José Peláez Bardales contaría con el respaldo de dos fiscales nombrados por su hermano. También tiene nexos apristas.
La afiliación aprista de Peláez es más que conocida. (USI)
Han transcurrido tres años desde que Gladys Echaíz tomó las riendas del Ministerio Público y hoy los cinco magistrados de la Junta de Fiscales Supremos se reunirán para elegir a quien sucederá –por tres años con opción a una reelección de dos– a la fiscal de filiación aprista. En el bolo están dos fiscales: Pablo Sánchez Velarde y José Peláez Bardales.
La trayectoria de Sánchez lo convierte en una de las mejores cartas para la institución pues, en 2001, siendo fiscal superior anticorrupción, impulsó y respaldó el trabajo de los fiscales que investigaron los múltiples delitos cometidos por el régimen fujimorista. En una coyuntura en la que se requiere fortalecer a las instituciones, Sánchez representaría un paso adelante.
Por otro lado, pese a que a su contendor le preceden cuestionamientos sobre su desempeño profesional, parece ser la ‘ficha’ que elegirían los cinco fiscales supremos. Y en este punto, la filiación aprista de Peláez estaría jugando a su favor pues, nunca como hoy, el partido de Gobierno requiere a alguien que le asegure una protección ante posibles investigaciones a su gestión.
Es un secreto a voces que desde la gestión de la exfiscal de la Nación, Nelly Calderón, la Junta de Fiscales Supremos acordó, de forma salomónica y para evitar conflictos, nombrar al titular respetando la antigüedad en el cargo. Este pacto se cumplió con Adelaida Bolívar y con la misma Echaíz.
Sin embargo, fuentes consultadas por Perú.21 informaron que Peláez no respetaría este acuerdo pues en cuatro años se jubilará y quiere alcanzar el máximo cargo.
En su pretensión tendría el apoyo de los dos fiscales nombrados –que coincidencia–, por su hermano Edmundo Peláez cuando este ejercía la presidencia del Consejo Nacional de la Magistratura: Gonzalo Chávarry y Carlos Ramos. En los corrillos de la Fiscalía se dice que, con este apoyo, ambos estarían “pagando’ su nombramiento.
EXPEDIENTE PELÁEZ. La filiación aprista de Peláez es conocida. En agosto de 2009 se le cuestionó por emitir un dictamen pidiendo el archivo del proceso penal a la hoy desaforada congresista aprista, Tula Benites. El entonces presidente del Poder Judicial, Javier Villa Stein, dijo que a Peláez “le había ganado el corazoncito”. Más claro, ni el agua.
Y en 2010 un audio reveló los favores que, en la Fiscalía, Peláez estuvo dispuesto a otorgarle a su amigo Mario Vélez, socio de Alberto Químper, implicado en los ‘petroaudios’. Peláez reconoció la conversación y, como excusa, dijo que “no podía negarme al favor, es mi amigo”. Así, hoy los fiscales supremos tienen dos caminos: o reforzar su institución o caer en el abismo de los cuestionamientos.
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