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Las cosas que uno medita mucho o quiere que sean 'perfectas', generalmente nunca se empiezan a hacer...
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"Cada mañana, miles de personas reanudan la búsqueda inútil y desesperada de un trabajo. Son los excluidos, una categoría nueva que nos habla tanto de la explosión demográfica como de la incapacidad de esta economía para la que lo único que no cuenta es lo humano". (Ernesto Sábato, Antes del fin)
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domingo, 10 de julio de 2011

El tango del indulto

Pocas veces el clásico tango de Discepolo tuvo tanta vigencia en Argentina como cuando doscientos asesinos, torturadores y secuestradores de niños recibieron el indulto y salieron a recibir el caliente sol de Buenos Aires.

Entre el 17 de octubre de 1989 y el 30 de diciembre de 1990, el entonces presidente de ese país Carlos Menem emitió una serie de diez decretos para perdonar a los culpables del más sangriento terrorismo de Estado que ese país ha conocido.

Entre ellos se encontraban los jefes de estado que habían ordenado el genocidio, los torturadores que disfrutaban alargando los suplicios contra disidentes y rebeldes, los que arrojaban presos al mar desde los helicópteros, los que arrancaban recién nacidos del cordón umbilical y dejaban a las gestantes desangrándose, y por fin los que, luego de estas cobardes “hazañas”, habían vendido los niños al mejor postor. En resumen, los culpables de 30 mil muertes durante la espantable guerra sucia.

“Reconciliación”Para contrapesar, se liberó también a...
algunas de sus víctimas. El presidente Menem –quien también había sido un preso político, una víctima de quienes perdonaba, declaró que había ordenado los indultos “para reconciliar al país y terminar de cerrar definitivamente las viejas heridas, como se hizo en otras partes del mundo.”

No sabemos a qué partes del mundo se refería pues hasta entonces el único antecedente de un hecho similar era el de los juicios de Nuremberg tras de los cuales los criminales nazis fueron colgados.

Según un fiscal que había participado en el juicio contra las juntas militares, se trató de algo gratuito que hizo Menem para congraciarse no sólo con los reos, sino con ciertos sectores de poder que apoyaron a los golpistas, aplaudieron sus crímenes e hicieron grandes negocios a costa de la desgracia Argentina.

Menem en desgraciaEl cálculo político de Carlos Menem no pudo ser más desdichado para él mismo. Poco tiempo después de dejar la Casa Rosada, sus indultos fueron declarados inconstitucionales y después derogados.

Se investigaron sus cuentas en los bancos suizos. Se le descubrió una ilegal venta de armas al Ecuador pese a que Argentina era garante de los acuerdos entre ese país y el Perú. La Siemens, una de las empresas extranjeras favoritas durante su régimen confesó haberle pagado sobornos para obtener un contrato multimillonario.

El dos veces ungido presidente de Argentina se hundió en el descrédito y el ostracismo. Fue postergado y ninguneado. Tuvo que abandonar las reuniones sociales porque los antiguos amigos le huían como si oliera mal. Su reciente esposa, la bella modelo Cecilia Borocco, fue fotografiada luciéndose toppless en una playa de Miami junto a un amante italiano.

Tangos aparte, en la jurisprudencia quedó ratificado el principio de que los crímenes contra la humanidad son aberraciones no susceptibles de indulto.

Legalidad internacionalAsí lo declaró la Cámara Criminal Federal Argentina sobre la base de la obligación estatal de garantizar la dignidad humana toda vez que estos crímenes no sólo hieren a las víctimas y a sus familiares. Son un ataque generalizado y sistemático contra la democracia, la civilización y la propia historia.

Tal lo refrenda la Convención Americana sobre derechos humanos que todos los países de la región reconocen como parte de su ordenamiento jurídico, en un rango superior a las disposiciones legales internas.

“Que fuimos crueles, nadie lo dude… pero no fuimos sádicos.” La autoría de estas palabras corresponde al ex dictador Jorge Rafael Videla, y se parece muchísimo a otras que hemos escuchado en el Perú durante la reciente campaña electoral como “nosotros matamos menos” enunciada por un dirigente Fujimorista.

Bajo pretexto de una guerra interna, en Argentina como en el Perú, las dictaduras institucionalizaron la tortura más salvaje contra hombres, mujeres y niños detenidos bajo simple sospecha o secuestrados para escarmiento de sus familiares.

Lo peor de todo es que, de tanto ocurrir, el crimen fue banalizado por los periódicos más baratos e incluso justificados por las clases altas a las que benefició económicamente. Aquellas ya han iniciado su acercamiento al nuevo régimen.

Fuente: http://www.diariolaprimeraperu.com/online/especial/el-tango-del-indulto_90003.html

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