El viaje del presidente electo Ollanta Humala a Estados Unidos es una buena ocasión para relatar cómo evolucionó su relación con el gobierno de este país. Por fortuna, se trata de uno de los temas que los Wikileaks documentan mejor, junto con los archivos Bigwood, también consultados para este reportaje.
Ollanta Humala ha concitado la atención de la Embajada de Estados Unidos desde noviembre del año 2000, cuando un cable de dicha representación diplomática anunció que el motín de Locumba perdía fuerza pero se mantenía.
A partir de entonces, el nombre de Ollanta Humala es mencionado cerca de 650 veces en la colección de wikicables sobre el Perú.
Un cable del 15 de noviembre de 2005, firmado por el embajador Curtiss Struble y clasificado como confidencial por el entonces consejero político Alexander Margulies, resume su evaluación política de Humala en los siguientes términos: “Humala fintea al centro pero continúa coqueteando con la extrema izquierda”.
El cable examina, con un tono de desconfianza que permeará casi todos los reportes diplomáticos sobre Humala, las declaraciones y los signos de moderación de éste, además de los deslindes que hizo entonces respecto de su hermano Antauro y, específicamente, del ‘Andahuaylazo’.
El mismo cable indica luego que, pese a su declarada admiración por Chávez, Humala no creía entonces que el Perú debiera imitar la actitud de confrontación del presidente venezolano con Estados Unidos; se había distanciado del ‘etnocacerismo’ y su radicalismo y consideraba su propio nacionalismo como inspirado por el de los “franceses bajo la ocupación [alemana, en la Segunda Guerra]”, su principal campo de maniobra se ofrecía en la extrema izquierda y, territorialmente, en el sur del Perú.
En cuanto a sus posibilidades, Struble mencionó entonces que “hay indicaciones de que el mensaje de Ollanta pueda lograr atracción” e indica que su carisma de outsider tienta “a fascistas y a marxistas a la vez”.
Meses después, el 22 de marzo de 2006, un cable secreto de la embajada informó sobre una reunión sostenida siete días antes, de los embajadores de...
la Unión Europea con Ollanta Humala, quien estuvo acompañado por su esposa Nadine y por su entonces nuevo aliado, Salomón Lerner Ghitis.
La información fue proporcionada por el entonces embajador del Reino Unido, Richard Ralph, un diplomático inteligente y dinámico –que habría de tener luego importantes problemas (incluida una sólida multa) en su país por sus acciones en favor de la minera Majaz, cuando se jubiló de la diplomacia–. Ralph reportó su encuentro al embajador de Estados Unidos y la de Canadá, con un detalle que revela la ansiedad informativa de unos y otros en esos meses.
Según Ralph, aunque Humala reiteró los puntos de su programa político, “sorprendió a los embajadores de la Unión Europea con la impresión de ser más razonable y no carismático [sic] de lo que habían esperado”.
En la conversación que reportó Ralph, Humala calificó a Estados Unidos como “un socio importante con el que esperaba trabajar cercana e intensamente, pero añadió que no quería poner todos los huevos en una sola canasta”.
En cuanto a la coca, Humala dijo a los embajadores europeos que él tendría “una posición de cero tolerancia hacia el narcotráfico. Su enfoque sería el de control de los precursores químicos e interdicción aérea y marítima. Humala afirmó que el Perú necesita un fuerte programa de sustitución de cultivos y dijo que trataría de lograr la ayuda de Estados Unidos y la Unión Europea para identificar nuevos mercados legales para la coca”.
Poco después, el 5 de abril de 2006, cuando Humala encabezaba ya las encuestas, Struble escribió un cable basado en el reporte que le dio la entonces embajadora de Canadá, Genevieve Des Rivieres sobre un encuentro entre Humala e inversionistas canadienses que ella había organizado el 30 de marzo de 2006. La impresión de Des Rivieres fue que, pese a que Humala tenía una comprensión superficial de asuntos de inversión y comercio, “siempre habló de hacer las cosas dentro de la ley (…) La embajadora Des Rivieres indicó que nada de lo que dijo Humala la llevó a suponer que éste gobernaría en forma autoritaria”. Eso era algo con lo que Struble no parecía estar de acuerdo, mencionando el reporte del consejero canadiense de asuntos económicos, cuyo punto de vista era notoriamente más pesimista, sobre todo por la falta de conocimiento de Humala sobre convenios de inversión y comercio.
