Humala-Toledo: una buena alianza
Felizmente, Ollanta Humala y Alejandro Toledo han tenido la madurez de no caer en el juego de la provocación de la prensa aprofujimorista que ha intentado, sin éxito, crear fricciones y desencuentros para sabotear la urgente necesidad de que el gobierno entrante pueda, valga la redundancia, gobernar con relativa tranquilidad.
¿Cuál era el propósito? Muy simple. Que Humala parta de una situación precaria y que se vea flagelado los cinco años venideros por la zozobra permanente. Claro que un lenguaraz Toledo ha dado más de un motivo para que en las huestes del humalismo haya genuino fastidio, pero si en política las palabras demás terminasen por marcar las pautas de las políticas de Estado, estaríamos fregados. Y de acuerdo a lo producido en la última reunión entre ambos líderes queda claro que habrá la suficiente cooperación para asegurar la gobernabilidad.
Es necesario subrayar, sin embargo, la inmensa irresponsabilidad de quienes apuestan por el fracaso del gobierno de Humala. Ya ha quedado claro que lo suyo no va por un proyecto chavista, totalitario, comunista, estatista, etc., etc. Eso, no obstante, parece importarles poco a sus enemigos, los derrotados en las últimas elecciones.
Quedan todavía idiotas que creen que al menor descuido, Humala va a expropiarles sus casas de playa, que les va a obligar a entregarles sus cuartos a las empleadas domésticas, que les quitará la patria potestad de sus hijos y burradas por el estilo. Pero esos son los menos, queremos creerlo.
Los otros, los que conspiran de verdad, lo hacen simplemente porque no están dispuestos a admitir que los círculos de poder, desde el 28 de julio, ya no los tendrán como invitados estelares. Es simplemente eso. Porque si fuera la genuina preocupación de que se perpetren políticas públicas que dañen el crecimiento económico la que motiva sus aprehensiones, pues deberían haber sido los primeros interesados en favorecer que la alianza entre Humala y Toledo se cristalice.
Repetimos lo que dijimos durante la campaña: el mayor riesgo de Humala es que haga un mal gobierno, que sea una administración mediocre, incapaz de convocar técnicos capaces de echar a andar el monstruo paralizante que es el Estado peruano. Eso puede ocurrir. No es como para cortarse las venas, pero sí sería negativo para el país que se detenga la espiral del crecimiento. Pues, justamente, parte de ese riesgo amaina luego de conocerse que el apoyo de Perú Posible no se quedará en lo que fue el apoyo electoral.
Y alimenta nuestra confianza de que las cosas serán mejores de lo que muchos temen, la propia conducta del mandatario electo. Hasta el momento se conduce correctamente, sin patinazos ni disparates. La prueba de fuego recién comenzará una vez que esté sentado en Palacio, pero no vemos nada en el horizonte que nos haga pensar que el famoso “salto al vacío” está en marcha.
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