Sobrevivió, como otros funcionarios del gobierno, a sus propios errores y a una campaña mediática y política que buscaba sacarla del gabinete. Pero Aída García Naranjo dice que los ataques en su contra no han acabado.
Por Óscar MirandaFotos Rubén Grandez
La lágrima, redonda y brillante, se desliza por la mejilla derecha de Aída García Naranjo y se queda, quietecita, en precario equilibrio, al borde de su barbilla. La ministra no hace siquiera el amago de limpiársela, ni esa ni las otras que la siguen. Sospecho que no quiere que capturemos una imagen de ese gesto. ‘Mocha’ es dura, pechadora, y no le gusta revelarse débil. Pero en este momento se ha quebrado.
Sobre un sillón, en su despacho, la ministra de la Mujer repasa los errores que la llevaron a enfrentar una de las mayores crisis políticas de su vida y de la del joven gobierno humalista. Hace unas horas, en el Congreso, perdió el intento apro-fujimorista de censurarla. García Naranjo pasó las dos horas del debate frente al televisor. Luego dirá que se sintió “horrible” al hacerlo. Que jamás pensó afrontar una circunstancia de esta naturaleza, “con tres niños muertos en Redondo y yo en el centro de un debate sobre mi sensibilidad”.
“Querían una ministra de...
rodillas, humillada”, dice. Ella no les dio ese gusto.
–Llegó usted a esta situación por una tragedia sobre la que no tiene responsabilidad pero, sobre todo, por dos errores que usted misma ha reconocido. El primero fue no haber ido de inmediato a Cajamarca. ¿Ese baile con el ‘Puma’ Carranza ha sido el mayor error político de su trayectoria?
–No sé si será el peor de mi trayectoria. Pero, indudablemente, será una imagen imborrable para mí. El hecho de no ir no tuvo que ver con la actividad del Inabif, no; no fui porque el Congreso, en vez de permitir que la ministra vaya a Cajamarca, le plantea que vaya a las comisiones del Congreso. Y la ministra se tiene que dedicar a recabar el conjunto de informaciones de todas las fuentes posibles.
–Usted pudo haber dicho: primero viajo.
–Ese es mi error. Ese es mi error. No haberme negado a rendir cuentas al Parlamento. Me ganó la obligación de rendir cuentas al Parlamento.
–¿No pesó más el cálculo político que su sensibilidad?
–Yo no puedo poner en discusión en una entrevista si tengo más sensibilidad o más cálculo político, porque me resulta ofensiva la pregunta.
–En el Congreso se ha dicho que usted no tiene la sensibilidad necesaria para el cargo.
–El Congreso no es el espacio más apropiado para evaluar mi sensibilidad. Eso lo podemos ver en la calle, en mi trayectoria social y política, y no ante la bancada fujimorista. No creo que esa bancada esté en condiciones de hablar de sensibilidad.
–No fue a Cajamarca el jueves 22 ni el viernes 23 por lo del Congreso. ¿Por qué esperó hasta el miércoles 28 para ir, una semana después del envenenamiento?
–No fui el miércoles 28, fui el martes 27. ¿Por qué? Porque el compromiso de ir se estableció en función de tener los resultados. Y los primeros resultados se conocen el 26 y el 27. Y tenemos hoy día los resultados que ratifican dónde se encontró el punto crítico.
–Los resultados indican que fue en la manipulación: en una taza de aluminio se encontraron restos de plaguicida...
–Del plaguicida carbámico, que es el mismo que se encuentra en los órganos de los tres niños.
–Entonces, usted no estaba tan desencaminada cuando dijo que el problema estuvo en la manipulación.
–No, no, el resultado me da la razón.
–¿No fue un error haberlo dicho, entonces?
–No, no fue un error. Quizás lo fue haberlo adelantado y saber tanto sobre este tipo de casos. La experiencia de todos estos años me ha enseñado dónde suelen estar los puntos críticos: en los alimentos o en la manipulación de los utensilios. Además, ¿qué hubiese pasado si la ministra de la Mujer hubiese dicho “no coman los alimentos del Pronaa”? Dos millones 800 mil niños hubieran dejado de alimentarse ese día. ¿No hubiera sido esa una crisis política que pudo generar un problema inmanejable en el país? Yo creo que sí.
–Valió la pena cometer ese error, entonces.
–Para mí valió la pena. Y hubiese valido la pena incluso si hubiese sido interpelada o si hubiese sido censurada.
A García Naranjo le duele, sobre todo, que se cuestione la pena que sintió ante las muertes. “Mi vida está vinculada al trabajo con estas madres”, dice. “¿Esto me deja dolor? Sí. ¿Me deja una marca? Sí”. Le duele que el centro de la discusión no sea cómo cambiar una política social en la que los pobres tengan que depender del alimento que les regala el Estado. Habla de los niños. Entonces, se quiebra. Deja que las lágrimas corran por su rostro.