Visa revocada
Un mes después de la primera vuelta en las elecciones del 2006, el 10 de mayo de 2006, el embajador Struble envió un cable confidencial que reseñaba la hostilidad entonces existente entre la campaña de Humala y la embajada de Estados Unidos.
El resumen del cable termina con un estilo más de confrontación que diplomático, reflejo de la tensión y la crudeza de esas semanas.
“El incidente más reciente”, escribió Struble, “incluye afirmaciones que dejan la errónea impresión de que Estados Unidos denegó recientemente una visa a Humala, cuando en realidad su visa fue prudentemente revocada por el Departamento de Estado hace más de un año, como resultado de su sospechado involucramiento en el intento de golpe que su hermano dirigió en Andahuaylas (…) La campaña de Humala juega con los hechos en un esfuerzo para convertir a Estados Unidos, antes que a Chávez, en el cuco”.
¿Cuándo le revocaron la visa a Ollanta Humala?
El cable hace un esfuerzo (en el que la incomodidad es evidente) para ordenar la secuencia de hechos. “El último intento de jalar a los Estados Unidos en la campaña acaeció en la mañana del 9 de mayo, cuando el ex miembro de la Comisión de Verdad y Reconciliación, Carlos Tapia, un converso reciente a la campaña de Ollanta, dijo … que los Estados Unidos habían ‘denegado’ una ‘visa de ingreso’ a Estados Unidos por razones de procedimiento, pero que las motivaciones reales eran acusaciones por violaciones de derechos humanos y su supuesto involucramiento en el intento de golpe de su hermano en Andahuaylas, el 1 de enero de 2005”.
Struble sostuvo que Tapia “torcía los hechos del caso de Ollanta”. Según el entonces embajador, Estados Unidos “revocó prudentemente la visa de Humala en enero de 2005, cuando Humala era todavía un agregado militar en Seúl, Corea del Sur, por posible involucramiento en la rebelión de su hermano en Andahuaylas”.
El embajador añade que tanto él “como otros funcionarios de la Embajada le han dicho repetidamente a miembros del equipo de Humala (incluyendo a Tapia) que si el candidato quería viajar a Estados Unidos, debería solicitar una visa con bastante antelación, pues [el asunto de Andahuaylas] podría alargar el tiempo necesario para procesar el caso”. Struble termina diciendo que “no hemos recibido una solicitud de visa de Humala desde que esta fuera prudencialmente revocada”.
Las reacciones de Humala y de Nadine –entre la indignación y el sarcasmo– y la de Alan García, que pidió a Estados Unidos que le devuelva la visa, fueron descritas en otro cable, pocos días después.
Pero las cosas no quedaron ahí. El 23 de mayo, Struble envió otro cable confidencial detallando la reunión que tuvo, en compañía de un diplomático visitante, el embajador Charles Shapiro, con Ollanta Humala y su entonces candidato a la vicepresidencia, Gonzalo García.
Era la primera vez que se veían después del escándalo de la visa y la redacción de Struble transpira en algo la incomodidad que hasta un diplomático debe haber sentido.
La actitud de Humala fue descrita como ‘tranquila y amigable’. El candidato dijo, sin embargo, que la ‘revelación’ una semana antes, de la revocatoria de la visa, parecía dirigida a influenciar la elección.
Struble le contestó, según escribió, que había sido gente de Humala la que reveló lo de la visa, y le dio entonces una copia del certificado de revocación y le dijo que no podían renovarle la visa anulada, que habría que solicitar una nueva.
