No es usual que un dignatario de EE.UU. reciba a mandatarios que aún no están en ejercicio. Con el Perú hubo excepción en dos ocasiones
(Foto: Difusión)
Las visitas oficiales de presidentes son uno de los primeros gestos de diplomacia de cualquier gobierno nuevo para con quienes se pretende afianzar relaciones políticas y comerciales y, de hecho, el estadounidense es uno de esos gobiernos a los que “hay” que visitar, dada su hegemonía a muchos niveles. Sin embargo, es de uso poco común que un presidente estadounidense reciba a un presidente que no está en ejercicio aún. Este ha sido el caso de Ollanta Humala, el jefe de Estado electo, que ayer no solo se reunió con la secretaria de Estado, Hillary Clinton, sino también sostuvo una reunión con Barack Obama.
Anteriormente sucedió con Luiz Inácio Lula da Silva, presidente electo de Brasil en las elecciones de octubre de 2002, quien se reunió con el entonces mandatario estadounidense George W. Bush, el 10 de diciembre de ese año.
Aunque de ideologías “diametralmente opuestas” —tal como informó del encuentro The Wall Street Journal— tuvieron un encuentro en Washington. Ahí, el brasileño superó “su retórica antiestadounidense” pero exigió “mayor respeto de parte de EE.UU.” y facilidades comerciales.
Tras el encuentro, Lula elogió a Bush y dijo que este “propuso una agenda común entre los dos países”: “(Mostró) mucha disposición y buena voluntad para con Brasil y expresó estar dispuesto a dedicar tiempo para que su gobierno se relacione de la forma más profunda con nuestro país”.
El Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y la ayuda en la lucha contra la pobreza en Brasil fueron parte de la agenda entre Bush y el entonces presidente electo, que el 1 de enero de 2003 asumiría el mandato.
CON UN TOLEDO ELECTO
Pero antes que Lula, el 26 de junio del 2001, a casi un mes de asumir la presidencia del Perú, fue Alejandro Toledo Manrique el anterior presidente electo del bloque Latinoamericano que fue recibido por un mandatario estadounidense.
También con Bush, Toledo entonces “agradeció personalmente” al presidente estadounidense la ayuda prestada por el FBI en la captura del ex asesor de inteligencia Vladimiro Montesinos. En informe de El Comercio, en ese entonces, se señala que destacó la predisposición de EE.UU. para “atender las emergencias a causa del terremoto en el sur del país”, en que Arequipa se vio afectada.
La lucha antidrogas y el fortalecimiento de las alianzas comerciales fueron dos grandes temas también tratados cuando Toledo aún no se ponía la banda presidencial.
Asimismo, y ya varios años antes de su liberación, un tema tratado fue la prisión de Lori Berenson, la estadounidense procesada por colaborar con el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru. Sin embargo, dijo Toledo, no se solicitó algún tipo de amnistía o perdón en favor de la terrorista estadounidense.
El entonces canciller Javier Pérez de Cuéllar, la jefa de Seguridad Nacional Condolezza Rice, el primer vicepresidente electo Raúl Diez Canseco y Guillermo Gonzales Arica estuvieron con Toledo en la reunión.
Con ellos, Toledo también solicitó que EE.UU. facilite la desclasificación de documentos secretos a fin de impulsar las investigaciones de casos de corrupción en el gobierno de Alberto Fujimori.
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