Acaba de salir la última encuesta del Instituto de Opinión Pública de la Universidad Católica (IOP-PUCP), con datos recogidos en los últimos días de junio, y distintos a los presentados por Ipsos-Apoyo, recogidos a mediados de ese mes. Por ejemplo, la aprobación a la gestión de Susana Villarán llega apenas al 21,3%, frente al 30% que registraba Ipsos-Apoyo, y mantiene el perfil de su votación en octubre del año pasado: la aprobación llega apenas al 15% de los entrevistados en los sectores A y B, y sube hasta el 28% en los sectores D y E.
Las percepciones negativas más fuertes en la desaprobación a Villarán se concentran en las áreas de seguridad ciudadana, de transporte público y en el caso Comunicore. En contra de cierto sentido común, la evaluación es mejor en cuanto a la planificación y ejecución de obras, por lo que parecería que el problema de Villarán no es solamente que le falte “cemento” a su gestión, y que no se la vea “trabajando con casco” como ha resaltado un sector de la prensa. Esto sugiere que la solución a los problemas de imagen no estaría solamente en hacer más obras y en publicitarlas mejor a través de una mejor estrategia de comunicaciones.
El problema podría frasearse como el desajuste entre lo que la autoridad se propone hacer y las capacidades efectivas para conseguirlo. Es que la solución a los problemas de seguridad ciudadana o del transporte excede por completo lo que puede hacerse desde el municipio. Al mismo tiempo, el caso Comunicore expresa el problema de chocar con poderosos intereses económicos y políticos sin contar con una estrategia para lidiar con la previsible oposición y reacciones contrarias que generaría.
Acá resulta pertinente recordar a Sun Tzu, cuando decía que “(las) victorias no son casualidades, sino que son debidas a haberse situado previamente en posición de poder ganar con seguridad, imponiéndose sobre los que ya han perdido de antemano (...). En consecuencia, un ejército victorioso gana primero y entabla la batalla después; un ejército derrotado lucha primero e intenta obtener la victoria después”. De ahora en adelante, corresponde a la alcaldesa manejar mejor las expectativas que levanta, y aclarar mejor lo que podrá y no podrá lograr en los tres años y medio de gestión que tiene por delante.
Haría bien Humala en aprender de las dificultades que enfrenta Villarán. El presidente electo cuenta por ahora con un importante respaldo ciudadano; sin embargo, las expectativas son altas, los retos complicados y los equipos de transferencia no han cumplido con el propósito para el cual fueron creados, permitir que el nuevo gobierno empiece a funcionar desde el 28 de julio sin pagar costos excesivos de aprendizaje. Urge a mi juicio nombrar al Presidente del Consejo de Ministros y a los ministros clave, para que las cosas empiecen a andar, y minimizar el desorden que empieza a percibirse.
Fuente: http://www.larepublica.pe/10-07-2011/villaran-y-humala
Las percepciones negativas más fuertes en la desaprobación a Villarán se concentran en las áreas de seguridad ciudadana, de transporte público y en el caso Comunicore. En contra de cierto sentido común, la evaluación es mejor en cuanto a la planificación y ejecución de obras, por lo que parecería que el problema de Villarán no es solamente que le falte “cemento” a su gestión, y que no se la vea “trabajando con casco” como ha resaltado un sector de la prensa. Esto sugiere que la solución a los problemas de imagen no estaría solamente en hacer más obras y en publicitarlas mejor a través de una mejor estrategia de comunicaciones.
El problema podría frasearse como el desajuste entre lo que la autoridad se propone hacer y las capacidades efectivas para conseguirlo. Es que la solución a los problemas de seguridad ciudadana o del transporte excede por completo lo que puede hacerse desde el municipio. Al mismo tiempo, el caso Comunicore expresa el problema de chocar con poderosos intereses económicos y políticos sin contar con una estrategia para lidiar con la previsible oposición y reacciones contrarias que generaría.
Acá resulta pertinente recordar a Sun Tzu, cuando decía que “(las) victorias no son casualidades, sino que son debidas a haberse situado previamente en posición de poder ganar con seguridad, imponiéndose sobre los que ya han perdido de antemano (...). En consecuencia, un ejército victorioso gana primero y entabla la batalla después; un ejército derrotado lucha primero e intenta obtener la victoria después”. De ahora en adelante, corresponde a la alcaldesa manejar mejor las expectativas que levanta, y aclarar mejor lo que podrá y no podrá lograr en los tres años y medio de gestión que tiene por delante.
Haría bien Humala en aprender de las dificultades que enfrenta Villarán. El presidente electo cuenta por ahora con un importante respaldo ciudadano; sin embargo, las expectativas son altas, los retos complicados y los equipos de transferencia no han cumplido con el propósito para el cual fueron creados, permitir que el nuevo gobierno empiece a funcionar desde el 28 de julio sin pagar costos excesivos de aprendizaje. Urge a mi juicio nombrar al Presidente del Consejo de Ministros y a los ministros clave, para que las cosas empiecen a andar, y minimizar el desorden que empieza a percibirse.
Fuente: http://www.larepublica.pe/10-07-2011/villaran-y-humala
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