En el esfuerzo por romper el hielo, cuando Humala dijo que él quería que todos los países –Venezuela, Argentina y Estados Unidos– eviten acciones que puedan interpretarse como interferencia en el proceso electoral peruano, Struble exclamó: “¡ahora estamos por primera vez de acuerdo, nosotros queremos lo mismo!” y “le extendió la mano, que Humala aceptó”.
Sin embargo, en su comentario final, Struble escribió que pese a haber sido un encuentro positivo, por haber “abierto una línea de comunicación” y haber desactivado el asunto de la visa, también confirmó que “el candidato nos ve a través de un lente muy paranoico”.
Un año después de su derrota en las elecciones de 2006, Ollanta Humala recibió a los agregados políticos de la Embajada, en su oficina. El cable, de junio de 2007, registra a un político afable, directo y optimista, pese a haberlos recibido en una oficina desierta, que –en opinión de los funcionarios gringos– revelaba una debilidad organizativa.
La simpatía de Ollanta cambió a un tono de dureza cuando se mencionó el asunto de la visa. Al final de una discusión en la que Humala parece haber llevado la iniciativa, él “insistió en que Estados Unidos admita el error en cancelar la visa y que, si nos preocupaba en algo la justicia del asunto, se la retornáramos tal cual estaba antes. Cuando [el agregado político] le indicó que una nueva solicitud sería bienvenida, Humala descartó la sugerencia”.
Otro año después, el 26 de junio de 2008, el siguiente embajador de Estados Unidos, Michael McKinley, quien además de ser diplomático tiene un doctorado en Historia con especialización en Venezuela, reportó en un cable confidencial el “encuentro cordial de dos horas con Ollanta y Nadine Humala”, el 18 de junio.
McKinley describió a sus invitados indicando que mientras Ollanta se sentó “relajado y atento, argumentando sus razones en un tono calmo y de no confrontación”, Nadine “estuvo sentada en el filo de su asiento, con una expresión seria y reservada al comienzo, con intervenciones intermitentes para clarificar los comentarios de Ollanta”. Sin embargo, “ella bajó la guardia y dejó la frialdad hacia el fin de la conversación”.
Las violentas protestas en Moquegua habían acaecido poco antes. Al comentarlas, “Ollanta expresó preocupación respecto a la posibilidad de que radicales peligrosos, antisistema, pudieran finalmente amenazar la estabilidad del Estado”. Definiéndose como un “nacionalista, no un izquierdista”, Humala sostuvo que él representa “el cambio pragmático que el Perú necesita”. Al lado de esa afirmación, McKinley escribió un comentario: “Humala no mencionó reportes creíbles de que él frecuentemente busca provocar, con fines de ganancia política, el conflicto social que nos dijo quiere evitar”.
El reporte de la discusión
La conversación entre Humala y McKinley fue vivaz. Mientras Humala analizaba la situación del conflicto social en el Perú, en forma quizá discutible pero eminentemente racional (con los eventuales comentarios a posteriori entre escépticos e irónicos del embajador), McKinley, un académico de sólida formación puesta al servicio de la diplomacia, buscó discutir diferencias doctrinales sobre política y economía, y aún trató de convertir a Humala a su punto de vista.
“El embajador McKinley resaltó la importancia del libre comercio para el futuro del Perú. (…) el Perú puede ponerse de lado y observar, o involucrarse y beneficiarse. (…) Humala aceptó la importancia del comercio, pero dijo que era más importante que éste fuera ‘equitativo’ que ‘libre’. (…) Ambos estuvieron de acuerdo en su desacuerdo sobre este tema. Humala señaló que las convenciones de TLC sobre trabajo y el medio ambiente, que eran positivas en general, fueron introducidas gracias a la presión del Congreso de Estados Unidos. Resultaba irónico, dijo, que el Congreso de Estados Unidos hubiera hecho más para representar los intereses de los trabajadores peruanos y del medio ambiente, en este caso, que el propio Congreso o Gobierno peruanos”.
