DisparenEn la segunda vuelta la orden es disparar contra el Plan de Gobierno de Ollanta. De un lado exprimir la capacidad lectora de distinguidos hombres y mujeres de prensa encargados de encontrar comunismo en la palabra “nacional”, a pesar de estar al lado de la de “mercado”; empresas públicas (¡horror!) en entidades promovidas por el Estado para cubrir el déficit de cobertura de servicios en el país; hostilidad hacia la inversión en la promesa de revisar aspectos dolosos en los contratos existentes (que se queden como están).
También leen IGV de 26% en la propuesta de proponer pensiones no contributivas para los ancianos sin pensión y asalto a las AFP en el mismo proyecto (si no, díganme, de dónde van a sacar el dinero) y se horrorizan cuando se habla de tratar de cambiar la Constitución, instaurada con golpe de Estado y fraude, y que mantiene conculcados derechos sociales fundamentales y amarradas las manos del Estado para la regulación económica. Esa es LA PRIMERA línea de ataque. Hay un plan rojo, duro con él.
Con todoPero la segunda es mandarle nubes de preguntones para que Humala diga si va a cambiar o no el programa. Y, si muestra alguna apertura a nuevas propuestas, lo acusan de oportunista, blanqueado, que se corre al centro, que se pone la piel de oveja, que no tiene derecho a modificar lo que está escrito, que está rompiendo con los radicales, etc.; y si reafirma su línea básica, que ya ven los que se unieron a su campaña que eran sonsos si creían que iban a ser consultados, que sigue soñando en el paraíso de Chávez, que el IGV de 26%, etc.
Al final la conclusión es que es el candidato el que no sabe lo que quiere. Subsiste la duda, declaran los “líderes de opinión” de los programas de la noche. No podemos saber si va hacer del Perú una Cuba, una Venezuela o una Bolivia de Evo Morales. Conclusión no declarada: no se puede votar por él.
El plan naranjaPero lo que no se quiere ver es qué pasaría con el programa de la hija del prisionero, ¿qué propuesta ideológica encarna, respecto a lo que se ha experimentado en el Perú en los últimos veinte años y otras opciones de desarrollo?, ¿qué instrumentos se propone utilizar para la acción política?, ¿cómo financiará sus propuestas?, ¿no nos estarán metiendo el dedo otra vez?, ¿cuál es la base de nuevas alianzas? Es decir todo lo que se pregunta a Ollanta y no a la gordita. Introduzcámonos al tema. Lo primero es tener claro que Keiko ha estado mostrando a la gente una oferta de Estado regalón, apelando a la memoria popular sobre los años 90, cuando el Estado entregaba buzos para Educación física en los colegios de zonas populares, zapatillas, carpetas y desayunos.
Todo eso volverá, afirma la candidata, guardándose de decir que para hacer un despliegue de estas características se requiere una enorme cantidad de dinero, que en los 90 provino de la privatización y de impuestos especiales (impuesto extraordinario de solidaridad) que se le impuso a los salarios de los trabajadores, y de aparatos logísticos como los de las Fuerzas Armadas que entonces eran como el partido político del dictador.
El programa de Keiko El pilar uno y principal del programa de la Fujimori subraya su orientación: compartir el crecimiento, reducir la pobreza y asegurar igualdad de oportunidades. Pero basta ver sus componentes para darse cuenta que no se trata de compartir nada, ya que no hay una línea sobre la forma como hoy se distribuyen los frutos del crecimiento.
Se podría decir que la tesis medular de los seguidores de la dictadura es que hay que variar la prioridad del gasto, mejorar la gestión (sucesivas referencias a la “gerencia”) y ponerlos a ellos en el poder para que el Estado se ocupe un poco más de los pobres. ¿Y cómo se ocupa?
El texto da algunos detalles: (1) que la Educación en Putaca (Anta, Cusco) sea equivalente a la de San Juan de Lurigancho (nótese que no dice a la de la Educación privada), que los maestros y los niños sean evaluados, becas universitarias para jóvenes, desayunos y almuerzos escolares; (2) expandir el Sistema Integral de salud, recuperar los CLAS (Comités Locales de Administración de salud, programas de atención primaria), aumentar los médicos y enfermeras en zonas de pobres; (3) relanzar los comedores populares con mayor presupuesto, focalización de programas alimentarios, (4) protección para los ancianos y otros sectores vulnerables, recuperar Foncodes; (5) más crédito para vivienda, programas de vivienda para los más necesitados, titulación urbana, mayores programas de agua y saneamiento.
Pregúntese usted, amigo lector, por la concepción de desarrollo que hay detrás de estos planteamientos. Y si lo hace le será posible entender por qué el eslogan de la campaña naranja: “seguridad y Oportunidades” no transmite nada, y la razón de que los medios tan puntillosos con el plan de Humala, no tienen ganas de exaltar el de Keiko para contraponerlo. Ahí lo dejan.
Hay una explicación, por supuesto, a esta sequía de inteligencia: el plan Fujimorista pretende que el Perú ya definió un modelo de desarrollo, expresado en la Constitución de 1993, del que no se puede mover: “las reformas de la Constitución de 1993 son las que permitieron el desarrollo del sector financiero, la apertura comercial y mejoras en la infraestructura… Al diseñar el modelo de la Constitución de 1993 y las reformas estructurales y programas sociales tuvimos una visión de largo plazo, que en lo esencial se ha continuado”. (Plan de Gobierno Fuerza 2011. Página 3)
Si sale Fujimori restablecería el orden de las cosas a su verdadero nivel, devolviendo el poder a los creadores del modelo, que otros continuaron contándonos el cuento del “cambio responsable”, “el gran cambio”, y otras fórmulas de engaño, para que nos vengan a decir que ya todo estaba fundado y que lo único que falta es incrementar las políticas de pobres que los demócratas de los 2000, fueron disminuyendo porque cuestan demasiada plata y no querían incomodar a las grandes empresas tan amigas también del Fujimorismo.
Aquí, sin embargo, viene el problema clave de la propuesta anaranjada: ¿cómo se cubre el costo de tantos desayunos y almuerzos escolares, de los apoyos a los comedores y programas de alimentos para sectores vulnerables, el reforzamiento de los CLAS, los programas de vivienda, la expansión del SIS, en resumen, los regalos pueblo por pueblo?
Raúl Wiener
Unidad de Investigación
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