Son tres hermanos, los Pérez, dueños del diario “El Universo” de Guayaquil, quienes deberán ir a la cárcel por autorizar que en la página editorial del 6 de febrero pasado, el redactor Emilio Palacio escribiera lo siguiente:
“El dictador debería recordar, por último, y esto es muy importante, que con el indulto, en el futuro, un nuevo presidente, quizás enemigo suyo, podría llevarlo ante una corte penal por haber ordenado fuego a discreción y sin previo aviso contra un hospital lleno de civiles y gente inocente…”.
Y de paso, agregó el juez, indemnizarán al presidente Correa con la suma de 40 millones de dólares.
Ante la sentencia que ha movilizado a la Sociedad Interamericana de Prensa lo menos que podría alguien preguntarse es: ¿Es Correa efectivamente un dictador? La respuesta es no. Sus actos, nos gusten o no, están legitimados por el voto y no por la fuerza de dictaduras reales, de aquellas que toman el poder por la fuerza.
El proceso político ecuatoriano es complejo y particular, es decir, no admite analogías en cuanto a la batalla que libra Correa contra la prensa adversa. Por ejemplo, aquí en el Perú le decimos “dictador” al presidente García y él ignora el epíteto y hasta se ríe. Es otro contexto producto de un proceso distinto.
Lo que sucede es que a lo largo de los últimos meses se ha acentuado el diferendo del mandatario ecuatoriano con los grupos de poder y presión de nuestros vecinos del norte y las susceptibilidades han aumentado de manera tal que el insultante vocablo “dictador” que García ignora… allá es un terrible insulto.
Correa no ha clausurado el diario como lo haría un real dictador. Ha elegido la vía judicial y es allí, en los tribunales, que se decidirán las apelaciones respectivas.
Pero lo interesante es el rol de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) que en el mejor estilo imperial envió una Misión para observar en el terreno la situación de la libertad de prensa en Ecuador y reunirse con el Presidente para hacerle saber la disconformidad de su organización. Correa ni los recibió y entonces la SIP ha expedido sentencia de muerte editorial al presidente ecuatoriano.
La SIP es una institución empresarial con sede en los Estados Unidos. Funciona con el sistema de Un diario Un voto y en consecuencia sus decisiones son muchas veces influidas por intereses ajenos a los latinoamericanos. Los empresarios que la componen suelen organizar campañas cuando alguno de sus socios considera afectados sus intereses. Estamos esta vez frente a uno de esos casos pero con una diferencia: el primer round lo ha ganado el presidente Correa.
“El dictador debería recordar, por último, y esto es muy importante, que con el indulto, en el futuro, un nuevo presidente, quizás enemigo suyo, podría llevarlo ante una corte penal por haber ordenado fuego a discreción y sin previo aviso contra un hospital lleno de civiles y gente inocente…”.
Y de paso, agregó el juez, indemnizarán al presidente Correa con la suma de 40 millones de dólares.
Ante la sentencia que ha movilizado a la Sociedad Interamericana de Prensa lo menos que podría alguien preguntarse es: ¿Es Correa efectivamente un dictador? La respuesta es no. Sus actos, nos gusten o no, están legitimados por el voto y no por la fuerza de dictaduras reales, de aquellas que toman el poder por la fuerza.
El proceso político ecuatoriano es complejo y particular, es decir, no admite analogías en cuanto a la batalla que libra Correa contra la prensa adversa. Por ejemplo, aquí en el Perú le decimos “dictador” al presidente García y él ignora el epíteto y hasta se ríe. Es otro contexto producto de un proceso distinto.
Lo que sucede es que a lo largo de los últimos meses se ha acentuado el diferendo del mandatario ecuatoriano con los grupos de poder y presión de nuestros vecinos del norte y las susceptibilidades han aumentado de manera tal que el insultante vocablo “dictador” que García ignora… allá es un terrible insulto.
Correa no ha clausurado el diario como lo haría un real dictador. Ha elegido la vía judicial y es allí, en los tribunales, que se decidirán las apelaciones respectivas.
Pero lo interesante es el rol de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) que en el mejor estilo imperial envió una Misión para observar en el terreno la situación de la libertad de prensa en Ecuador y reunirse con el Presidente para hacerle saber la disconformidad de su organización. Correa ni los recibió y entonces la SIP ha expedido sentencia de muerte editorial al presidente ecuatoriano.
La SIP es una institución empresarial con sede en los Estados Unidos. Funciona con el sistema de Un diario Un voto y en consecuencia sus decisiones son muchas veces influidas por intereses ajenos a los latinoamericanos. Los empresarios que la componen suelen organizar campañas cuando alguno de sus socios considera afectados sus intereses. Estamos esta vez frente a uno de esos casos pero con una diferencia: el primer round lo ha ganado el presidente Correa.
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