Luego de reseñar su larga discusión sobre la presencia de militares estadounidenses en Ayacucho (en la operación ‘Nuevos Horizontes’), McKinley concluyó con uno de los primeros comentarios positivos sobre Humala en los cables de la embajada: “Aunque probablemente no cambiamos la opinión de Humala en los asuntos fundamentales, el diálogo fue cordial y un nivel de confianza fue logrado (…) el embajador McKinley se vio otra vez con Humala en una función diplomática el 25 de junio y en una conversación amigable, Humala endosó el próximo viaje del Embajador a Ayacucho para explicarle [la operación] Nuevos Horizontes a un público escéptico”.
Casi un año después, el 4 de mayo de 2009, McKinley reportó en un cable confidencial otra conversación con Ollanta Humala.
La reunión, sin acompañantes, fue el 16 de abril de 2009, a pedido de Humala, según el cable. En opinión de McKinley, “Humala quizá reveló más de lo que pensaba hacer sobre su estrategia para las elecciones regionales y congresales [sic] de 2010 y las presidenciales de 2011”. Para el Embajador, Humala “claramente trabaja con algunos de los sectores más radicales del Perú, mientras proyecta una línea nacionalista moderada en temas políticos e internacionales (…) Me impresionó la creciente confianza en sí mismo (…) Tuve también la impresión de que Ollanta mantiene aún ambivalencias en cuanto a abandonar del todo las alternativas radicales”.
Pero, McKinley mencionó que “al menos por tercera vez en los últimos diez meses, [Ollanta] indicó su interés en visitar Estados Unidos”. Ante eso, McKinley escribió un comentario de típica ambigüedad diplomática, sin mencionar por una vez la palabra ‘visa’: “Deberíamos considerar nuestras opciones en caso él efectúe un pedido formal”. Por lo menos hasta entonces no existía ningún proyecto de invitación y era evidente que Humala puso mucho más interés en el diálogo y acercamiento que la Embajada.
Ahora, después de la victoria de Humala, la visa debe haber llegado a sus manos más rápido que el correcaminos.
GUSTAVO GORRITI IDL-Reporteros
Fuente: http://diario16.pe/noticia/6982-ollanta-en-la-embajada
Ollanta Humala ha concitado la atención de la Embajada de Estados Unidos desde noviembre del año 2000, cuando un cable de dicha representación diplomática anunció que el motín de Locumba perdía fuerza pero se mantenía.
A partir de entonces, el nombre de Ollanta Humala es mencionado cerca de 650 veces en la colección de wikicables sobre el Perú.
Un cable del 15 de noviembre de 2005, firmado por el embajador Curtiss Struble y clasificado como confidencial por el entonces consejero político Alexander Margulies, resume su evaluación política de Humala en los siguientes términos: “Humala fintea al centro pero continúa coqueteando con la extrema izquierda”.
El cable examina, con un tono de desconfianza que permeará casi todos los reportes diplomáticos sobre Humala, las declaraciones y los signos de moderación de éste, además de los deslindes que hizo entonces respecto de su hermano Antauro y, específicamente, del ‘Andahuaylazo’.
El mismo cable indica luego que, pese a su declarada admiración por Chávez, Humala no creía entonces que el Perú debiera imitar la actitud de confrontación del presidente venezolano con Estados Unidos; se había distanciado del ‘etnocacerismo’ y su radicalismo y consideraba su propio nacionalismo como inspirado por el de los “franceses bajo la ocupación [alemana, en la Segunda Guerra]”, su principal campo de maniobra se ofrecía en la extrema izquierda y, territorialmente, en el sur del Perú.
En cuanto a sus posibilidades, Struble mencionó entonces que “hay indicaciones de que el mensaje de Ollanta pueda lograr atracción” e indica que su carisma de outsider tienta “a fascistas y a marxistas a la vez”.
Meses después, el 22 de marzo de 2006, un cable secreto de la embajada informó sobre una reunión sostenida siete días antes, de los embajadores de...
la Unión Europea con Ollanta Humala, quien estuvo acompañado por su esposa Nadine y por su entonces nuevo aliado, Salomón Lerner Ghitis.
