En la actualidad, la idea más generalizada de pobreza es aquella que asocia la pobreza con carencia, escasez y privación de bienes materiales que impiden la satisfacción de las necesidades fundamentales a importantes núcleos de población. La exclusión social es algo más que mera pobreza, se trata de una acumulación de problemas para el normal desenvolvimiento social, por lo que el carácter de proceso dinámico aparece claramente implícito.
Quizás sean los países con un mayor nivel de pobreza los que se han visto más afectados, pero hoy en día existe una preocupación mundial por entender qué sucedió. Entre los muchos factores que pudieron ocasionar esta diferencia abismal de ingresos, está el hecho de que no todas las personas pudieron ser parte de los cambios que acontecían en su sociedad siendo excluidas en gran parte de los grandes beneficios que la modernidad aún ofrece. En os países en desarrollo como el nuestro, los retos son mayores ya que hay muchos obstáculos, superados por las naciones más desarrolladas (pobreza, desigualdades sociales, bajos índices de educación, pocas oportunidades de salud, trabajo y vivienda) pero que aún son tarea pendiente por resolver.
Para comenzar establezcamos dos enfoques sobre la pobreza: El primero atribuye la situación de pobreza a condiciones inherentes a las personas, a sus formas de vida, a sus valores, omitiendo el entorno en el cual se ubican. Es la llamada “cultura de la pobreza”. El otro entiende la pobreza como un problema social causado por las relaciones económicas, sociales y políticas de la sociedad.
Así, se da origen a una visión dualista de la sociedad en la que se identifican dos polos diferenciados: Un sector incorporado a las dinámicas económica, social y política prevalecientes y otro sector excluido de esas dinámicas.
Este dualismo alimentó la visión de...
la pobreza como un problema de Marginalidad, surgido de los procesos de urbanización e industrialización, dando paso a la idea de que este era un problema derivado del escaso desarrollo de las fuerzas productivas y, por tanto, su superación pasaba por la promoción del crecimiento económico sustentado en el desarrollo de relaciones de producción capitalista.
En el Perú se puede afirmar categóricamente la existencia de una estrecha relación entre inequidad y pobreza. Así el gran desafío para este gobierno es cómo disminuir al máximo la condición de pobreza de la población y dentro de ella, cómo generar modelos de superación de la pobreza, esto en otras palabras se llama INCLUSION SOCIAL.
Existen experiencias como los casos de Chile y Brasil, que en los últimos años, mediante ambiciosos programas sociales, están logrando disminuir los niveles de personas que viven en condiciones de pobreza, en el resto de la región el panorama es desolador. Uno de los elementos claves presente en las experiencias exitosas de superación de la pobreza en América Latina es cuando se hacen programas de alto impacto que garanticen la inclusión social. Ejemplos como el “Programa Puente” en Chile, el programa “Hambre Cero” en Brasil y el programa “Un compromiso social contra la pobreza” en Bogotá, son demostraciones de que cuando hay voluntad política es posible disminuir el número de personas que viven bajo condiciones de pobreza, creando los espacios de inclusión social adecuados. También se destacan diversos proyectos en Brasil, Burkina Faso, Indonesia, Uzbekistán, los cuales manejan como factor clave para su trabajo con la infancia, la participación de la familia, la comunidad y la cultura.
Sin embargo, si bien el Estado tiene como objetivo una mejor inclusión social, la sociedad está dejando de lado la parte que le corresponde. Estamos siendo simples espectadores – y receptores – de lo que nos ofrece el Gobierno: mejores oportunidades para un mejor nivel de vida. Pero, ¿nosotros qué estamos haciendo frente a ello? ¿Estamos cumpliendo con “nuestra parte”?
La inclusión social tan solo se analiza desde un punto de vista, el estatal, que se basa en indicadores de mejorías en los estándares de calidad de vida, como educación, salud, nutrición, acceso a agua potable y mejor sistema sanitario, entre otros; pero no se analiza desde la sociedad. Nosotros, los ciudadanos de a pie, no estamos actuando como tales; y muchas veces no respetamos al “otro”. Nos hemos preguntado alguna vez si ¿verdaderamente nosotros practicamos la inclusión social? ¿Aceptamos a los demás sin importar las diferencias?
La inclusión social tiene que ver con la ciudadanía, el estatus y los derechos; pero también implica la eliminación de ciertas formas estructurales de discriminación que conlleva a eliminar las barreras basadas en condiciones socioeconómicas, en creencias políticas, étnicas o religiosas basadas en condiciones socioeconómicas, en creencias políticas, étnicas o religiosas.
Por otra parte, quienes padecen más dramáticamente la condición de pobreza y exclusión social los niños, todos los años en América Latina mueren 9.3 millones de menores de 5 años por causas que, de disponerse de los medios adecuados, serían técnicamente evitables.
