarlos con insultante arrogancia: “¡Fujimori, el mejor gobierno de la historia del Perú!”.
Pero a partir de su manifestación de cierre de campaña, Keiko no solo ha dado vivas filiales a su encarcelado padre sino que lo ha subido al estrado en calidad de prócer nacional y proclamado reiteradamente a su régimen como el “¡mejor gobierno de la historia del Perú!”.
¿Cómo? Aquí debe frenarse este sushi.
Esa candidatura implica ahora un humillante agravio a la Nación que se debe rechazar, y la proyección es peor.
¿Puede tener algún lugar ejemplar en nuestra historia el Presidente de la República que fugó del país de Grau, Cáceres y Bolognesi en circunstancias bochornosas, y que se refugió en la tierra de sus ancestros postulando incluso, aunque infructuosamente, a la Dieta en representación de una facción fascista?
¿Merece alguna consideración el reo que, condenado después de un ejemplar y meticuloso juicio público, que ningún observador internacional ha objetado, con cargos que ya previamente habían sido evaluados como delitos comunes por la Interpol, fue extraditado de Chile al determinar la justicia de allá que el caso de ‘Chinochet’ no era político sino criminal?
¿Es ese el personaje el que lideró el “mejor gobierno de la historia del Perú” y es su familia la que resguardará en el futuro la seguridad ciudadana?
¿Qué se cree la dinastía Fujimori, que este es un país de quita y pon, y sin memoria alguna?
¿No terminó el fujimorato con casi todos los miembros de su alto mando militar y policial en prisión, convictos y confesos por grandes latrocinios en la adquisición de armas y operaciones de pillaje auténticamente mafiosas?
¿Las atroces y estúpidas matanzas de los Barrios Altos y La Cantuta se explicarán en el futuro, como ya lo está volviendo a hacer Martha Chávez, como incidentes menores y daños colaterales comprensibles?
¿Se destruirá el monumento al Ojo que Llora y se anulará el proyecto del Museo (o Lugar) de la Memoria, ignorando el apoyo de las Naciones Unidas, del Premio Nobel Vargas Llosa y del actual Presidente Alan García para respetar la mentalidad del Grupo Colina?
En estos días, y ante la disyuntiva electoral planteada, hay que recordar e insistir en que la Patria es más que la administración de su economía y el bienestar de sus empresas, por más vitales e importantes que sean para el desarrollo. Un país es historia, dignidad, cultura, identidad y sobre todo futuro.
Cuidado con esta segunda vuelta. Rechacemos a un régimen propenso a convertir en prostíbulos a los medios de comunicación.
Evaluemos integralmente, con serenidad e inteligencia, a los candidatos y sus programas, y encontremos las formas de amarrar compromisos que respeten los procedimientos democráticos y administren racionalmente el proceso de nuestro auspicioso desarrollo económico y distributivo sin los desplantes de una izquierda que es anacrónica en todo el mundo.
Después de todo, ya se pueden comprobar los desastres y el desgobierno que hunden a Bolivia y convierten a Venezuela en un circo.
Mientras tanto, en aras de un clima menos dubitativo en los círculos de la inversión extranjera y nacional, nada de volverse a humillar por un polo naranja que salga de la Diroes. Quienes los usan ya sacan pecho para refregarlos con insultante arrogancia: “¡Fujimori, el mejor gobierno de la historia del Perú!”.
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