La información fue proporcionada por el entonces embajador del Reino Unido, Richard Ralph, un diplomático inteligente y dinámico –que habría de tener luego importantes problemas (incluida una sólida multa) en su país por sus acciones en favor de la minera Majaz, cuando se jubiló de la diplomacia–. Ralph reportó su encuentro al embajador de Estados Unidos y la de Canadá, con un detalle que revela la ansiedad informativa de unos y otros en esos meses.
Según Ralph, aunque Humala reiteró los puntos de su programa político, “sorprendió a los embajadores de la Unión Europea con la impresión de ser más razonable y no carismático [sic] de lo que habían esperado”.
En la conversación que reportó Ralph, Humala calificó a Estados Unidos como “un socio importante con el que esperaba trabajar cercana e intensamente, pero añadió que no quería poner todos los huevos en una sola canasta”.
En cuanto a la coca, Humala dijo a los embajadores europeos que él tendría “una posición de cero tolerancia hacia el narcotráfico. Su enfoque sería el de control de los precursores químicos e interdicción aérea y marítima. Humala afirmó que el Perú necesita un fuerte programa de sustitución de cultivos y dijo que trataría de lograr la ayuda de Estados Unidos y la Unión Europea para identificar nuevos mercados legales para la coca”.
Poco después, el 5 de abril de 2006, cuando Humala encabezaba ya las encuestas, Struble escribió un cable basado en el reporte que le dio la entonces embajadora de Canadá, Genevieve Des Rivieres sobre un encuentro entre Humala e inversionistas canadienses que ella había organizado el 30 de marzo de 2006. La impresión de Des Rivieres fue que, pese a que Humala tenía una comprensión superficial de asuntos de inversión y comercio, “siempre habló de hacer las cosas dentro de la ley (…) La embajadora Des Rivieres indicó que nada de lo que dijo Humala la llevó a suponer que éste gobernaría en forma autoritaria”. Eso era algo con lo que Struble no parecía estar de acuerdo, mencionando el reporte del consejero canadiense de asuntos económicos, cuyo punto de vista era notoriamente más pesimista, sobre todo por la falta de conocimiento de Humala sobre convenios de inversión y comercio.
Visa revocada
Un mes después de la primera vuelta en las elecciones del 2006, el 10 de mayo de 2006, el embajador Struble envió un cable confidencial que reseñaba la hostilidad entonces existente entre la campaña de Humala y la embajada de Estados Unidos.
El resumen del cable termina con un estilo más de confrontación que diplomático, reflejo de la tensión y la crudeza de esas semanas.
“El incidente más reciente”, escribió Struble, “incluye afirmaciones que dejan la errónea impresión de que Estados Unidos denegó recientemente una visa a Humala, cuando en realidad su visa fue prudentemente revocada por el Departamento de Estado hace más de un año, como resultado de su sospechado involucramiento en el intento de golpe que su hermano dirigió en Andahuaylas (…) La campaña de Humala juega con los hechos en un esfuerzo para convertir a Estados Unidos, antes que a Chávez, en el cuco”.
¿Cuándo le revocaron la visa a Ollanta Humala?
El cable hace un esfuerzo (en el que la incomodidad es evidente) para ordenar la secuencia de hechos. “El último intento de jalar a los Estados Unidos en la campaña acaeció en la mañana del 9 de mayo, cuando el ex miembro de la Comisión de Verdad y Reconciliación, Carlos Tapia, un converso reciente a la campaña de Ollanta, dijo … que los Estados Unidos habían ‘denegado’ una ‘visa de ingreso’ a Estados Unidos por razones de procedimiento, pero que las motivaciones reales eran acusaciones por violaciones de derechos humanos y su supuesto involucramiento en el intento de golpe de su hermano en Andahuaylas, el 1 de enero de 2005”.