Es de sobra conocido que la pobreza y la exclusión social afectan al desarrollo de los niños y que la falta de acceso a una atención infantil temprana de calidad es un factor que contribuye a ello. El factor básico que contribuye a la inclusión social y asegura un presente y futuro adecuado a los niños, está en gran medida determinado por la edad de inicio de la intervención. Entre más temprano se inicia una intervención integral a los niños, mejores resultados se obtendrán.
Los programas dirigidos a la infancia tienen sentido si desde el comienzo se involucra a la familia y la realidad del niño. La atención al niño aislado, carece de relevancia, por esto es fundamental en la atención un enfoque de derecho que permita a los niños disfrutar a plenitud de buenas condiciones de salud, nutrición, un óptimo desarrollo psicosocial, que sea respetado y protegido por padres y adultos y con derechos reconocidos por la legislación, de tal manera que garantice efectos positivos sostenibles para la plena realización como ser humano.
En su último discurso en las Naciones Unidas, el Presidente Humala señaló que “la democracia es la base para la autodeterminación de un pueblo y el Estado debe estar preparado para asumir esa voluntad con lealtad”. Precisamente, los peruanos vivimos en un Estado con democracia y en donde el Gobierno tiene como función tratar de llegar a más ciudadanos y de la mejor manera, lo que llamamos una buena gestión pública con eficacia y eficiencia.
Al interior de la pobreza en el Perú, existe una fuerte heterogeneidad respecto no sólo de los niveles de ingreso, sino también, y de manera especial, de otras dimensiones como el acceso a la educación, salud, cultura, trabajo, y programas sociales. Debido a esta heterogeneidad de la pobreza y a las diferentes dimensiones de la exclusión y prioridades de la propia población, resulta necesario focalizar mucho más finamente las políticas de lucha contra la pobreza extrema y los programas sociales.
La evaluación de los programas y proyectos sociales desde la perspectiva de la exclusión social permite nuevos criterios para estimar su impacto y sobre todo su sostenibilidad. Superar, en este punto, la exclusión social supone no solamente disminuir las carencias con porgramas sociales asistencialistas, aumentando y mejorando la infraestructura por ejemplo en salud, saneamiento; sino desarrollar y promover la educación, proveer nuevas capacidades y conocimientos y sobre todo la creación y promoción de una integridad nacional en la que se acepten y reconozcan las diferencias raciales y culturales y éstas sean consideradas al momento de diseñar políticas de alivio de la pobreza e inclusión social.
Pero no hay que olvidar que por mas programas sociales que hayan, la inclusión o exclusión social empieza por nosotros mismos, en nuestra vida y convivencia diaria con los demás seres humanos.
Buena suerte ministra….
@alvarengo
Fuente: http://lamula.pe/2011/10/21/la-inclusion-o-exclusion-social-empieza-por-nosotros-mismos/alvarengo
Quizás sean los países con un mayor nivel de pobreza los que se han visto más afectados, pero hoy en día existe una preocupación mundial por entender qué sucedió. Entre los muchos factores que pudieron ocasionar esta diferencia abismal de ingresos, está el hecho de que no todas las personas pudieron ser parte de los cambios que acontecían en su sociedad siendo excluidas en gran parte de los grandes beneficios que la modernidad aún ofrece. En os países en desarrollo como el nuestro, los retos son mayores ya que hay muchos obstáculos, superados por las naciones más desarrolladas (pobreza, desigualdades sociales, bajos índices de educación, pocas oportunidades de salud, trabajo y vivienda) pero que aún son tarea pendiente por resolver.
Para comenzar establezcamos dos enfoques sobre la pobreza: El primero atribuye la situación de pobreza a condiciones inherentes a las personas, a sus formas de vida, a sus valores, omitiendo el entorno en el cual se ubican. Es la llamada “cultura de la pobreza”. El otro entiende la pobreza como un problema social causado por las relaciones económicas, sociales y políticas de la sociedad.
Así, se da origen a una visión dualista de la sociedad en la que se identifican dos polos diferenciados: Un sector incorporado a las dinámicas económica, social y política prevalecientes y otro sector excluido de esas dinámicas.
Este dualismo alimentó la visión de...
la pobreza como un problema de Marginalidad, surgido de los procesos de urbanización e industrialización, dando paso a la idea de que este era un problema derivado del escaso desarrollo de las fuerzas productivas y, por tanto, su superación pasaba por la promoción del crecimiento económico sustentado en el desarrollo de relaciones de producción capitalista.
En el Perú se puede afirmar categóricamente la existencia de una estrecha relación entre inequidad y pobreza. Así el gran desafío para este gobierno es cómo disminuir al máximo la condición de pobreza de la población y dentro de ella, cómo generar modelos de superación de la pobreza, esto en otras palabras se llama INCLUSION SOCIAL.
