Existe una versión que indica que García le dijo a Ollanta Humala durante la visita protocolar de saludo entre presidente en funciones y presidente electo, que al nuevo gobernante no le convenía investigar a su antecesor ni denunciarlo ante la justicia, porque le estaría abriendo las vías para su regreso el 2016.
No se sabe qué le contestó Ollanta, que por ahora parece estarse guardando todas las cartas para cuando empiece el juego abierto. El hecho es que sí es creíble la idea de un Alan García fanfarroneando con su futuro político y dando a entender que puede revertir todo intento en su contra, y convertirlo en una nueva oportunidad para el poder.
Sin duda, debe creer que cuando Fujimori lo persiguió por los techos de Chacarilla y lo obligó a alejarse del país tras el golpe de 1992, lo que hizo fue convertirlo en un perseguido político, que se marchó a darse la gran vida entre Bogotá y París, ciudades en las que incrementó exponencialmente su patrimonio con ingresos que nadie sabe de dónde llegaron.
Antes de ese incidente, la Cámara de Diputados lo había acusado por enriquecimiento ilícito, considerando el desbalance entre sus ingresos y gastos, con el voto en contra de los Fujimoristas, y el Congreso ya lo había salvado por el caso mucho más grave de la matanza de 300 internos en los penales de Lima en 1986.
Pero el García del BCCI y la coima por el traslado de las reservas nacionales a un banco mafioso; del Tren Eléctrico y Sergio Siragusa, al que le reclamó en Roma “y, cómo es la mía”; de la reventa de los aviones Mirage a través de traficantes internacionales de armamento; de los dólares MUC y las andanzas con Zanatti, y otras aventuras por el estilo, nunca fue procesado por sus más graves delitos de corrupción y otros, ni puesto nunca ante un fiscal capaz de interrogarlo y denunciarlo, ni de una juez que hiciera lo que hicieron los jueces de Fujimori.
En realidad García nunca fue investigado seriamente como responsable de la destrucción del sistema democrático, al manejar el Estado a punta de escándalos, enriquecerse a la vista de todo el mundo y violar impunemente los derechos humanos. Así se construyó el cLima golpista de los 90 y la imposición al país del orden neoliberal que ahora el presidente saliente y su ministro Cornejo celebran como si se tratara de un nuevo mundo, distinto al que dio origen al APRA y a las ideas de Haya de la Torre y al que existía cuando su primer gobierno. Lo que justifica todos sus virajes.
Según esto, el Fujimorismo fijó las condiciones para que el aprismo tuviera su segunda ocasión de llegar al poder y corregir la imagen deplorable que sembraron en los 80. Pero se refieren a que ahora ya no hubo hiperinflación como no la hubo en ninguna parte del mundo, y que se hicieron obras físicas porque había más dinero, y que ya no hay violencia política (por lo menos del nivel de la que había). Pero hay asuntos de esencia que no solo se han mantenido sino que han empeorado: corrupción, entreguismo, represión sangrienta de los conflictos, chuponeos, manipulación política, etc.
No por gusto García siempre sale jalado cuando se le compara con otros presidentes. Se trate de LA PRIMERA o de la segunda oportunidad del grandote. O de la tercera con la que ha empezado a soñar y que empezará a preparar a partir del 29 de julio.
Fuente: http://www.diariolaprimeraperu.com/online/columnistas/segunda-oportunidad_89710.html
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