Struble sostuvo que Tapia “torcía los hechos del caso de Ollanta”. Según el entonces embajador, Estados Unidos “revocó prudentemente la visa de Humala en enero de 2005, cuando Humala era todavía un agregado militar en Seúl, Corea del Sur, por posible involucramiento en la rebelión de su hermano en Andahuaylas”.
El embajador añade que tanto él “como otros funcionarios de la Embajada le han dicho repetidamente a miembros del equipo de Humala (incluyendo a Tapia) que si el candidato quería viajar a Estados Unidos, debería solicitar una visa con bastante antelación, pues [el asunto de Andahuaylas] podría alargar el tiempo necesario para procesar el caso”. Struble termina diciendo que “no hemos recibido una solicitud de visa de Humala desde que esta fuera prudencialmente revocada”.
Las reacciones de Humala y de Nadine –entre la indignación y el sarcasmo– y la de Alan García, que pidió a Estados Unidos que le devuelva la visa, fueron descritas en otro cable, pocos días después.
Pero las cosas no quedaron ahí. El 23 de mayo, Struble envió otro cable confidencial detallando la reunión que tuvo, en compañía de un diplomático visitante, el embajador Charles Shapiro, con Ollanta Humala y su entonces candidato a la vicepresidencia, Gonzalo García.
Era la primera vez que se veían después del escándalo de la visa y la redacción de Struble transpira en algo la incomodidad que hasta un diplomático debe haber sentido.
La actitud de Humala fue descrita como ‘tranquila y amigable’. El candidato dijo, sin embargo, que la ‘revelación’ una semana antes, de la revocatoria de la visa, parecía dirigida a influenciar la elección.
Struble le contestó, según escribió, que había sido gente de Humala la que reveló lo de la visa, y le dio entonces una copia del certificado de revocación y le dijo que no podían renovarle la visa anulada, que habría que solicitar una nueva.
En el esfuerzo por romper el hielo, cuando Humala dijo que él quería que todos los países –Venezuela, Argentina y Estados Unidos– eviten acciones que puedan interpretarse como interferencia en el proceso electoral peruano, Struble exclamó: “¡ahora estamos por primera vez de acuerdo, nosotros queremos lo mismo!” y “le extendió la mano, que Humala aceptó”.
Sin embargo, en su comentario final, Struble escribió que pese a haber sido un encuentro positivo, por haber “abierto una línea de comunicación” y haber desactivado el asunto de la visa, también confirmó que “el candidato nos ve a través de un lente muy paranoico”.
Un año después de su derrota en las elecciones de 2006, Ollanta Humala recibió a los agregados políticos de la Embajada, en su oficina. El cable, de junio de 2007, registra a un político afable, directo y optimista, pese a haberlos recibido en una oficina desierta, que –en opinión de los funcionarios gringos– revelaba una debilidad organizativa.
La simpatía de Ollanta cambió a un tono de dureza cuando se mencionó el asunto de la visa. Al final de una discusión en la que Humala parece haber llevado la iniciativa, él “insistió en que Estados Unidos admita el error en cancelar la visa y que, si nos preocupaba en algo la justicia del asunto, se la retornáramos tal cual estaba antes. Cuando [el agregado político] le indicó que una nueva solicitud sería bienvenida, Humala descartó la sugerencia”.
Otro año después, el 26 de junio de 2008, el siguiente embajador de Estados Unidos, Michael McKinley, quien además de ser diplomático tiene un doctorado en Historia con especialización en Venezuela, reportó en un cable confidencial el “encuentro cordial de dos horas con Ollanta y Nadine Humala”, el 18 de junio.
McKinley describió a sus invitados indicando que mientras Ollanta se sentó “relajado y atento, argumentando sus razones en un tono calmo y de no confrontación”, Nadine “estuvo sentada en el filo de su asiento, con una expresión seria y reservada al comienzo, con intervenciones intermitentes para clarificar los comentarios de Ollanta”. Sin embargo, “ella bajó la guardia y dejó la frialdad hacia el fin de la conversación”.