Existen experiencias como los casos de Chile y Brasil, que en los últimos años, mediante ambiciosos programas sociales, están logrando disminuir los niveles de personas que viven en condiciones de pobreza, en el resto de la región el panorama es desolador. Uno de los elementos claves presente en las experiencias exitosas de superación de la pobreza en América Latina es cuando se hacen programas de alto impacto que garanticen la inclusión social. Ejemplos como el “Programa Puente” en Chile, el programa “Hambre Cero” en Brasil y el programa “Un compromiso social contra la pobreza” en Bogotá, son demostraciones de que cuando hay voluntad política es posible disminuir el número de personas que viven bajo condiciones de pobreza, creando los espacios de inclusión social adecuados. También se destacan diversos proyectos en Brasil, Burkina Faso, Indonesia, Uzbekistán, los cuales manejan como factor clave para su trabajo con la infancia, la participación de la familia, la comunidad y la cultura.
Sin embargo, si bien el Estado tiene como objetivo una mejor inclusión social, la sociedad está dejando de lado la parte que le corresponde. Estamos siendo simples espectadores – y receptores – de lo que nos ofrece el Gobierno: mejores oportunidades para un mejor nivel de vida. Pero, ¿nosotros qué estamos haciendo frente a ello? ¿Estamos cumpliendo con “nuestra parte”?
La inclusión social tan solo se analiza desde un punto de vista, el estatal, que se basa en indicadores de mejorías en los estándares de calidad de vida, como educación, salud, nutrición, acceso a agua potable y mejor sistema sanitario, entre otros; pero no se analiza desde la sociedad. Nosotros, los ciudadanos de a pie, no estamos actuando como tales; y muchas veces no respetamos al “otro”. Nos hemos preguntado alguna vez si ¿verdaderamente nosotros practicamos la inclusión social? ¿Aceptamos a los demás sin importar las diferencias?
La inclusión social tiene que ver con la ciudadanía, el estatus y los derechos; pero también implica la eliminación de ciertas formas estructurales de discriminación que conlleva a eliminar las barreras basadas en condiciones socioeconómicas, en creencias políticas, étnicas o religiosas basadas en condiciones socioeconómicas, en creencias políticas, étnicas o religiosas.
Por otra parte, quienes padecen más dramáticamente la condición de pobreza y exclusión social los niños, todos los años en América Latina mueren 9.3 millones de menores de 5 años por causas que, de disponerse de los medios adecuados, serían técnicamente evitables.
Es de sobra conocido que la pobreza y la exclusión social afectan al desarrollo de los niños y que la falta de acceso a una atención infantil temprana de calidad es un factor que contribuye a ello. El factor básico que contribuye a la inclusión social y asegura un presente y futuro adecuado a los niños, está en gran medida determinado por la edad de inicio de la intervención. Entre más temprano se inicia una intervención integral a los niños, mejores resultados se obtendrán.
Los programas dirigidos a la infancia tienen sentido si desde el comienzo se involucra a la familia y la realidad del niño. La atención al niño aislado, carece de relevancia, por esto es fundamental en la atención un enfoque de derecho que permita a los niños disfrutar a plenitud de buenas condiciones de salud, nutrición, un óptimo desarrollo psicosocial, que sea respetado y protegido por padres y adultos y con derechos reconocidos por la legislación, de tal manera que garantice efectos positivos sostenibles para la plena realización como ser humano.
En su último discurso en las Naciones Unidas, el Presidente Humala señaló que “la democracia es la base para la autodeterminación de un pueblo y el Estado debe estar preparado para asumir esa voluntad con lealtad”. Precisamente, los peruanos vivimos en un Estado con democracia y en donde el Gobierno tiene como función tratar de llegar a más ciudadanos y de la mejor manera, lo que llamamos una buena gestión pública con eficacia y eficiencia.
Al interior de la pobreza en el Perú, existe una fuerte heterogeneidad respecto no sólo de los niveles de ingreso, sino también, y de manera especial, de otras dimensiones como el acceso a la educación, salud, cultura, trabajo, y programas sociales. Debido a esta heterogeneidad de la pobreza y a las diferentes dimensiones de la exclusión y prioridades de la propia población, resulta necesario focalizar mucho más finamente las políticas de lucha contra la pobreza extrema y los programas sociales.
La evaluación de los programas y proyectos sociales desde la perspectiva de la exclusión social permite nuevos criterios para estimar su impacto y sobre todo su sostenibilidad. Superar, en este punto, la exclusión social supone no solamente disminuir las carencias con porgramas sociales asistencialistas, aumentando y mejorando la infraestructura por ejemplo en salud, saneamiento; sino desarrollar y promover la educación, proveer nuevas capacidades y conocimientos y sobre todo la creación y promoción de una integridad nacional en la que se acepten y reconozcan las diferencias raciales y culturales y éstas sean consideradas al momento de diseñar políticas de alivio de la pobreza e inclusión social.
Pero no hay que olvidar que por mas programas sociales que hayan, la inclusión o exclusión social empieza por nosotros mismos, en nuestra vida y convivencia diaria con los demás seres humanos.
Buena suerte ministra….
@alvarengo
Fuente: http://lamula.pe/2011/10/21/la-inclusion-o-exclusion-social-empieza-por-nosotros-mismos/alvarengo
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