El plan urbano de Lima ya caducó, el 2010, y ya tenía un atraso de casi tres décadas. Su foto de ciudad es de los 80, cuando era otra y en crisis de subsistencia. Y su modelo de plan fue el “wishful thinking”, o el de ya esforzados pero anacrónicos saludos a la bandera. Creer que porque uno hace un dibujo de zonas y les pone nombres raros (R; C; OU; Z; I…) y colores, la ciudad le va a hacer caso. Y confundir ese deseo, o ese discurso bien peinado sobre qué bueno sería que todo fuera bonito, con afrontar realidades jodidas y duras como las de Lima.
Planes frustrados, contradichos y desautorizados por la realidad, por ese huayco cotidiano de invasiones que cada noche ocurren, pues los cerros y arenales no se defienden solos y en la pobreza se prefiere la cercanía así sea precaria porque el suelo virgen es más buscado que el ya consolidado y porque significa acelerar años los procesos de inclusión en esta ciudad tan desigual y fracturada. Y han sido planes que muchos rentistas y especuladores se saltan.
Planes que, además, hace rato fueron reemplazados por un plan que consistía en...
no tenerlo. Para que los políticos acaudillen y clientelicen. Y para que haya trampas y coimas en las esquinas calientes de un mundo inmobiliario en alza. Absurdamente, en estos últimos años se zonificó distrito por distrito y no se vio a la metrópoli como conjunto. Menos a la conurbación que ya somos. Porque Lima ya mide más que Lima. Va de, por lo menos, Huaral, a por lo menos, Cañete y a Huarochirí, incluyendo por cierto al Callao, que es una sola realidad con Lima.
Y si el nuevo plan debe ser de desarrollo, entonces la inteligencia del territorio solamente puede ser de escala regional y ya no solamente urbana. Y no cabe hablar sensatamente del futuro de Lima en el mundo de hoy sin organizar previsiones sobre aeropuerto y puerto, que están en el Callao. Como tampoco se puede prever el futuro del Callao sin vincularlo a Lima, que es su mercado y donde deben pasar sus mercaderías y flujos para que el puerto crezca. Lima y Callao hoy son siameses y deben pensar juntos.
Empezar un plan, como se necesita, necesita ideas claras y liderazgo. El liderazgo político lo dará Henry Pease, acercando plan y participación, territorial y temática, con mancomunidades de municipios y con escalas de gobierno. Y para darle forma, en lo que me toca en urbanismo como asesor de Alcaldía, organicé que esta semana última estuvieran invitados en Lima importantes urbanistas que en Barcelona han hecho exitosamente planes, proyectos y gestión, a escala regional, y que asesoran también en otros escenarios de América Latina.
Y con ellos recorrimos la ciudad, de extremo a extremo y la vimos también por dentro, descubriendo la enorme vitalidad de Gamarra o del parque industrial de Villa El Salvador, así como el vaciamiento del centro o las precariedades de Pamplona Alta.
Leer y dialogar la ciudad con ellos hace aprender y constatar que no nos equivocamos proponiendo en las elecciones organizar una ciudad pluricéntrica y que supere dicotomías caducas. Como eso de oponer ciudad vs. “conos” y leer solamente conflictos allí donde hay potencialidades y energías enormes. Y que lo que se llama caos es a veces otro orden. Que hay que entender y al que hay que responder. Y que decir plan es decir proyecto.
Observando, caminando y leyendo la ciudad para encontrar respuestas aparecen desde verbos como “mallar”, (es decir tramar, hilvanar, crear una urdimbre en una ciudad hoy tentacular y sin tejido) hasta constatar que nos faltan polos de empleo y producción. Que Lima tiene demasiada ciudad dormitorio. Que es absurdo que no se mezcle usos más y mejor. Que viajamos demasiado porque no tenemos cerca de la casa lo indispensable. Que el turismo nos puede ayudar pero necesita estrategia. Que el centro hay que reanimarlo y no tenerlo conservado en formol.
Y, por último, que Lima le importa al Perú. Pues es en este 2% del territorio donde vivimos uno de cada tres peruanos, donde la mitad más uno son provincianos y donde se produce el 45% del PBI. Que Lima no funcione le hace daño y le quita competitividad al Perú.
Empezar a pensar y a liderar la ciudad con un plan que sea un proyecto consensuado es un gran reto. Dar respuestas creativas e ilusionadas y crear así una visión de ciudad.
Pero sería maduro evitar la retórica y también sería deseable no hablar con la inteligencia en el bolsillo. Hay que hacer ciudad, hacer país, hacer ciudadanía.
Fuente: http://diario16.pe/noticia/9980-empezar-el-plan-metropolitano-de-lima-callao
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