César Augusto Dávila
Como suele suceder antes que el genio del éxito toque la campana, todo Estados Unidos miraba al esmirriado jovenzuelo hindú que era Deepak Chopra, por encima del hombro, disparándole eso que Carlos Cacho llama “la mirada del desprecio”, cuando se le despeinan las cejas.
Y el desamparado mozalbete que trataba de pagarse el tramo final de la licenciatura como médico, chambeaba en el instituto de un pretendido talento de la inmunología, inyectando en el potín de las ratas, bacterias infecciosas y analizando asquerosas muestras al microscopio, faenas éstas para las cuales, jamás creyó haber nacido.
Y por si esto fuera poco, su tiránico jefe, entreviendo que el patita no tenía ni para pagar una vulgar “cheeseburger” con su koke de yapa, se divertía insultándolo hasta el Taj Majal de las ofensas, aludiendo a...
sus orígenes y a la miseria de su pueblo natal.
Todo esto, hasta que un día, harto de jugar a lorna, el buen Deepak se engoriló, mandando al Américan doctor a inflar burros por la trompa, con lo cual se armó la de San Quintín en el laboratorio.
-¡Fuera de aquí, indio malnacido!-le espetó in english, el hitleriano medicucho, lo cual pudo interpretarse en cualquier idioma como: “ya te quedaste sin chamba, por alegoso”-o algo más rochabús todavía.
Y luego lo persiguió mentándole la madre, hasta el modesto camarín donde debía cambiar su mandil de trabajo, por sus ropitas de calle y ahicito nomás, cuando el infeliz muchacho se ajustaba el lompa, en medio de una canallesca lluvia de improperios, atinó a fijar su vista en una maltrecha hoja de periódico, que estaba en el cochino piso desde semanas atrás.
Y sobre dicho papel, en blanco y negro, en letras grandotas, podía leerse: “Se necesita joven estudiante de medicina, para hospital de emergencias”.
-En ese momento, el ya ex empleador de Chopra, le gritaba: “Me ocuparé de que no consigas trabajo ni de barrendero en todo Estados Unidos”.
-Y justo en ese momento, por un milagro que el hoy famoso y millonario Deepak Chopra, llama “Sincrodestino”, el estudiante desvalido, cambió su suerte y su camino, consiguiendo la nueva chamba que habría de orientarlo hacia antiguas resurrectas teorías del “ayurveda”, (vivir con sabiduría), según las cuales: “nuestros pensamientos cambian nuestra vida, para bien…o para lo otro”.
-En efecto, recordó que durante su internado en un hospital de la India, un anciano alcohólico, destrozado por la cirrosis y la desnutrición, mejoró notablemente - dentro de su gravedad - gracias a la diaria taza de té y a una larga hora de conversación que él le prodigaba cariñosamente.
Y evocó que cuando fue a despedirse del pobre viejo, anunciándole que se iba por seis meses a practicar en otro hospital, éste le dijo con lágrimas en los ojos: “Lo que es la vida. Por primera vez en mi existencia, tengo un amigo y ahora…usted se va y cuando vuelva, yo ya habré muerto”.
-“No. Eso no será así”-replicó el estudiante,- “Usted tiene que esperar mi regreso. Le prohíbo que muera mientras yo no esté aquí”.
- Y dicho esto, lo abrazó filialmente, para luego marcharse a continuar su internado en un alejado hospital de la rural India de las leyendas.
Chopra confiesa, que muy pronto se olvidó del viejo, absorto en sus nuevas obligaciones como interno de emergencias. Y así pasaron los seis meses al cabo de los cuales, debió volver a su base de origen.
-“No hice más que descender del automóvil, cuando puede ver al Sr. Sing (el viejo de la historia), saltando de alegría, agitando los brazos y gritando:¡Usted ha vuelto!...¡Mi amigo, ha vuelto!”-relata en el prólogo de uno de sus más importantes libros.
-La supervivencia de este anciano, al cual no se daba clínicamente más de un mes de vida, fue tomada por los viejos doctores como “un inexplicable fenómeno”.
-Pero Chopra, lo entendió como una señal de que había “algo” más allá de la exacta realidad médica, algo que había disparado cierta forma de energía permitiendo que el Sr. Sing, siguiera vivo seis meses más de lo previsto, “porque tenía una esperanza”. “Una razón para vivir”.
-A los pocos días del reencuentro, el anciano murió sonriente y feliz, en los brazos del único verdadero amigo que había tenido en su vida.
Chopra es hoy “El Doctor de las Estrellas” en Hollywood y tiene una serie de clínicas dispersas por todo el mundo, además de ser autor de los más traducidos “best sellers” relacionados a la influencia “psico somática”, y la “física cuántica” sobre nuestra salud y nuestra existencia en su totalidad.
Chopra nos recuerda – por ejemplo - que esos inolvidables raspones de nuestra traviesa infancia, son controlados automáticamente por los neuro péptidos, que limpian, coagulan y “hacen la costra” de manera proporcionada y oportuna, sin la intervención de doctor alguno, como no sea nuestro maravilloso sistema inmunológico, o para decirlo más fácil: “las defensas de nuestro cuerpo”.
También señala que los pensamientos, influyen definitivamente en nuestra salud física y espiritual, propiciando lo que algunos llaman “buena suerte”, si aprendemos a perdonar, a dar algo de nosotros,- no necesariamente dinero - a quien de verdad lo necesita. A veces, un consuelo, una estampita religiosa, un buen consejo basta.
También recomienda evitar la envidia, los miedos injustificados y esos odios que a veces empiezan por una tontería y se convierten en terribles demonios que nos destruyen por dentro.
La “mala actitud”, puede enfermarnos. La tristeza extrema puede desatar crisis cardíacas o una baja de defensas que abra el camino al Cáncer y en suma, condicionarnos a una “vida desgraciada”, si no aprendemos a ver “con ojos de niño”, las maravillas que nos ofrecen el mundo, el amor, la aventura, lo deslumbrante, empezando por la naturaleza a campo abierto.
En cualquier caso, siempre será mejor, reír que llorar, según el increíble Deepak.
Pensar y hacer el bien, literalmente, sin mirar a quién y entender además, que la muerte, es sólo un inevitable complemento de la vida. Algo que llegará en su momento, siempre que no lo aceleremos viviendo negativamente.
La preocupación - según Chopra - es absolutamente inútil, pues “el 85 por ciento de lo que tememos, no llega a suceder nunca”.
-Además, el pasado, no existe, puesto que nadie puede modificarlo.
Y finalmente, nos aconseja, cultivar el espíritu a la par que el cuerpo, ya que “en nuestro interior, vive un dios que sólo acaricia un deseo único: nacer”.
- Como decíamos ayer…más sabe el diablo, y no precisamente, por ser diablo, oiga usted.
Fuente: http://www.diariolaprimeraperu.com/online//el-secreto-de-chopra_107080.html
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