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Las cosas que uno medita mucho o quiere que sean 'perfectas', generalmente nunca se empiezan a hacer...
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"Cada mañana, miles de personas reanudan la búsqueda inútil y desesperada de un trabajo. Son los excluidos, una categoría nueva que nos habla tanto de la explosión demográfica como de la incapacidad de esta economía para la que lo único que no cuenta es lo humano". (Ernesto Sábato, Antes del fin)
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sábado, 9 de julio de 2011

García miente: conoció a Ponce antes de 2006

En junio de 2003 un exmiembro de Comando Rodrigo Franco reveló que Ponce trabajaba para García, quien tras el escándalo BTR negó conocerlo y esta semana admitió haber tenido contacto con él en 2006 y alegó no haberlo tomado en serio.

En su primera declaración ante el Tribunal que lo juzga, el capitán de navío Manuel Elías Ponce Feijoó, confirmó la versión de que entre los audios que escuchaba el coronel Morán, por encargo del general Hidalgo, durante la intervención de BTR, se oyó una voz grabada que todos identificaron como la de Alan García, lo que obligó a detener el procedimiento y acallar las reproductoras, en medio de llamadas telefónicas de emergencia para saber lo qué había que hacer con la evidencia, que finalmente desaparecería de los archivos del caso.

Pero en la siguiente sesión, el marino se retractó de lo dicho indicando que no oyó la característica voz del presidente, sino que se confundió con otra, aunque mantuvo el resto de sus declaraciones, entre ellas las que comprometen a Jorge del Castillo, Hernán Garrido Lecca, Luis Nava y otros.

De inmediato la prensa alanista y “georgista” (que no son lo mismo), subrayaron la incoherencia, llevando la cosa hacia un concluyente...
: no se le puede creer nada; que abarcaba también las revelaciones de todos los demás acusados: Tomasio, Giannotti y Fernández Virhuez, que no se habían contradicho.

Fernández no sólo mantuvo la afirmación de que sí habían grabaciones de Alan García que fueron eliminadas del paquete de las pruebas, sino que emplazó a su antiguo jefe militar a que dijera la verdad. Muchos pensaron entonces que Ponce estaba actuando bajo presión o canjeando sus palabras por algún beneficio.

García, por su parte, esperó unos días y como en un guión ensayado volvió a la cantaleta de los delincuentes que lo quieren involucrar para darle sabor político a sus procesos, reeditando lo que hizo con la famosa declaración sobre las ratas de los petroaudios, los miserables del SIS, y otros epítetos con los que se quiso librar de las pesadas sombras de Mantilla, Rómulo León, Químper, Barrios, Espinoza, Crousillat y otros.

Que sigan hablando y digan lo que quieran, desafió el presidente con la temeridad que todos le conocemos. Pero no pudo evitar admitir que efectivamente había tratado con Ponce Feijoó durante la campaña del 2006, en una sesión de media hora, tiempo que le bastó para saber que el tipo vendía humo, y desecharlo como interlocutor válido, en la cara del presentador que todos suponen era el almirante Giampietri.

Antes había negado toda relación y pretendido que el periodista Gustavo Gorriti era en verdad un novelista, en referencia a la mención que realiza en su libro “Petroaudios” de las conversaciones García-Ponce en las que el candidato encarga al marino chuponear al comandante, mientras él se encarga de la gorda. O sea, García también cambia de versión de una declaración a otra.

Nada encaja, todo acusaLa colosal soberbia y grandilocuencia de García no le permite ver, por cierto, la serie de cabos sueltos que está dejando con sus palabras, enredándose cada vez más en la maraña de elementos que lo involucran como el animador principal del chuponeo masivo de los últimos cinco años, y paradójicamente como la pieza principal de los descubrimientos de BTR, lo que explica tantas idas y vueltas en este asunto desde que se empezaron a escuchar los primeros petroaudios.

Veamos. LA PRIMERA gran cuestión es determinar para qué le habrían llevado en plena campaña electoral a un chuponeador experto, que además tenía abiertos todos los vínculos con la Inteligencia Naval y sus archivos, y con las empresas privadas de seguridad regentadas por otros marinos retirados.

Un tipo de ese vuelo, con imagen de superhombre en su institución, no llega como un pobrecito busca chamba, para que el candidato lo mande de regreso. Más bien parece al revés.

