“La indiferencia nunca es una opción”
(Elie Wiesel)
Escribe: Eliane Karp de Toledo
Estaba frente a mí, a pocos metros de distancia, de pie
en el escenario, iluminada por una luz suave, y la escuchaba hablar con
una paz espiritual, resultado de haber procesado y superado el terrible
ataque que sufrió, encerrada por más de 15 años por órdenes de una
dictadura militar en su país, Burma.
Aung San Suu Kyi es...
hoy una lideresa de su país y del mundo que nos
enseña que en situaciones extremas -en especial cuando se priva al ser
humano de su libertad en forma arbitraria-, el valor de luchar en favor
del pueblo nos fortalece. Situación nada comparable con aquellos que son condenados por tribunales libres que emiten sentencia justa.
Por su resistencia y coraje fue reconocida con el Premio Nobel de La
Paz, distinción que no pudo recoger, sino hasta después de salir de
prisión, como muchos otros que le otorgaron durante los años de
encierro.
¿Cómo se hace para permanecer tan serena y lúcida a pesar de haber sido encarcelada durante 15 años? No
perder la fe en la posibilidad de un regreso a la libertad y a la
democracia fue quizás el mejor alimento para el espíritu de esta mujer
luchadora.
Pude comprobar esta sensación de paz que trasmite esta menuda y a la
vez fuerte mujer al coger sus manos al saludarla al final de su
conferencia. Lo mismo sentí cuando visité al Dalai Lama en la India,
donde vive en situación de exilio. Una serenidad y aprendizaje que
consiguen algunas personas especiales al sublimar el odio.
La presión internacional logró, finalmente, la
liberación de esta extraordinaria mujer. Quienes fuimos invitados al
reconocimiento público que le hizo la Organización Internacional Freedom
Forum, en San Francisco, hace unos días, nos sentimos orgullosos de
haber contribuido a poner más presión a través de un petitorio
canalizado por las Naciones Unidas y que firmaron diversas
personalidades del mundo, entre ellos el expresidente Alejandro Toledo.
Imposible no relacionar la lucha de esta mujer con la que se libra en
diversas partes del mundo. Incluso con la lucha justa que tuvimos en el
Perú para derrotar una dictadura corrupta que hoy intenta ofender la
memoria de las víctimas buscando liberarse de la sanción impuesta por la
justicia.
Por eso pienso como Elie Wiesel que, frente a procesos
de corrupción, crueldad o violación de derechos humanos, que hace que
algunos espíritus pequeños se acomoden frente al poder de turno, la
indiferencia nunca es una opción.
Recordando ahora a Aung San Suu Kyi hablando enfrente
mío, con una suavidad en la voz que trasmite a la vez inteligencia y
paz, no puedo más que regocijarme de lo hermoso que es sentirse parte de
la familia humana que todavía cree que por la dignidad, la autoestima y
la preservación de su identidad, bien vale la pena luchar, aún al punto
de arriesgar su propia vida.
Hemos vivido momentos así, pienso. Y no estoy segura de que no se repitan otra vez.
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