Las violentas protestas en Moquegua habían acaecido poco antes. Al comentarlas, “Ollanta expresó preocupación respecto a la posibilidad de que radicales peligrosos, antisistema, pudieran finalmente amenazar la estabilidad del Estado”. Definiéndose como un “nacionalista, no un izquierdista”, Humala sostuvo que él representa “el cambio pragmático que el Perú necesita”. Al lado de esa afirmación, McKinley escribió un comentario: “Humala no mencionó reportes creíbles de que él frecuentemente busca provocar, con fines de ganancia política, el conflicto social que nos dijo quiere evitar”.
El reporte de la discusión
La conversación entre Humala y McKinley fue vivaz. Mientras Humala analizaba la situación del conflicto social en el Perú, en forma quizá discutible pero eminentemente racional (con los eventuales comentarios a posteriori entre escépticos e irónicos del embajador), McKinley, un académico de sólida formación puesta al servicio de la diplomacia, buscó discutir diferencias doctrinales sobre política y economía, y aún trató de convertir a Humala a su punto de vista.
“El embajador McKinley resaltó la importancia del libre comercio para el futuro del Perú. (…) el Perú puede ponerse de lado y observar, o involucrarse y beneficiarse. (…) Humala aceptó la importancia del comercio, pero dijo que era más importante que éste fuera ‘equitativo’ que ‘libre’. (…) Ambos estuvieron de acuerdo en su desacuerdo sobre este tema. Humala señaló que las convenciones de TLC sobre trabajo y el medio ambiente, que eran positivas en general, fueron introducidas gracias a la presión del Congreso de Estados Unidos. Resultaba irónico, dijo, que el Congreso de Estados Unidos hubiera hecho más para representar los intereses de los trabajadores peruanos y del medio ambiente, en este caso, que el propio Congreso o Gobierno peruanos”.
Luego de reseñar su larga discusión sobre la presencia de militares estadounidenses en Ayacucho (en la operación ‘Nuevos Horizontes’), McKinley concluyó con uno de los primeros comentarios positivos sobre Humala en los cables de la embajada: “Aunque probablemente no cambiamos la opinión de Humala en los asuntos fundamentales, el diálogo fue cordial y un nivel de confianza fue logrado (…) el embajador McKinley se vio otra vez con Humala en una función diplomática el 25 de junio y en una conversación amigable, Humala endosó el próximo viaje del Embajador a Ayacucho para explicarle [la operación] Nuevos Horizontes a un público escéptico”.
Casi un año después, el 4 de mayo de 2009, McKinley reportó en un cable confidencial otra conversación con Ollanta Humala.
La reunión, sin acompañantes, fue el 16 de abril de 2009, a pedido de Humala, según el cable. En opinión de McKinley, “Humala quizá reveló más de lo que pensaba hacer sobre su estrategia para las elecciones regionales y congresales [sic] de 2010 y las presidenciales de 2011”. Para el Embajador, Humala “claramente trabaja con algunos de los sectores más radicales del Perú, mientras proyecta una línea nacionalista moderada en temas políticos e internacionales (…) Me impresionó la creciente confianza en sí mismo (…) Tuve también la impresión de que Ollanta mantiene aún ambivalencias en cuanto a abandonar del todo las alternativas radicales”.
Pero, McKinley mencionó que “al menos por tercera vez en los últimos diez meses, [Ollanta] indicó su interés en visitar Estados Unidos”. Ante eso, McKinley escribió un comentario de típica ambigüedad diplomática, sin mencionar por una vez la palabra ‘visa’: “Deberíamos considerar nuestras opciones en caso él efectúe un pedido formal”. Por lo menos hasta entonces no existía ningún proyecto de invitación y era evidente que Humala puso mucho más interés en el diálogo y acercamiento que la Embajada.
Ahora, después de la victoria de Humala, la visa debe haber llegado a sus manos más rápido que el correcaminos.
GUSTAVO GORRITI IDL-Reporteros
Fuente: http://diario16.pe/noticia/6982-ollanta-en-la-embajada
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