Ponce Feijoó era un capital extraordinario para las necesidades de campaña y el nuevo gobierno, y es posible que Giampietri lo haya llevado como una de las piezas para lograr una colocación principal en la lista de García que insólitamente aparecía configurada como una alianza del APRA con el marino, lo que no acarreaba votos, pero sí poder real.

Si García no vio en Ponce más que humo, es decir más que un tipo sin contenidos, debe haber sido porque estaba ciego. Basta ver nomás los estragos que su actividad causó en la credibilidad del gobierno y los daños que produjo en personajes que parecían imbatibles.

Entonces, o está reconociendo que no tiene la perspicacia que alardea, o está mintiendo cínicamente. Todos los que conocen de antes al “Chito Ponce”, saben de sus habilidades y del alto nivel de información que manejaba. ¿Sólo García no se dio cuenta?

Pero la coartada termina de desplomarse cuando se establece que el 18 de octubre del 2006, a los 40 días de haber jurado como presidente, García le devolvió a Ponce Feijoó el ascenso a Contralmirante, que le había quitado Paniagua en el 2000.

Fue el primer ascenso militar del actual gobierno, dispuesto en uso de las atribuciones omnímodas que Fujimori consignó en la Constitución de 1993, que permiten que el presidente defina por cuenta propia y sin consultar con nadie los ascensos y pases a retiro de los oficiales generales de las Fuerzas Armadas y la Policía.

García, además, sobrepasó todos los límites al ascender a un oficial en retiro. ¿Por qué esa deferencia hacia un sujeto que unos meses antes le había parecido un gran mecedor con informaciones de inteligencia?

Feria de chuponeosPero ahí no acaban los desajustes entre los hechos y las palabras de García. Por ejemplo, en el estudio de las comunicaciones de Ponce Feijoó que obran en el archivo del Congreso, se encuentra que hubo 124 llamadas con el celular de Meche Cabanillas, 12 de ellas en el primer semestre del 2006, en plena campaña electoral (Informe de la Comisión sobre Interceptaciones Telefónicas).

Habría que preguntar si el presidente no le advirtió a su compañera de partido sobre el “vendedor de humo”, y si a ésta también la buscó el mismo presentador que llevó al capitán de navío al presidente. No hay que olvidar que Cabanillas ordenó a BTR hacer un barrido electrónico en los teléfonos del Congreso, para lo cual los marinos trabajaron en horarios insólitos (después de la media noche) y que mientras hacían sus trabajos se conectaban con la entonces presidenta del Congreso para hacer coordinaciones.

En la lista de las grabaciones realizadas que forman pate del expediente judicial del caso figura un gran número de llamadas desde teléfonos del Congreso.

Entre agosto del 2006 y noviembre del 2008, el almirante Giampietri intercambió con Ponce Feijoó, a su vez, 161 llamadas por celular y teléfono fijo, lo que demuestra que no se trataba de cualquier clase de amigos.

De otra parte existe el registro de visitas del marino reascendido al vicepresidente, en su despacho. Entre las llamadas y visitas aparecen algunas que se producen después de reventado el escándalo de los petroaudios, cuando no se sabía que García había encargado al general Hidalgo y al coronel Morán de la Dirandro (dirección contra las Drogas) la investigación sobre la empresa chuponeadora.

Otras llamadas sospechosas conectan a Ponce Feijoó con la Presidencia del Consejo de Ministros, dirigida por Jorge del Castillo; la Contraloría de Genaro Matute, el gobierno regional del Callao, la Marina de Guerra y otros. ¿Cómo explicar todo este movimiento y la inmensa cantidad de contratos del Estado con la empresa del “Chito Ponce”, si el presidente tenía tan penosa opinión sobre él?

En Palacio de GobiernoSegún lo declarado por Ponce Feijoó a IDL-Reporteros, hacia el final del año 2006 se produjo una reunión en Palacio con toda la gente de inteligencia, que estaban trabajando con las Fuerzas Armadas, a la que lo invitan.

Lo recibe Luis Nava y lo hace sentar al lado de Giampietri y de Luis Gonzales Posada. En un momento se habría cruzado con García que le dijo: “Oiga, qué pasó, yo siempre esperándolo”.