“Estoy herida, pero de pie”, dice.
Una batalla política
García Naranjo se presentó ante el Pleno el jueves 6. No fue una performance feliz. Estuvo agresiva, algo arrogante y responsabilizó, indirectamente, de la tragedia de Redondo a los gobiernos anteriores, sobre todo al aprista y al fujimorista. Salvo excepciones como la de su amigo Javier Diez Canseco, la defensa a cargo de los nacionalistas fue mediocre y la de algunos –como la del liberteño Roberto Angulo, quien preguntó qué tanto alboroto por tres niños cuando todos los años mueren niños en Puno– lamentable.
Un día antes de su presentación, la ministra se reunió con la bancada para coordinar su defensa. “Allí hubo problemas. No fue muy numerosa”, dice una fuente del Ejecutivo. Otra fuente, del Congreso, comenta que, además, la reunión fue desordenada porque no se pusieron de acuerdo en la distribución de temas. Entre la gente allegada a ‘Mocha’ circula la versión de que varios dirigentes de Gana Perú no están muy contentos con que ella dirija el Mimdes. La ministra no ha permitido que le impongan nacionalistas en cargos clave. Según una versión, Marisol Espinoza quisiera hacerse cargo de esa cartera.
–Usted fue al Congreso con la pierna en alto. ¿Se preparó para una batalla política antes que para una explicación técnica?
–Para ambas cosas. Y por eso doy respuesta a las 17 preguntas pese a que no se produjo la interpelación. Pero, efectivamente, me preparé también para una batalla política porque lo que yo estoy enfrentando es una batalla política que ha puesto la puntería en mí. Y yo no soy un tiro al blanco. Yo soy un tiro al rojo.
–La sensación que quedó entre muchos congresistas es que usted fue innecesariamente agresiva y algo soberbia.
–Es su percepción. Yo no creo haberme excedido. Hay quienes no han querido escuchar lo que yo he dicho: que se pidieron disculpas, que se había aceptado el sentido de la inoportunidad, que indudablemente faltó celeridad en la atención del problema, que se equivocó en la prioridad.
–Pudo haber sido más conciliadora.
–Sí, por supuesto, pude haberlo sido.
El juicio y la campaña
Antes de darnos esta entrevista, García Naranjo estaba reunida con sus abogados viendo la estrategia que debía seguir al día siguiente, viernes, cuando debía acudir a la Primera Sala Penal con Reos Libres. Esta semana se supo que la ministra arrastra un juicio por colusión que empezó hace 17 años. Ella, como regidora metropolitana, integraba el Comité Directivo del Vaso de Leche en 1992 cuando se compró leche sin licitación. “Los regidores no hacemos compras”, se defiende.
Lo raro es que el proceso estaba ‘muerto’ desde el 2004, cuando la fiscalía consideró que había mérito para iniciar el juicio oral. Nada se hizo después. Hasta mayo de este año, cuando ‘revivió’ en plena campaña, justo cuando ‘Mocha’ se había ganado un lugar como ardorosa vocera de Ollanta Humala. “En 1995 la Contraloría me excluyó del caso. Desde entonces no sabía absolutamente nada de este proceso”, dice. Ahora está convencida de que el juicio es parte de la campaña en su contra.
–Ha dicho que hay una batalla política. ¿A quiénes enfrenta esta batalla?
–Los campos estuvieron marcados desde antes del triunfo. Lo que no acepto es que los perdedores busquen liquidar a un sector del gobierno. Que se ponga en la puntería a Soberón, Roncagliolo, Eguiguren, García Naranjo y ahora Vidal...
–Se busca sacar a la izquierda del gabinete.
–Se quiere impedir cambios. Que se haga una política de continuismo y no de cambio. Se quieren deshacer de las personas que representan estas propuestas.
–¿Qué instrumentos se usa para sacarlos?
–Hay diferentes formas. Yo acepto todas aquellas que puedan ser democráticas. Si se quiere juzgar a un ministro por sus errores, me parece aceptable. Pero si se pone en la mira un ministro detrás de otro y detrás de otro, en dos meses, me parece que lo que se está buscando es derrotar a todo el gabinete Lerner. Ese es el objetivo: derrotar al gabinete Lerner.
–El presidente le ha dicho “protégete”.
–Él sabe que la campaña en mi contra no ha terminado. Se vienen más cosas.
–¿Quién es el próximo blanco? ¿Humala?
–Yo espero que no.
Fuente: http://www.larepublica.pe/16-10-2011/aida-garcia-naranjo-el-objetivo-es-derrotar-al-gabinete-lerner
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