Una campaña de quienes fomentan el odio y la discordia en aras de la preservación de un estado de cosas que ha consagrado la desigualdad y sumido al Perú en la frustración y el atraso social, se lanza con furia a la desestabilización del gobierno municipal que los limeños decidieron elegir, contra viento y marea, en ejercicio de la democracia.
Quienes no se resignan a esa derrota y siguen sin aceptar que haya sido elegida una candidata sin patrocinadores poderosos ni compromisos con poderes económicos, parecen querer revertir aquel resultado y promueven con escaso disimulo la desestabilización de la administración edilicia.
Para ello, desde hace meses, han ido desarrollando una campaña que busca presentar a la autoridad municipal como ineficiente e inoperante, una campaña creciente que no toma en cuenta que ninguna autoridad municipal ha podido mostrar resultados ni obras tangibles en menos de un año de gestión.
La culpan de todos los males, con razón o sin ella, y hasta utilizan autoridades de menor rango y negros antecedentes, para un asedio que no oculta la intención de poner fin antes de tiempo a la gestión iniciada apenas en enero pasado.
Ciertamente está dentro de lo razonable que los vecinos de la capital apremien a quien gobierna el municipio para que muestre o proyecte resultados en temas cruciales de gran interés y necesidad ciudadanos. Y tienen todos derecho a expresar insatisfacción si así lo consideran.
Pero para esas expresiones está el terreno de la crítica que, siendo severa y eventualmente aguda, debe mantenerse en el terreno constructivo de la democracia, la tolerancia y el respeto y apuntar a la mejora de lo que pueda estar mal y a la realización de acciones necesarias para la ciudad. Pero la acción de la campaña mediática y política parece estar rebasando esos marcos y se lanza con inusitado furor contra la institucionalidad y la voluntad popular.
En ese marco, han surgido voces que, teniendo en cuenta que la campaña que aprovecha las legítimas inquietudes de los limeños anhelantes de soluciones a los problemas de la urbe, advierten que quienes promueven la desestabilización municipal en realidad no quieren una autoridad edilicia eficiente y operativa, sino que realizan una especie de ensayo general de lo que pretenden hacer con el nuevo gobierno nacional.
Tales sectores han delatado ya tal estrategia al exigir al gobierno elegido el 5 de junio decisiones y definiciones prematuras, y adelantan una especie de guerra de desgaste de baja intensidad, con intrigas e insidias contra el entorno y las figuras destacadas de la administración que asumirá funciones el 28 de julio.
El país está alertado y los ciudadanos que votaron por el cambio, así como los demócratas que, sin haber tomado esa opción, respetan el veredicto de la voluntad ciudadana, sabrán defender la democracia ante la acción de quienes no la respetan y por el contrario la atropellan y pretenden destruirla en nombre de intereses mezquinos.
Fuente: http://www.diariolaprimeraperu.com/online/la-primera-palabra/enemigos-de-la-democracia_89704.html
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