No hay que olvidar que precisamente en ese fin de año, García y Giampietri organizaron una reunión de emergencia sobre un supuesto atentado que se preparaba contra el presidente, en el que participaría una nueva organización subversiva denomina “Todas las Voces” que se encontraba integrada a la llamada Coordinadora Bolivariana.

En la reunión estaban los directivos de la empresa Forza, de actividad similar a la de BTR y la informante principal fue la analista Giselle Gianotti, que explicó los nuevos vínculos de la subversión en el país. Todo esto resultó un gran bluff, pero el experto en detectar vendedores de humo, no se percató del gas venenoso que le estaban encajando.

El hecho es que reventó un escándalo que terminó en pocos días cuando la policía admitió que no había la menor prueba sólida sobre el pretendido atentado y la participación de los jóvenes dirigentes del grupo acusado.

Meses después hubo otras detenciones arbitrarias y por varios meses, relacionadas con la misma información de inteligencia de entidades privadas, y denuncias periodísticas que se disiparon luego como verdadero humo inventado para crear una sicosis de violencia.

En una entrevista publicada por LA PRIMERA en abril pasado, Ponce explica que en una conversación con Alan García tiempo después de las elecciones del 2006, el presidente le aseguró que tenía “jodido” a Ollanta Humala manteniendo abierto el caso Madre Mía y obligándolo a atender asuntos judiciales.

Ponce señala que la actitud de García correspondía a un modus operandi contra sus enemigos. El presidente podrá decir que son “afirmaciones de un delincuente”, pero ocurre que son mucho más coherentes que sus coartadas, que más bien dejan la sensación de que el propio gobernante habría estado mucho más comprometido con los actos delictivos que condena, de lo que ha reconocido hasta hoy.

Una vieja relación El 5 de junio del 2003, se crea la empresa Business Track SAC, inscrita ese mismo día en la Sunat como especializada en “servicios de asesoramiento”, teniendo como gerente general y representante legal al capitán de navío en retiro, Manuel Elías Ponce Feijoó, y como domicilio fiscal Avenida Salaverry 2007, frente a la Universidad del Pacífico.

El objetivo de Business Track (según su página Web) era “elevar el nivel de seguridad de (las) empresa(s) a través de la implementación de un efectivo sistema de gestión de seguridad de información”. En el 2006, BTR y su conexión con los chuponeos eran conocidas en ambientes empresariales y políticos.

También el 2003, el día 3 de julio, en sesión reservada ante la “Comisión encargada de cumplir las conclusiones y recomendaciones de las cinco ex comisiones investigadoras respecto al período de gobierno del ex presidente Alberto Fujimori”, presidida por Ernesto Herrera, se presenta el testimonio de Miguel Exebio Reyes, ex integrante del Servicio de Inteligencia Naval y del Comando Rodrigo Franco, colaborador eficaz de la Justicia cifrado con el código WPM 20028, que hace la siguiente declaración:

“Y lo que sí estoy enterado y puedo confirmarlo, que gente de Montesinos, como decir el contralmirante Arriarán que ha sido Director de Inteligencia, el capitán de navío Elías Ponce Feijóo, que había ascendido a contralmirante y cuando entra el gobierno de Valentín Paniagua anulan esos ascensos y lo pasan al retiro con el grado de capitán de navío están coordinando, trabajando actualmente con Alan García.

“Entonces yo he dicho, para mí es un riesgo potencial que esos señores estén trabajando con García, toda vez que es gente de Montesinos y qué va a ser de mí después, porque más que seguro me desaparecen. Es un riesgo y es confirmado” (pag. 20 de la transcripción)

Preguntado Exebio Reyes para que explique está afirmación tan sorprendente, lo que nos dijo es que Giampietri hizo la conexión a comienzos de los 2000, entre el líder aprista y Ponce, para darle tranquilidad sobre la información que este y el almirante Arriarán, tenían acerca del caso Rodrigo Franco –grupo paramilitar aprista que operó en el primer gobierno de García- y que Ponce le aseguró que la tenía bien guardada y no iba a ser utilizada, lo que habría establecido una base de confianza para una mayor cooperación.

En todo caso quedaba otra vez claro que García mintió totalmente sobre su relación con los chuponeadores.


Raúl Wiener Unidad de Investigación

Fuente: http://www.diariolaprimeraperu.com/online/noticia.php?IDnoticia=89855

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